Comentario de la
Primera Epístola de San Juan

Por Juan Calvino

EL ARGUMENTO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULOS 3-4
CAPÍTULO 5

EL ARGUMENTO

Esta Epístola es del todo digna del espíritu de ése discípulo que fue, más que los demás, amado por Cristo, para mostrar a él como un amigo para nosotros. Pero contiene doctrinas mezcladas con exhortaciones; porque habla de la Deidad eterna de Cristo, y al mismo tiempo de la gracia incomparable que trajo con él cuando apareció en el mundo, y generalmente de todas sus bendiciones; y encomienda especialmente y ensalza la gracia inestimable de la adopción divina.

En éstas verdades funda sus exhortaciones; por una parte nos amonesta en general a que vivamos una vida piadosa y santa, y por otro lado nos exhorta explícitamente a practicar el amor. Pero no hace ninguna de éstas cosas en un orden regular; porque mezcla en diversas partes enseñanza con exhortación. Pero urge especialmente hacia el amor fraternal: toca también brevemente sobre otras cosas, como tener cuidado con impostores, y cosas semejantes. Pero cada punto se tratará en su debido lugar.

CAPÍTULO 1

1 JUAN 1:1-2
1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida
2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);

El menciona, primero, que ésa vida ha sido exhibida a nosotros en Cristo; que, como un bien incomparable, despierte e inflame todos nuestros poderes con un deseo maravilloso, y con el amor de ello. Es dicho, en verdad, en unas pocas y sencillas palabras, que ésa vida es manifestada; pero si consideramos cuán miserable y horrible condición es la muerte, y también lo que es el reino y la gloria de la inmortalidad, percibiremos que hay algo aquí más magnífico que lo que se puede expresar con palabras.

Entonces el objeto del Apóstol es colocar ante nosotros el inmenso bien, sí, el principal  y única felicidad verdadera que Dios ha derramada sobre nosotros, en su propio Hijo, es poner nuestros pensamientos hacia arriba; pero en cuanto a la grandeza del tema requiere que la verdad sea cierta, y completamente demostrada, esto es lo que está aquí desarrollado. Porque estas palabras, “lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado”, sirven para aumentar nuestra fe en el evangelio. Ni tampoco, verdaderamente, sin razón, hace tantas aseveraciones; porque en cuanto a que nuestra salvación depende del evangelio, su certeza es necesaria en el grado más alto; y qué difícil es para nosotros creer, pero cada uno de nosotros sabemos por nuestra propia experiencia. Creer no es formarse ligeramente una opinión, ni consentir sólo en lo que se dice, pero sí, tener una firme convicción, sin dudas, para que podamos estar de acuerdo con la verdad como algo completamente demostrado. Es por esta razón que el Apóstol pone tantas cosas para la confirmación del evangelio.

“Lo que era desde el principio”. Cuando el pasaje es brusco y complicado, y el sentido puede ser hecho más claro, las palabras pueden arreglarse; "anunciamos a ustedes la palabra de vida, que era desde el principio y realmente testificado a nosotros en toda clase de maneras, esa vida ha sido manifestada en él;" o, si usted prefiere, el significado puede entenderse así, "lo que anunciamos a ustedes respecto a la palabra de vida, había sido desde el principio, y ha sido mostrado abiertamente a nosotros, esa vida fue manifestada en él". Pero las palabras, “Lo que era desde el principio”, se refieren indudablemente a la divinidad de Cristo, porque Dios manifestando en carne no era desde el principio; sino él quien siempre fue la vida y la Palabra eterna de Dios, apareció en la plenitud del tiempo como hombre. Otra vez, lo que sigue en cuanto a “lo que hemos visto con nuestros ojos y palparon nuestras manos”, se refiere a su naturaleza humana. Pero las dos naturalezas constituyen una sola persona, y Cristo es uno, porque él vino del Padre pudo vestirse en carne, el Apóstol declara correctamente que él es el mismo, y había sido invisible, y llegó a ser después visible. 1

Y así la objeción insensata de Servetus queda refutada, de que la naturaleza y esencia de la Deidad vinieron o llegaron a ser una con la carne, y con eso así la Palabra fue transformada en carne, porque la Palabra vivificadora fue vista en la carne.

Tengamos en cuenta, que esta doctrina del Evangelio aquí está declarada, que él quien está en la carne demostró ser realmente el Hijo de Dios, y fue reconocido ser el Hijo de Dios, él fue siempre la Palabra invisible de Dios, porque él no se refiere aquí al principio del mundo, sino asciende mucho más alto. 

“Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos.” No fue oír de un informe, al que es dado poco crédito generalmente, sino que Juan quiere decir, que él había aprendido fielmente de su Maestro lo que él enseñó, y él no declara nada en forma desconsiderada y temeraria. Y, sin duda, nadie es un maestro apto en la Iglesia si no ha sido el discípulo del Hijo de Dios, e instruido correctamente en su escuela, en cuanto que solamente su autoridad prevalezca.

Cuando él dice, “lo que hemos visto con nuestros ojos”, no es una redundancia, sino una expresión más completa con el propósito de ampliar más la enseñanza; no, él no quedó satisfecho con solamente ver, mas agregó, “lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos”. Por estas palabras él muestra que no enseñó nada salvo lo que realmente había sido dado a conocer a él.

Puede parecer, sin embargo, que la evidencia de los sentidos sirvió poco en el presente tema, porque el poder de Cristo no podría ser percibido por los ojos ni sentido por las manos. A esto contesto, que la misma cosa está dicha aquí como en el primer capítulo del Evangelio de Juan, "vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre;" porque él no fue conocido como el Hijo de Dios por la forma externa de su cuerpo, sino porque él dio pruebas ilustres de su poder Divino, para que en él brilló la majestad del Padre, como en un imagen viviente y clara. Como las palabras están en el plural, y en este tema aplica igualmente a todos los apóstoles, estoy dispuesto para incluirlos, especialmente como la autoridad del testimonio que es lo que se ha tratado.

Pero no menos frívolo (como he dicho antes) que descarada es la maldad de Servetus, que insta estas palabras a demostrar que la Palabra de Dios llegó a ser visible y capaz de ser manejada; él o destruye impíamente o mezcla las dos naturalezas de Cristo. Es, por lo tanto, una pura imaginación o invención. Así deificando la humanidad de Cristo, él quita completamente la realidad de su naturaleza humana, negando al mismo tiempo que Cristo es por cualquier otra razón llamado el Hijo de Dios, salvo que él fue concebido de su madre por el poder del Espíritu Santo, y quitando su propia subsistencia en Dios. De ahí sigue que no era ni Dios ni hombre, aunque parece formar una masa confusa de los dos. Pero en cuanto a que el significado del Apóstol es evidente a nosotros, permítasenos pasar adelante de ese hombre poco escrupuloso.

“Al Verbo de vida”. El genitivo aquí está utilizado por un adjetivo, vivificando, o vivificador; porque en él, como está dicho en el primer capítulo del Evangelio de Juan, “estaba la vida”. Al mismo tiempo, esta distinción pertenece al Hijo de Dios en dos conceptos, porque ha infundido la vida en todas las criaturas, y ahora nos restaura la vida a nosotros, la cual había perecido, había sido extinguida por el pecado de Adán. Además, la palabra “Verbo” puede estar explicada en dos maneras,  o a Cristo, o a la doctrina del Evangelio, porque por medio de él la salvación es traída a nosotros. Pero en cuanto a que su sustancia es Cristo, y en cuanto a que contiene, en tanto que no contiene ninguna otra cosa aparte de él, quien había sido siempre con el Padre, fue manifestado por fin a los hombres, la primera perspectiva me parece a mí la más sencilla y verdadera. Además, parece más completamente del Evangelio que la sabiduría que habita en Dios es llamada el Verbo.

2. “Porque (o, y) la vida fue manifestada.”. El copulativo es explicativo, como si hubiera dicho, "testificamos de la Palabra que vivifica, como la vida ha sido manifestada". El sentido puede ser al mismo tiempo doble, que Cristo, quien es la vida y la fuente de la vida, ha sido manifestado, o, que esa vida ha sido ofrecida abiertamente a nosotros en Cristo. El último, efectivamente, sigue necesariamente del anterior. Mas en cuanto al significado, las dos cosas varían, como causa y efecto. Cuándo repite, “manifestada”, o anunciar la vida eterna, él habla, estoy seguro, del efecto, aún cuando anuncia que esa vida es obtenida para nosotros en Cristo.

De ahí aprendemos, que cuando Cristo es predicado a nosotros, el reino de los cielos se nos abre, para que siendo levantados de la muerte podamos vivir la vida de Dios.

“La cual estaba con el Padre.” Esto es verdad, no sólo desde el tiempo cuando el mundo fue formado, pero también desde la eternidad, porque él fue siempre Dios, la fuente de la vida; y el poder y la facultad de vivificar fueron poseídos por su sabiduría eterna: pero él no lo ejerció realmente antes de la creación del mundo, y del tiempo cuando Dios empezó a mostrar la Palabra, ese poder que estaba ocultado antes, fue difundido sobre todas las cosas creadas. Ya había sido hecha alguna manifestación; el Apóstol tenía otra cosa a la vista, eso es, esa vida fue entonces manifestada en Cristo por fin, cuando él en nuestra carne completó la obra de la redención. Porque aun cuando los padres estuvieron aún bajo la ley socios y compañeros de la misma vida, mas sabemos que ellos estuvieron confinados bajo la ley, bajo la esperanza que iba a ser revelada. Fue necesario que ellos buscaran la vida por medio de la muerte y resurrección de Cristo; pero todo esto no solamente estaba lejos de sus ojos, pero también ocultó de sus mentes. Dependieron, entonces, de la esperanza de la revelación, que siguió por fin con el tiempo. No podían, verdaderamente, obtener la vida, a no ser en alguna manera fuera manifestada a ellos; pero la diferencia entre nosotros y ellos es, que mientras nosotros ya le  tenemos a él reveldo, como teniéndolo en nuestras manos, ellos lo buscaron oscuramente, prometido por medio de figuras o tipos.

Pero el propósito del Apóstol es, quitar la idea de la novedad, que pudiera disminuir la dignidad del Evangelio; por lo tanto dice, que esa vida ahora no ha comenzado a decaer en dignidad, aun cuando haya parecido así últimamente, porque siempre está con el Padre.

1 JUAN 1:3-7
3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;
7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

3. “Lo que hemos visto.” Él ahora repite la tercera vez las palabras, “visto y oído”, afirmando así que no falta nada en cuanto a la certeza verdadera de su doctrina. Y debía ser anunciado cuidadosamente que los heraldos del Evangelio escogidos por Cristo eran personas y testigos aptos y fieles de todas esas cosas que iban a declarar. Él también testifica del sentimiento de sus corazones, porque dice que fue movido a escribir por ninguna otra razón excepto invitar a quienes escribía a la participación de un bien inestimable. De ahí se observa cuánto cuidado tuvo para su salvación de ellos a los cuales les sirvió no poco para inducirlos a creer; y qué desagradecidos somos, si nos negamos a oír lo que él desea comunicarnos y que es una parte de ésa felicidad que ha obtenido.

El también expone el fruto recibido del Evangelio, al estar unidos a Dios y a su Hijo Cristo, en quien se encuentra el bien principal. Fue necesario para él agregar esta segunda cláusula, no solo porque represente la doctrina del Evangelio como preciosa y maravillosa, pero también muestra que deseó que fueran sus socios, no por otro fin sino para dirigirlos a Dios, para que ellos sean uno en él. También los impíos tienen una unión entre sí, pero sin Dios, con el fin de alejarse a más y más de Dios, lo cual es el extremo de todos los males. En verdad así es, como ha quedado declarado, que nuestra única y verdadera felicidad, para ser recibidos en el favor de Dios, consiste en que podamos estar realmente unidos a él en Cristo; de lo cual Juan habla en capítulo 17 de su Evangelio.

En breve, Juan declara, como los apóstoles fueron adoptados por Cristo como hermanos, estando reunidos en un cuerpo y que sean unidos a Dios, así él hace lo mismo con otros compañeros; y entonces muchos son hechos participantes de esta santa y bendita unión.

4. “Para que vuestro gozo sea cumplido.” Por gozo cumplido, él expresa más claramente la felicidad completa y perfecta que obtenemos por el Evangelio; al mismo tiempo recuerda a los fieles donde deben fijar todos sus afectos. Es verdad cuando dice, “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:21)

Todo aquel, entonces, que percibe realmente lo que es el compañerismo con Dios, estará satisfecho consigo mismo, y ya no hace más arderá con deseos de otras cosas.

“El Señor es mi copa,” dice David, “Y es hermosa la heredad que me ha tocado; Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos.” (Salmo 16:5, 6.)

En la misma manera Pablo declara que estima todas las cosas como pérdida en comparación de sólo conocer a Cristo Jesús. (Filipenses 3:8.) Él, por lo tanto, ha adquirido por fin una habilidad en el Evangelio y se estima asimismo feliz en tener comunión con Dios, y se conforma en esto solamente; y lo prefiere antes que al mundo entero, para así estar listo para abandonar todas las otras cosas.

5. “Este es el mensaje,” o la promesa. Yo no desapruebo la interpretación antigua, "Esto es la anunciación," o el mensaje; porque aunque ἐπαγγελία  significa, por lo general, una promesa, sin embargo, como Juan habla aquí generalmente del testimonio que antes estaba mencionado, el contexto parece referirse al otro significado, a menos que usted da esta explicación, "La promesa que traemos a ustedes incluye esto, o tiene esta condición adjunta". Así, el significado del apóstol llegaría a ser evidente a nosotros. 1 Porque su objeto aquí no consistió en incluir la doctrina completa del Evangelio, sino en mostrar que si deseamos disfrutar a Cristo y sus bendiciones, se requiere de nosotros vivir conforme a lo que Dios establece en cuanto a rectitud y santidad. Pablo dice la misma cosa en el segundo capítulo de la Epístola a Tito, "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente;" excepto que aquí él dice metafóricamente, que andemos en la luz, porque Dios es luz.

Pero él llama a Dios “luz”, y dice que está “en la luz”; tales expresiones no sean tomadas demasiado estrictamente. Por qué Satanás es llamado el príncipe de las tinieblas es suficientemente evidente. Cuándo, entonces, Dios por otro lado es llamado al Padre de la luz, y también la luz, comprendemos primero que no hay nada en él que no sea brillante, puro, e inadmisible; y, en segundo lugar, que él hace todas las cosas tan manifiestas por su brillantez, que no soporta nada vicioso o pervertido, ninguna mancha o suciedad, ninguna hipocresía o fraude, que esté oculto. Entonces la suma de lo que se ha dicho es, que no hay unión entre la luz y la oscuridad, hay una separación entre Dios y nosotros cuando andamos en las tinieblas; y que el compañerismo que él menciona, no puede existir salvo que también lleguemos a ser puros y santos.

“No hay ningunas tinieblas en él.” Este modo de hablar es utilizado comúnmente por Juan, para ampliar lo que ha afirmado por una negación opuesta. Entonces, el significado es, que Dios es tal luz, que ninguna oscuridad pertenece a él. De ahí sigue, que él odia una conciencia mala, la contaminación, y la maldad, y todo lo que pertenece a la oscuridad.

6. “Si decimos.” Es, en verdad, un argumento de lo que es contradictorio, cuando concluye que ellos están alejados o extraños a Dios, que están en oscuridad. Esta doctrina, sin embargo, depende de un principio más alto, que Dios santifica a todos los que son suyos. Porque no es un precepto desnudo que da, que requiere que nuestra vida sea santa; sino al contrario muestra que la gracia de Cristo sirve para este fin, para disipar la oscuridad, y para encender en nosotros la luz de Dios; como si hubiera dicho, "Lo que Dios comunica a nosotros no es una ficción vana; porque es necesario que el poder y el efecto de esta compañerismo resplandezca en nuestra vida; de otro modo la posesión del evangelio es falaz". Él agrega, “Y no practicamos la verdad,” es lo mismo que si hubiera dicho, "No actuamos verdaderamente. No consideramos lo que es verdadero y correcto". Y este modo de hablar, como antes he observado, es utilizado con frecuencia por él.

7. “Pero si andamos en luz.” Él ahora dice, que la prueba de nuestra unión con Dios es cierta, si estamos conforme a él; no es que esa pureza de la vida nos reconcilie a Dios, como la causa de prioridad; sino el apóstol quiere decir, que nuestra unión con Dios es hecha evidente por el efecto, esto es, cuando su pureza resplandece en nosotros. Y, sin duda, tal es el hecho; que donde quiera que Dios está, todas las cosas están tan saturadas con su santidad, que él quita toda lo sucio; porque sin él tenemos nada más que suciedad y oscuridad. De ahí que es evidente, que nadie puede llevar una vida santa, salvo él que está unido a Dios.

Al decir, “Tenemos comunión unos con otros,” no habla simplemente de los hombres; sino que coloca a Dios en un lado, y a nosotros en el otro.

Puede, sin embargo, preguntarse, "¿Quién entre hombres puede exhibir la luz de Dios en su vida, que esta semejanza que Juan requiere que exista?; porque sería necesario, que él sea completamente puro y libre de la oscuridad". A ésto contesto, que expresiones de esta clase están acomodadas a las capacidades de los hombres; él tal es por lo tanto declarado de ser como Dios, que aspira a su semejanza, sin embargo está aún distante de ello. El ejemplo no debe ser aplicado en otro sentido que según este pasaje. Anda en oscuridad todo aquel que no es gobernado por el temor de Dios, y quien no actúa con una conciencia pura ni se dedica enteramente a Dios procurando promover su gloria. Entonces, por otra parte, quien en sinceridad de corazón pasa la vida, sí, cada parte de ella, en el temor y el servicio de Dios, y fielmente le adora, camina en la luz, porque se mantiene en el camino recto, aunque en muchas cosas ofenda y suspire bajo la carga de la carne. Entonces, la integridad de conciencia es la única cosa que distingue la luz de la oscuridad.

“Y la sangre de Jesucristo.” Después de haber enseñado lo que es la liga de nuestra unión con Dios, él ahora muestra el fruto que fluye de ello, aún cuando nuestros pecados están remitidos gratuitamente. Y ésta es la felicidad o bienaventuranza que David describe en el Salmo 32, para que podamos saber que somos los más miserables hasta que somos renovados por el Espíritu de Dios, y le servimos con un corazón sincero. Porque ¿quién puede ser imaginado más miserable que aquel a quien Dios odia y abomina, y sobre cuya cabeza está suspendida la ira de Dios y la muerte eterna?

Este pasaje es notable; y de él aprendemos primero, que la expiación de Cristo, realizada por su muerte, entonces pertenece apropiadamente a nosotros, cuando nosotros, cuando con rectitud de corazón, hacemos lo que es correcto y justo porque Cristo solo es redentor de aquellos que dejan la iniquidad, y viven una vida nueva. Si, entonces, deseamos de tener Dios propicio a nosotros, para perdonar nuestros pecados, no debemos perdonarnos a nosotros mismos. En resumen, la remisión de los pecados no puede estar separada del arrepentimiento, ni puede la paz de Dios estar en los corazones, donde el temor de Dios no prevalece.

En segundo lugar, este pasaje muestra que el perdón gratuito de pecados nos es dado no sólo una vez, pero es un beneficio que reside perpetuamente en la Iglesia, y es diariamente ofrecido a los fieles. Porque el Apóstol aquí se dirige a los fieles; como indudablemente ningún hombre lo ha hecho ni lo hará, de que de ningún otro modo se puede complacer ante Dios, porque todos son culpables ante él; porque no importa que tan fuerte sea el deseo que haya en nosotros de actuar correctamente, siempre iremos titubeando a Dios. Mas lo que está hecho a medias no obtiene la aprobación con Dios. Mientras tanto, por nuevos pecados que nos separamos continuamente tan lejos como podemos, de la gracia de Dios. Así es que todos los santos necesitan el perdón diario de pecados; porque solo así nos mantenemos en la familia de Dios.

Al decir, “de todo pecado”, él indica que somos culpables ante Dios en muchos aspectos; porque indudablemente no hay quien que no tiene muchos vicios. Pero muestra que ningunos pecados evitan los piadosos, pero los que temen a Dios, obtienen su favor. El también indica la manera de obtener el perdón, y la causa de nuestra purificación, porque Cristo expió nuestros pecados por su sangre; pero él afirma que todos los santos son indudablemente participantes de esta purificación.

Toda su doctrina ha sido pervertida malvadamente por los sofistas; porque se imaginan que el perdón de pecados nos es dado, como si fuera, en el bautismo. Ellos sostienen que allí sólo la sangre de Cristo sirve; y enseñan que después del bautismo, Dios no está reconciliado de otro modo que no sea por satisfacciones. Ellos, en verdad, dejan alguna parte a la sangre de Cristo; pero cuando asignan el mérito a las obras, aún en el menor grado, destruyen enteramente lo que Juan enseña aquí, en cuanto a la manera de expiar los pecados, y de estar reconciliados con Dios. Porque estas dos cosas nunca pueden armonizar: ser limpios por la sangre de Cristo, y ser limpios por las obras: porque Juan asigna no la mitad, sino el total, a la sangre de Cristo.

La suma de lo que se ha dicho es, entonces, que los fieles saben, con toda certeza, que son aceptados por Dios, porque la reconciliación ha venido a ellos por el sacrificio de la muerte de Cristo. Y el sacrificio incluye la purificación y la satisfacción. De ahí que el poder y la eficiencia de esto pertenecen solo a la sangre de Cristo.

Por todo lo expuesto queda refutada y expuesta la invención sacrílega de los Papistas en cuanto a las indulgencias; porque como si la sangre de Cristo no fuera suficiente, ellos agregan, como una subvención, la sangre y los méritos de mártires. Al mismo tiempo, esta blasfemia avanza mucho aún entre nosotros; porque como ellos dicen que sus llaves, por medio de las cuales mantienen cerrada la remisión de pecados, abren un tesoro hecho en parte de la sangre y méritos de mártires, y en parte de los mundos de supererogación, por medio de lo cual cualquier pecador puede redimirse a sí mismo, entonces ninguna remisión de pecados queda para ellos sino lo de que es anulado de la sangre de Cristo; porque si su doctrina queda en pié, la sangre de Cristo no nos limpia, y sol queda como una ayuda parcial. Así las conciencias están sostenidas en suspenso, que el Apóstol aquí enseña depender en la sangre de Cristo.

1 Juan 1:8-10

8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

8. “Si decimos.” El ahora encomienda gracia de su necesidad; porque como nadie es libre del pecado, él indica que todos estamos perdidos y estamos deshechos, menos que el Señor venga a nuestra ayuda con el remedio del perdón. La razón por qué medita tanto en el hecho, que nadie es inocente, es, que todos ahora puedan saber completamente que necesitan la misericordia, para salvarlos de castigo, y para que ellos estén así más despertados para buscar la bendición necesaria.

Por la palabra “pecado”, quiere decir aquí no sólo la inclinación corrupta y viciosa, sino también el defecto o acto pecador que realmente nos rinde culpable delante de Dios. Además, como una declaración universal, sigue, que ninguno de los santos, que existe ahora, ha sido, ni será, excluido, del número. Por eso en una manera apropiada, Agustín niega la trampa de los Pelagianos, en aducir contra ellos este pasaje: y pensó sabiamente que la confesión de culpa no es requerida por causa de la humildad, sino para que no engañarnos a nosotros mismos mintiendo.

Cuándo agrega, “y la verdad no está en nosotros”,  confirma, según su manera usual, la frase anterior, en repetirlo en otras palabras; aunque no es una repetición sencilla, (como en otras partes,) sino que dice que están engañados los que glorían en falsedades.

9. “Si confesamos”. Él otra vez promete a los fieles que Dios será propicio a ellos, estipula que reconocen a sí mismos a ser pecadores. Es de gran importancia estar persuadido completamente de que cuando hemos pecado hay una reconciliación con Dios lista y preparada para nosotros: nosotros, de otro modo, llevaríamos siempre un infierno dentro de nosotros. Pocos, verdaderamente, consideran cuán miserable y despreciable es una conciencia que duda; pero la verdad es que, el infierno reina  donde no hay paz con Dios. Por lo demás, entonces, es apropiado recibir con el corazón entero esta promesa que ofrece perdón gratuitamente a todos los que confiesen sus pecados. Además, esto está fundado aún en la justicia de Dios, porque Él que lo promete es verdadero y justo. Para los que piensan que Él es llamado justo, porque nos justifica gratuitamente, razonan, según yo pienso, con demasiado refinamiento, porque la justicia o la rectitud aquí depende de fidelidad, y ambos están adjuntados a la promesa. Porque Dios quizás hubiera sido justo, si nos tratara con nosotros con todo el rigor de la justicia; pero como nos ató a Él mismo por su palabra, él no se habría creído justo, si no nos perdona.

Pero esta confesión, como está hecho a Dios, tiene que ser en la sinceridad; y el corazón no puede hablar con Dios sin una vida nueva. Así que esto incluye el arrepentimiento verdadero. Dios, en verdad, perdona gratuitamente, pero en tal manera, que la facilidad de la misericordia no llega a ser un atractivo para pecar.

“Y limpiarnos”. El verbo, “limpiar”, parecer ser aceptado en otro sentido que antes; porque había dicho, que somos limpiados por la sangre de Cristo, porque por él los pecados no están imputados; pero ahora, habiendo hablado del perdón, también agrega, que Dios nos limpia de iniquidad: para que esta segunda cláusula sea diferente de la anterior. Así él inicia el punto que una fruta de dos partes viene a nosotros por medio de la confesión, -- que Dios en estar reconciliado por el sacrificio de Cristo, nos perdone, -- y que él nos renueva y nos reforma.

Si cualquiera pudiera objetar y decir, que en tanto que estamos en el mundo, nunca estamos limpios de toda injusticia, con respecto a nuestra reformación: esto es de hecho la verdad; pero Juan no se refiere a lo que Dios ahora hace en nosotros. Él es fiel, dice, para limpiarnos, no hoy o mañana; porque mientras estemos sujetos a la carne, deberíamos estar en un estado continuo de progreso; pero lo que Él ha empezado una vez, lo continúa de hacer diariamente, hasta que por fin lo complete. Así que Pablo dice, que somos escogidos, que podamos presentarnos sin mancha e irreprensibles delante de Dios, (Colosenses 1:22;) y en otro lugar dice, que la Iglesia es limpiada, para que pueda estar sin mancha ni arruga. (Efesios 5:27.)

Mas si cualquiera prefiere otra explicación, que dice la misma cosa dos veces, no me opondré.

10. “Le hacemos a Él mentiroso.” El dice aun más, que los que reclaman la pureza para sí mismos, blasfeman a Dios. Porque vemos que representan por todas partes a la raza entera del hombre culpable del pecado.

Quienquiera entonces que trata de escapar esta carga está en guerra con Dios, y lo acusa de falsedad, como si hubiera condenado al indigno. Para confirmar esto añada, “y su palabra no está en nosotros”; como si él hubiera dicho, que rechazamos esta gran verdad, que todos estsamos bajo la culpa.

Y de ahí aprendemos, que entonces solo hacemos un debido progreso en el conocimiento de la palabra del Señor, cuando llegamos a ser realmente humillados, para gemir bajo la carga de nuestros pecados y aprender a huir hacia la misericordia de Dios, y depender en nada más sino en su favor paternal.



CAPÍTULO 2

1 JUAN 2:1-2
1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

1. “Hijitos míos.” No es solamente la suma y la sustancia de la doctrina anterior, sino el significado de casi todo el evangelio entero, que nos apartemos del pecado; ni siquiera, aunque siempre estamos expuestos al juicio de Dios, estamos seguros que Cristo intercede por el sacrificio de su muerte, que el Padre es propicio a nosotros. Mientras tanto, él también anticipa una objeción, por temor a que cualquiera piense que dio licencia para pecar cuando habló de la misericordia de Dios, y demostró que él es presentado a todos nosotros. El entonces une las dos partes del evangelio, las cuáles los hombres no razonables separan, y así lo laceran y mutilan. Además, la doctrina de gracia siempre ha sido calumniada por el impío. Cuándo la expiación de pecados hecha por Cristo es expuesta, ellos dicen con orgullo que es dada una licencia para pecar.

Para evitar estas calumnias, el Apóstol testifica primero que la intención de su doctrina fue proteger del pecado a los hombres; porque cuando dice, “para que no pequéis”, su significado solamente es, que ellos, según la medida de enfermedad humana del pecado, deben abstenerse de pecar. Y al mismo propósito de lo que ya he dicho respecto al compañerismo con Dios, que estemos conformados a él. Él no es, sin embargo, callado en cuanto a la remisión gratuita de los pecados; porque aunque el cielo se caiga y todas las cosas sean confundidas, pero esta parte de la verdad nunca debe ser omitida; al contrario, lo que Cristo es debe ser predicado clara e inconfundiblemente.

Y así también hagamos hoy en día. Cuando la carne está inclinada hacia el libertinaje, los hombres deben ser advertidos con cuidado, de que la justicia y la salvación son proporcionadas en Cristo a fin, de que podamos llegar a ser la posesión santa de Dios. Mas cuando suceda que los hombres abusan sin motivo la misericordia de Dios, hay muchos hombres enredados que nos llenan de calumnias, como si diéramos rienda suelta a los vicios. Pero aún así sigamos adelante sin temor proclamando la gracia de Cristo, en la que brilla especialmente la gloria de Dios, que consiste en la salvación total de los hombres. Estas calumnias de los impíos deben, lo repito, ser pasadas por alto completamente; porque vemos que los apóstoles también fueron asaltados por lo mismo.

Por esta razón él agrega inmediatamente la segunda cláusula, que cuando pecamos que tenemos un “abogado”. Por estas palabras confirma lo que nosotros ya hemos dicho, que estamos muy lejos de ser perfectamente justos, al contrario, que contraemos culpa nueva diariamente, pero hay un remedio para reconciliarnos con Dios, que consiste en acudir a Cristo; y esto es lo único en que las conciencias están de acuerdo, en que está incluido la rectitud de hombres, en lo cual está fundada la esperanza de la salvación.

La partícula condicional, “si”, debía ser visto como causal; porque ello no puede ser que pecamos. En breve, Juan quiere decir, que no solamente somos llamados a estar lejos del pecado por causa el evangelio, porque Dios nos invita ir hacia Él mismo, y ofrece a nosotros el Espíritu de regeneración, sino que una provisión está hecha a pecadores miserables, que pueden tener a Dios siempre propicio a ellos, y que los pecados por los cuales están enredados, no les impiden llegar a ser justos, porque tienen un Mediador para reconciliarlos con Dios. Pero para mostrar cómo volvemos al favor de Dios, dice que Cristo es nuestro abogado; porque él se presenta ante Dios para este fin, para que poder ejercitar hacia nosotros el poder y la eficacia de su sacrificio. Para que esto pueda ser comprendido mejor, hablaré más sencillamente. La intercesión de Cristo es una aplicación continua de su muerte para nuestra salvación. Que Dios entonces no imputa a nosotros nuestros pecados, esto viene hacia nosotros, porque considera a Cristo como intercesor.

Pero los dos nombres, de los cuales distingue después a Cristo, pertenecen apropiadamente al sujeto de este pasaje. El lo llama “justo” y la “propiciación”. Es necesario que sean los dos, para sostener el oficio y la persona de un Abogado; porque ¿quién que es un pecador podría reconciliar Dios a nosotros? Porque estamos excluidos del acceso a él, porque nadie es puro y libre del pecado. Por eso nadie es digno de ser llamado sumo sacerdote, si no es inocente y separado de los pecadores, como también está declarado en Hebreos 7:26. “La propiciación” está agregada, porque nadie es digno de ser un sumo sacerdote sin un sacrificio. Por eso, bajo la Ley, ningún sacerdote entró al santuario sin derramamiento de sangre; y un sacrificio, como un sello usual, fue acostumbrado, según el mandamiento de Dios, para acompañar las oraciones. Por medio de este símbolo fue el diseño de Dios para mostrar, que quienquiera que obtenga favor para nosotros, tiene que proporcionar un sacrificio; porque cuando Dios es ofendido, para satisfacerlo se requiere una satisfacción. De ahí se sigue, que todos los santos que hayan existido y lleguen a existir, necesitan un abogado, y que nadie, salvo Cristo, tiene todo el derecho para desempeñar este oficio. E indudablemente Juan le atribuyó a Cristo estas dos cosas, estas dos razones al mostrar que él es el único abogado verdadero.

Ahora, ninguna pequeña consolación viene a nosotros, cuando oímos que Cristo no solamente murió por nosotros para reconciliarnos con el Padre, sino que intercede continuamente por nosotros, para abrir un libre acceso en su nombre para nosotros, y que nuestras oraciones sean oídas; por eso especialmente tengamos cuidado, de que este honor, que pertenece particularmente a él,  no sea transferido a otro.

Pero sabemos que bajo el Papado este oficio se atribuye indiscriminadamente a los santos. Hace treinta años, este tan notable artículo de nuestra fe, que Cristo es nuestro abogado, casi fue sepultado; mas en este día permiten que él es verdaderamente uno de muchos, pero no el único. Algunos entre los Papistas que tienen un poco más modestia, no niegan que Cristo supera a otros; pero luego se unen a un número vasto de socios. Pero sus palabras significan claramente que él no puede ser un abogado que no es un sacerdote; y el sacerdocio pertenece a ninguno sino solo a Cristo. Mientras tanto no quitamos las intercesiones mutuas de los santos, que ellos ejercitan en el amor de los unos para con los otros; pero esto no tiene nada que ver con que han muerto y que por lo tanto han dejado su trato con hombres; ni tampoco nada con la protección que ellos aparentan para sí mismos, para no depender solamente  en Cristo. Porque aunque los hermanos oren los unos por los otros, sin embargo todos, sin excepción, miran hacia un mismo abogado. Pero, no hay duda que los Papistas establecen contra Cristo tantos ídolos como los patrones o abogados que ellos idean para sí mismos.

Tenemos que notar a propósito, que yerran enormemente, los que imaginan que Cristo se arrodilla ante el Padre para interceder por nosotros. Tales pensamientos deben ser renunciados, porque quitan la gloria celestial de Cristo; y se debe retener la verdad sencilla, que el fruto de su muerte es siempre nuevo y perpetuo y que por su intercesión Dios es propicio a nosotros, y que santifica nuestras oraciones por el grato olor de su sacrificio, y también nos ayuda en implorar por nosotros.

2. “Y no solamente por los nuestros.” El agregó esto para ampliar, para que los fieles estén seguros que la expiación hecha por Cristo, se extiende a todos los que por fe abracen el evangelio.

Aquí se puede hacer una pregunta: ¿cómo han sido expiados los pecados del mundo entero? Haciendo caso omiso de las debilidades de los fanáticos, quienes bajo esta engaño extienden la salvación a todos los réprobos, y por lo tanto, a Satanás mismo. Una cosa tan monstruosa no merece refutación. Los que procuran evitar este absurdo, han dicho que Cristo sufrió suficientemente por el mundo entero, pero eficientemente sólo para los elegidos. Esta solución ha prevalecido comúnmente en las escuelas. Aunque concedo que lo que se ha dicho es verdad, mas niego que sea apropiado a este pasaje; porque la intención de Juan no fue otra que hacer este beneficio común para toda la Iglesia. Entonces bajo la palabra todo o total, no incluye los réprobos, sino que designa los que crean, así como también todos los que fueron dispersados por las varias regiones del mundo. Por lo tanto es un hecho realmente evidente, que la gracia de Cristo es la única salvación verdadera del mundo.

1 JUAN 2: 3-6

3 Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.
4 El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él;
5 pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.
6 El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

3. Y en esto, o por esto. Después de que había tratado de la doctrina de la remisión gratuita de los pecados, viene a las exhortaciones que pertenecen al mismo, y que depende del mismo. Y primero verdaderamente él nos trae a la memoria que el conocimiento de Dios, derivado del evangelio, no es ineficaz, sino que esa obediencia continúa de ello. El entonces muestra lo que Dios requiere especialmente de nosotros, lo que es la cosa principal en la vida, aún adorar a Dios. Qué leemos aquí del conocimiento vivo de Dios, la Escritura no sin razón repite por todas partes; porque nada es más común en el mundo que trazar la doctrina de religión a especulaciones muy frías. En esa manera la teología ha sido adulterada por los sofistas de la Sorbona, para que de su ciencia entera ni de lo menos una chispa de la verdadera religión brille afuera. Y hombres curiosos aprenden por todas partes tanto de la palabra de Dios, como les permite a charlar sobre la exposición. En resumen, ningún mal ha sido más común en todas edades que profesar vanamente el nombre de Dios.

Juan entonces toma este principio como otorgado, que el conocimiento de Dios es eficaz. El de ahí concluye, que ellos no conocen de ninguna manera a Dios si no mantienen ni sus preceptos ni sus mandamientos. Platón, aunque andando a tientas en oscuridad, todavía negó que "el hermoso" que él se imaginó, podría ser conocido, sin llenar al hombre con la admiración de sí mismo; por eso dice así en su Phaedrus y en otros lugares. ¿Cómo es posible entonces para Ud. conocer a Dios, y no ser movido por ningún sentimiento? Ni tampoco procede solamente  de la naturaleza de Dios, que al conocerle es amarle inmediatamente; pero el Espíritu también, que ilumina nuestras mentes, inspira a nuestros corazones con un sentimiento conforme a nuestro conocimiento. Al mismo tiempo el conocimiento de Dios nos lleva temerle y amarle. Porque no podemos conocerle como Señor y Padre, como muestra él mismo, sin ser hijos sumisos y siervos obedientes. En resumen, la doctrina del evangelio es un espejo vivo en el que contemplamos la imagen de Dios, y somos transformados en lo mismo, como Pablo nos enseña en 2 Corintios 3:18. Dónde, por lo tanto, no hay una conciencia pura, nada puede estar allí sino un fantasma vacío del conocimiento.

Debemos advertir el orden cuando él dice, “sabemos que nosotros le conocemos”; porque indica que la obediencia es tan conectada con el conocimiento, que el último es todavía en orden el primero, como la causa es necesariamente antes de su efecto.

“Si guardamos sus mandamientos.” Pero no hay quien los guarda del todo; así no habría conocimiento de Dios en el mundo. A esto yo contesto, que el Apóstol es en ninguna manera contradictorio consigo mismo; puesto que antes mostró que todos son culpables ante Dios, él no da a entender que los que guardan sus mandamientos satisfacen enteramente la ley (ningún ejemplo así puede encontrarse en el mundo); sino que son aquellos que se esfuerzan, según la capacidad de enfermedad humana, para formar sus vidas en conformidad con la voluntad de Dios. Porque cada vez que las Escrituras hablan de la rectitud de los fieles, no excluye la remisión de pecados, sino que al contrario, empieza con dicha remisión.

Pero de ahí no concluimos que la fe descansa en las obras; porque aunque cada uno recibe testimonio de su fe por sus obras, no se entiende que está fundada en ellos, en cuanto que están agregados como una evidencia. Entonces la certeza de fe depende solamente de la gracia de Cristo; pero la piedad y la santidad de la vida distinguen la fe verdadera del conocimiento robado a Dios que es ficticioso y muerto; porque la verdad es, que los que están en Cristo, como dice Pablo, “habiéndoos despojado del viejo hombre.” (Colosenses 3:9.)

4. “El que dice: Yo le conozco.” ¿Cómo demuestra él que son mentirosos los que se jactan que ellos tienen fe sin piedad? aún por el efecto opuesto; porque como él ya ha dicho, que el conocimiento de Dios es eficaz. Porque Dios no es conocido por una imaginación desnuda, puesto que se revela interiormente a nuestros corazones por el Espíritu. Además, como muchos hipócritas se jactan vanamente que tienen fe, el Apóstol acusa a los tales de falsedad; porque lo que dice sería superfluo, si no hubiera allí ninguna profesión falsa y vana de la cristiandad hecha por el hombre.

5. “Pero el que guarda.” Él ahora define lo que es guardar verdaderamente la ley de Dios, aún amar a Dios. Este pasaje es, pienso, inexactamente explicado por los que entienden que complacen al Dios verdadero en cumplir su palabra. Más bien toman esto como su significado, "amar a Dios en sinceridad de corazón, es guardar sus mandamientos". Porque intentó, como les he recordado antes, brevemente mostrar lo que Dios requiere de nosotros, y lo que es la santidad de los fieles. Moisés también dijo lo mismo, cuando declaró el resumen de la ley.

“Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames? (Deuteronomio 10:12.)

Y otra vez dice,

“Escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz.” (Deuteronomio 30:19, 20)

Porque la ley, que es espiritual, no manda solamente las obras externas, pero enfatiza esto especialmente, amar a Dios con todo el corazón.

Que ninguna mención se hace aquí de lo que corresponde a los hombres, no debe ser visto como poco razonable, porque el amor fraternal fluye inmediatamente del amor de Dios, como veremos de ahora en adelante. Entonces, todo el que desea que su vida sea aprobada por Dios, tiene que hacer todas las cosas dirigidas a este fin. Si alguien se opone y dice, que nadie jamás ha sido encontrado que ame a Dios perfectamente; a esto contesto, que es suficiente, con tal que alguno aspire a esta perfección según la medida de la gracia dada a él. Mientras tanto, la definición es, que el amor perfecto de Dios es que completa el cumplimiento de su ley. Progresar en esto así como en conocimiento, es lo que debemos hacer.

“Por esto sabemos que estamos en él.” Se refiere al fruto del evangelio, el cual él había mencionado, aún el compañerismo con el Padre y con el Hijo; y él de este modo confirma la frase anterior, en declarar lo que sigue, como una consecuencia, porque si este es el propósito del evangelio de sostener comunión con Dios, y ninguna comunión puede existir sin amor, entonces nadie puede realizar un real progreso en la fe, excepto el que proviene o nace del corazón de Dios.

6. “El que dice que permanece en él.” Así como Él antes se ha presentado delante de nosotros ante Dios como una luz, como un ejemplo, ahora nos llama a ir hacia Cristo, para que podamos imitarle. Mas él no nos exhorta simplemente que imitemos a Cristo; sino que de la unión que tenemos con él, demuestra que debemos ser como él. Una semejanza en la vida y actos, dice, demostrará que permanecemos en Cristo. Pero de estas palabras pasa a la próxima cláusula, que agrega inmediatamente respeto al amor a los hermanos.

1 JUAN 2: 7-11
7 Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio.
8 Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra.
9 El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.
10 El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.
11 Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.

7. “Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo.” Esto es una explicación de la doctrina anterior, que el amar a Dios es guardar sus mandamientos. Y no sin razón meditó en gran parte en este punto. Primero, sabemos que la novedad está desechada o está sospechada. En segundo lugar, no asumimos fácilmente un yugo indeseado. Además de estas cosas, cuando hemos abrazado cualquier clase de doctrina, tenemos una aversión a cualquier cambio o algo nuevo en ella. Por estas razones Juan nos recuerda, que no enseñó nada respecto al amor sino lo que había sido oído por los fieles desde el principio, y por haberse usado mucho tiempo.

Algunos explican la antigüedad en forma distinta, y aún Cristo no prescribe alguna otra regla de vida bajo el Evangelio que la que Dios estableció anteriormente bajo la Ley. Esto es realmente lo más cierto; ni tampoco me opongo a lo que él llama después en este sentido a la palabra del Evangelio como un “mandamiento antiguo”. Pero pienso que él ahora da a entender solamente, que éstos fueron los primeros elementos del evangelio, que así habían sido enseñados desde el principio, y que por eso no había ningún motivo para ser rechazados como extraños lo que debieron haber sido admitidos en el entendimiento mucho tiempo atrás. Pero parece ser que el modo relativo está  usado en un sentido causativo. El lo llama entonces “antiguo”, no porque les fue enseñado a los padres hace muchas edades, sino porque los había sido enseñado a ellos en su nueva entrada a una vida religiosa. Y sirvió mucho en reclamar su fe, que había procedido de Cristo mismo de quien ellos habían recibido el evangelio.

“El mandamiento antiguo.” La palabra antiguo, en este lugar, probablemente se extiende aún más; porque la oración es más amplia, cuando dice, “este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio”. Y como yo, verdaderamente, pienso, que significa que el evangelio no debe ser recibido como una doctrina últimamente nacida, sino lo que ha procedido de Dios, y es su verdad eterna; como si hubiera dicho, "no deben medir la antigüedad del evangelio que es traído a ustedes, por tiempo; desde que en eso está revelado a ustedes la voluntad eterna de Dios: no sólo entonces que Dios entregó a ustedes esta regla de la vida santa, cuando fueron llamados al principio a la fe de Cristo, sino que el mismo siempre había sido prescrito y aprobado por él". E, indudablemente, esta sola debía ser considerada la antigüedad, y merece fe y reverencia, que tiene su origen en Dios. Porque las invenciones de los hombres, en cualquier cantidad larga de años que pueden tener, no pueden adquirir tanta autoridad para destruir la verdad de Dios.

8. “Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo.” No me parece que los intérpretes hayan alcanzado al significado del Apóstol. El dice “nuevo”, porque Dios, como así fuera, lo renueva por sugerirlo diariamente, para que los fieles lo puedan practicar toda su vida, porque nada más excelente puede ser buscado por ellos. Los elementos que los niños aprenden dan lugar con el tiempo a lo que es más elevado y más sólido. Por el contrario, Juan niega que la doctrina respeto al amor fraternal sea de esta clase, que se envejece con el tiempo, sino que está vigente perpetuamente, para que no sea menos que la perfección más alta del principio.

Fue necesario sin embargo, que esto fuera agregado, porque como los hombres son más curiosos de lo que debían ser, hay muchos que siempre buscan algo nuevo. Por eso, hay cierto cansancio en cuanto a la doctrina sencilla, el cual produce enormes e innumerables errores, cuando cada uno mira con asombro continuamente por nuevos misterios. Ahora, cuando es sabido que el Señor procede en el mismo curso constante, para mantenernos de por vida en lo que hemos aprendido, entonces es puesto un freno en deseos de esta clase. Permita, entonces, a quien puede alcanzar la meta de sabiduría, en cuanto a la manera correcta de vivir, y en la capacidad en el amor.
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“Que es verdadero”, o lo que es la verdad. El demuestra por esta razón lo que había dicho; porque éste mandamiento respecto al amor, en cuanto a nuestra conducta en la vida, que constituye toda la verdad de Cristo. Además, ¿qué otra revelación más grande puede esperarse? Porque Cristo, indudablemente, es el fin y el cumplimiento de todas las cosas. Por eso la palabra verdad significa esto, que ellos se detuvieron, como si estuvieron en la meta, porque esto debe ser tomado como un cumplimiento o un estado perfecto. El une a Cristo a ellos, así como la cabeza a los miembros, como si él hubiera dicho que el cuerpo de la Iglesia no tiene ninguna otra perfección, o, que ellos estarían entonces unidos realmente a Cristo, si el amor santo existió continuamente entre ellos.

Algunos dan otra explicación, que "Lo que es la verdad en Cristo, es también en usted". Pero yo no veo cual es el significado de esto.

“Porque las tinieblas van pasando.” El tiempo presente está aquí en lugar del pasado; porque quiere decir, que tan pronto como Cristo trae luz, tenemos la claridad completa del conocimiento: no que cada uno de los fieles llegue a ser sabio el primer día tanto como debiera serlo, (porque aun Pablo testifica que trabajó para obtener lo que no había alcanzado ya. Filipenses 3:12,) sino que solo el conocimiento de Cristo es suficiente para disipar la oscuridad. Por eso, es necesario el progreso diario; y la fe de cada uno tiene su amanecer antes que llegue el mediodía. Pero como Dios continúa la enseñanza de la misma doctrina, en la que Él manda que hagamos avances, el conocimiento del Evangelio es declarado justamente de ser la luz verdadera, cuando Cristo, el Sol de la justicia brilla. Así el camino está cerrado contra la audacia de esos hombres que tratan de corromper la pureza del Evangelio con sus propias invenciones; y podemos declarar con seguridad un anatema sobre toda la teología del Papa, porque oscurece enteramente la luz verdadera.

9. “El que dice que está en la luz.” El sigue con la misma metáfora. El dijo que el amor es la única regla verdadera según la cual nuestra vida debe conformarse; él dijo también que esta regla o ley es presentada a nosotros en el Evangelio; dijo, por último, que esta regla está ahí como la luz del meridiano, que siempre debe ser vista. Ahora, por otro lado, concluye que todos están ciegos caminando en la oscuridad y que son extraños al amor. Pero el que haya mencionado antes el amor de Dios y ahora el amor de los hermanos, no implica más contradicción que la que haya entre el efecto y su causa. Además, ambos conceptos están tan conectados que no pueden estar separados.

Juan dice en el tercer capítulo, que nos jactamos falsamente del amor de Dios, a menos que amemos a nuestros hermanos; y esto es la más exacta verdad. Y ahora él toma el amor a los hermanos como un testimonio por medio del cual demostramos que amamos a Dios. En resumen, en cuanto que el amor así considera a Dios, que en Dios el amor abarca a la humanidad, no hay nada extraño en esto, que el Apóstol, hablando del amor, se refiere en un lugar a Dios, y en otro a los hermanos; y esto es lo que es comúnmente enseñado en la Escritura. La perfección completa de la vida, como muchas veces se repite en la palabra Divina, consiste en el amor de Dios; y otra vez, Pablo nos enseña, que toda la ley se cumple por aquel que ama a su prójimo, (Romanos 13:8;) y Cristo declara que las bases fundamentales de la ley son la rectitud, el juicio, y la verdad. (Mateo 23:23.) Ambas cosas son verdaderas y concuerdan bien unidas, porque el amor de Dios nos enseña a amar a nuestros semejantes, y realmente demostramos nuestro amor a Dios amando a nuestros prójimos según su mandamiento. Sin embargo de que esto pueda ser así, siempre es cierto que el amor es la regla de la vida. Y esto debía ser cuidadosamente observado, pues todos escogen casi cualquier otra manera de vivir, en lugar de cumplir el mandamiento número uno de Dios.

Con el mismo propósito es lo que sigue, “y en él no hay tropiezo” -- eso es, en él que actúa en el amor; porque quien viva así nunca tropezará.

11. “Pero el que aborrece a su hermano.” De nuevo él nos trae a la memoria, que cualquier hermosura aparente de excelencia que usted muestre, no vale nada sino que es pecaminoso si el amor está ausente. Este pasaje puede estar comparado con la Primera Epístola a los Corintios capítulo 13, y ninguna grande explicación es necesaria. Pero esta doctrina no es comprendida por el mundo, porque la mayoría está deslumbrada por todo tipo de máscaras o disfraces. Así, la santidad ficticia deslumbra los ojos de casi todos los hombres, mientras el amor está descuidado, o, por lo menos, enviado al rincón más lejano.

1 Juan 2:12-14
12 Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre.
13 Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre.
14 Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.

12. “Hijitos.” Esto es todavía una declaración general, porque no lo dirige solamente a los de una edad tierna, pero por “hijitos” él significa a hombres de todas edades, como en el primer versículo, y también de ahora en adelante. Digo esto, porque intérpretes han inexactamente aplicado el término a niños. Pero Juan, cuando habla de niños, los llama παιδια, una palabra expresiva de la edad; pero aquí, como un padre espiritual, llama a los viejos así como los jóvenes, τεκνια. El hará, verdaderamente, dirigir palabras especiales a edades diferentes; mas ellos se equivocan quién piensan que él comienza aquí a hacer así. Pero, al contrario, por temor a que la exhortación anterior oscurezca la remisión gratuita de los pecados, otra vez inculca la doctrina que pertenece especialmente a la fe, para que el fundamento siempre pueda estar retenido con certeza, que la salvación nos es guardada para nosotros solamente en Cristo.

La santidad de la vida debe ser verdaderamente demostrada, el temor de Dios debe ser disfrutado con cuidado, los hombres deben ser aguadamente encomendados al arrepentimiento, la renovación de la vida, junto con sus frutos, debe ser encomendada; pero todavía debemos prestar atención, por temor a que la doctrina de la fe sea sofocada, -- esa doctrina que enseña que Cristo es el único autor de la salvación y de todas las bendiciones; al contrario, tal moderación debía ser presentada, para que la fe pueda retener su propia primacía. Esta es la regla prescrita a nosotros por Juan: habiendo hablado fielmente de obras buenas, por temor a que parezca darles más importancia de lo que debía haber hecho, nos llama con cuidado para contemplar la gracia de Cristo.

“Porque vuestros pecados os han sido perdonados.” Sin esta certeza, la religión no sería nada más que algo que se desvanece y una sombra; no, los que descuidan la remisión gratuita de los pecados, y piensan en otras cosas, construye sin un fundamento. Mientras tanto, Juan insinúa, que nada es más apropiado para estimular a los hombres al temor de Dios que cuando son enseñados correctamente sobre la bendición que Cristo ha traído a ellos, como Pablo hace, cuando implora por el afecto entrañable de Dios. (Filipenses 2:1.)

De ahí parece cuán malvada es la calumnia de los Papistas, que fingen que el deseo de hacer lo que es correcto está congelado, cuando eso es engrandecido que solo nos rinde criaturas obedientes a Dios. Porque el Apóstol toma esto como la base de su exhortación, que sabemos que Dios es tan benévolo hacia a nosotros en no imputar a nosotros nuestros pecados.

“Por su nombre.” La causa material está mencionada, por temor a que busquemos otros medios para reconciliarnos con Dios. Porque no sería suficiente saber que Dios nos perdona nuestros pecados, a menos que vengamos directamente a Cristo, y al precio que pagó en la cruz para nosotros. Y esto debe ser más observado, porque vemos que por el arte de Satanás, y por las ficciones malvadas de los hombres, este camino está obstruido; porque los hombres insensatos procuran calmar a Dios por varias satisfacciones, e idear clases innumerables de expiaciones con el propósito de redimirlos. Porque con muchas maneras que tratamos de ser dignos del perdón, estorbamos a Dios, y con tantos obstáculos quedamos impedidos para acercarnos. Por eso, Juan, no contento con simplemente indicar la doctrina de que Dios remite nuestros pecados, agrega expresamente, que él es propicio para con nosotros en cuanto a Cristo, a fin de que él pueda excluir todas las otras razones. Nosotros también  podemos disfrutar de esta bendición, e ignorar y olvidar todos los otros nombres, y confiar sólo en el nombre de Cristo.

13. “Os escribo a vosotros, padres.” Ahora viene a enumerar las edades diferentes, para mostrar que lo que enseñó estaba apropiado a cada uno de ellas. En cuanto que a veces una dirección general produce menos efectos; sí, nuestra perversidad es tanta, que pocos piensan que lo que está dirigido a todos pertenece a ellos. Los viejos, por la mayor parte, dispensas a sí mismos, porque han excedido la edad de aprendizaje; niños se niegan a aprender, porque todavía no tienen tanta edad; y hombres de la edad mediana no hacen caso, porque están ocupados con otras preocupaciones. Entonces, para que nadie eximir a sí mismo, él acomoda el Evangelio a todos. Y menciona tres edades, la división más común de la vida humana. Por eso, el coro de los de Lacedemonia tuvo tres órdenes; el primer cantó, "Lo que son seremos;" el último, "Lo que son hemos sido;" y el medio, "Somos lo que alguno de ustedes ha sido y el otro será". En estos tres grados Juan divide la vida humana.

El, verdaderamente, empieza con los viejos, y dice que el Evangelio es apropiado para ellos, porque aprendieron del mismo a conocer al Hijo eterno de Dios. La tristeza es la naturaleza de los viejos, pero llegaron a ser especialmente resistentes a aprender, porque miden sabiduría por el número de años. Además, Horacio en su Arte de Poesía, ha notado justamente este defecto en ellos, que alaban el tiempo de su juventud y rechazan cualquier cosa que está hecho o dicha en una forma distinta. Este mal Juan lo quita sabiamente, cuando nos recuerda que el Evangelio contiene no sólo un conocimiento que es antiguo, pero también nos dirige a la eternidad nueva de Dios. Por eso sigue que no hay nada aquí de que pueden tener aversión. El dice que Cristo fue “desde el principio”; me refiero a su presencia Divina, como coeternal con el Padre, así también a su poder, de que el Apóstol habla en Hebreos, que él fue ayer lo que es hoy; como si hubiera dicho, "Si la antigüedad le encanta, tiene a Cristo, quien es superior a toda antigüedad; por lo tanto sus discípulos no deben de avergonzarse de él quién incluye todas las edades en Él mismo". (Hebreos 13:8)

Tenemos al mismo tiempo, notar lo que de esa religión es realmente antiguo, aún lo que está fundado en Cristo, porque de otro modo no será de alguna utilidad, por largo que sea el tiempo que pueda haber existido, si deriva su origen del error.

“Os he escrito a vosotros, jóvenes.” Aunque sea una palabra diminutiva, νεανισκοι, mas no cabe duda que les dirige su palabra a todos los que estuvieron en la flor de su edad. Nosotros también sabemos que los de esa edad son tan adictos a los cuidados vanos del mundo, que piensan pero poco del reino de Dios; porque el rigor de sus mentes y la fuerza de sus cuerpos en una manera los embriaga. Por eso, el Apóstol los recuerda donde está el poder verdadero, para que no puedan exaltar más, como de costumbre, en la carne. “Sois fuertes,” dice, porque “habéis vencido al maligno,” Satanás. El copulativo aquí esté interpretado causativamente. E, indudablemente, esa fuerza es lo que busquemos, aún lo que es espiritual. Al mismo tiempo él insinúa que no es obtenido aparte de Cristo, para menciona las bendiciones que recibimos por el Evangelio. Dice que ellos habían conquistado a quiénes todavía estaban en la competencia; pero nuestra condición es muy distinta de la de los que luchan bajo las banderas de los hombres, porque la guerra es dudoso a ellos y el asunto es incierto; pero somos conquistadores antes que encontremos al enemigo, porque nuestra cabeza Cristo una vez para siempre conquistó para nosotros el poder del mundo entero.

13. “Os escribo a vosotros, hijitos.” Ellos necesitaron otra dirección. Que el Evangelio es adaptado bien a niños chiquitos el Apóstol concluye, porque ellos encuentran allí el Padre. Ahora vemos cuán diabólica es la tiranía del Papa, que ahuyenta por amenazas todas edades de la doctrina del Evangelio, mientras el Espíritu de Dios con tanto cuidado los dirige a todos.

Pero estas cosas de que el Αpóstol trata en particular, es también general; porque caigamos enteramente en la vanidad, a menos que nuestra enfermedad fuese sostenida por la verdad eternal de Dios. No hay nada en nosotros sino lo que es frágil y decayendo, a menos que el poder de Cristo habite en nosotros. Somos todos como huérfanos hasta que alcancemos la gracia de adopción por el Evangelio. Por eso, lo que él declara con respecto a niños chiquitos es también la verdad en cuanto a los ancianos. A la misma vez,  su objeto fue de aplicar a cada uno lo que fue especialmente necesario para ellos, que pueda mostrar que todos sin excepción necesitan la doctrina del Evangelio. La partícula ὅτι es explicada en dos maneras, pero el significado que le he dado, es lo mejor, y concuerda mejor con el contexto.

14. “Os he escrito a vosotros, padres.” Estas repeticiones creo sean superfluas; y probablemente muy duras cuando lectores inhábiles pensaron falsamente que él hablaba dos veces de niños chiquitos,   introdujeron temerariamente las otras dos cláusulas. Puede ser al mismo tiempo que Juan mismo, para ampliarlo, insertó la segunda vez la oración con respecto a los jóvenes, (porque él agrega, que ellos fueron fuertes, lo que no había dicho anteriormente;) pero que los copistas llenaron con osadía el número.

1 Juan 2:15-17
15. No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
16. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
17. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

15. No améis. El había dicho antes que la única regla para vivir religiosamente, es amar a Dios; pero como, cuando estamos ocupados con el amor vano del mundo, vagamos todos lejos en nuestros pensamientos y afecciones de otra manera, esta vanidad tiene que ser arrancada primero de nosotros, para que el amor de Dios pueda reinar dentro de nosotros. Hasta que nuestras mentes sean limpiadas, la doctrina anterior puede ser reiterada cien veces, pero sin ningún efecto: sería como verter agua sobre una pelota; se puede reunir, no, ni una gota, porque no hay lugar vacío para retener agua.

Por el “mundo” se comprende que todo está conectado con la vida actual, aparte del reino de Dios y la esperanza de la vida eterna. Así que él incluye en ello corrupciones de toda clase, y del abismo de todos los males. En el mundo están los placeres, las delicias, y todas esas tentaciones por los cuales un hombre es cautivado, para retirarse de Dios.

Además, el amor del mundo así es condenado severamente, porque tenemos que olvidarnos de Dios y de nosotros mismos cuando no consideramos nada tanto como la tierra; y cuando una lujuria corrupta de esta clase reina en el hombre, y así lo tiene enredado para que no piense en la vida celestial, él es poseído por una estupidez bestial.

“Si alguno ama al mundo.” El demuestra por un argumento de lo opuesto, cuán necesario es estar lejos del amor del mundo, si deseamos complacer a Dios; y esto él confirma después por un argumento dibujado de lo que es contradictorio; porque lo que pertenece al mundo es enteramente en desacuerdo con Dios. Tenemos que tener en cuenta lo que ya he dicho, que una vida corrupta está mencionado aquí, lo que no tiene nada en común con el reino de Dios, eso es, cuándo los hombres lleguen a ser tan degenerados, que están satisfechos con la vida actual, y no piensan más de la vida inmortal que los animales mudos. Quienquiera, entonces, que se hace así un esclavo a las lujurias terrenales, no puede ser de Dios.

16. “Los deseos de la carne,” o, es decir, la lujuria de la carne. El intérprete antiguo interpreta el verso de otro modo, porque de una oración él hace dos. Esos autores griegos hacen mejor, que leen estas palabras juntas, "Cualquiera que está en el mundo no es de Dios;" y entonces las tres clases de lujurias ellos las introducen entre paréntesis. Para Juan, a manera de explicación, insertó estos tres detalles como ejemplos, que puede mostrar brevemente cuáles son las pasatiempos y los pensamientos de los hombres que viven para el mundo; pero si es una división llena y completa, no significa mucho; aunque no se encuentra a un hombre mundano en quien estas lujurias no prevalecen, por lo menos una de ellas. Queda a nosotros ver lo que él comprende por cada una de éstas.

En la primera cláusula son explicados comúnmente todas las lujurias pecaminosas en general; porque la carne significa la total corrupción de la naturaleza del hombre. Aunque yo no estoy dispuesto a contender, tampoco estoy dispuesto a disimular que apruebo otro significado. Pablo, al prohibir, en Romanos 13:14, para hacer provisiones para la carne en cuanto a sus lujurias, me parece que es la mejor interpretación en ése punto. ¿Qué, entonces, es la carne allí? aún el cuerpo y todo lo que pertenece a ello. ¿Qué, entonces, es la lujuria o el deseo de la carne, pero cuándo los hombres mundanos, procurando vivir suavemente y delicadamente, están atentos sólo a sus propias ventajas? Bien conocido de Cicerón y de otros, es la división triple hecha por Epicuro; porque hizo esta distinción entre lujurias; hizo algunas naturales y necesarias, algunas naturales y no necesarias, y algunas ni naturales ni necesarias. Pero Juan, sabiendo bien que la insubordinación (ἀταξία) del corazón humano condena sin parar la lujuria de la carne, porque siempre fluye excesivamente, y nunca observa alguna moderación debida. El pasa después gradualmente a vicios más groseros.

“Los deseos de los ojos.” El incluye, como pienso, miradas libidinosas así como la vanidad que encanta en pompas y esplendor vacío.

En el último lugar sigue vanagloria u orgullo; con que está conectada la ambición, la jactancia, el desprecio de otros, el amor ciego de sí mismo, la confianza testaruda en sí mismo.

La suma del total es, tan pronto como el mundo se presenta, nuestras lujurias o deseos, cuando nuestro corazón es corrupto, es cautivado por ello, como fieras desenfrenadas; para que varias lujurias, todas las cuales están en contra de Dios, nos gobiernan o controlan. La palabra griega, βίος traducida vida, (vita,) significa el camino o la manera de vivir.

17. “Y el mundo pasa.” En cuanto que no hay nada en el mundo pues todo lo se desvanece, y dura como si fuera por un momento, él de ahí concluye que los que buscan su felicidad en ello, hacen una provisión despreciable y miserable para sí mismos, especialmente cuando Dios nos llama a la gloria inefable de la vida eterna; como si hubiera dicho, "La felicidad verdadera que Dios ofrece a sus hijos, es eternal; es entonces una cosa vergonzosa para nosotros estar enredados con el mundo, que con todos sus beneficios se desaparecerá bien pronto". Tomo “lujuria” aquí en el sentido metonímico, como significando lo que es desear o es codiciar, o lo que cautiva los deseos de los hombres. El significado es, que lo que es lo más precioso en el mundo y creído de ser especialmente deseable, no es nada sino un fantasma oscuro.

En decir que los que hacen la voluntad de Dios permanecerán para siempre, o perpetuamente, significa que los que buscan a Dios serán bendecidos perpetuamente. Si alguno se opone y dice que nadie obedece los mandamientos de Dios, la respuesta obvia es, que lo que es hablado aquí no es guardar perfectamente la ley, sino la obediencia de fe, que, aunque imperfecta que puede ser, es todavía aprobada por Dios. La voluntad de Dios está revelada primero a nosotros en la ley; pero en cuanto que nadie satisface la ley, ninguna felicidad puede ser esperada de ella. Pero Cristo viene a encontrar a los desesperados con ayuda nueva, quien no sólo nos regenera por su Espíritu para que podamos obedecer a Dios, pero también que nuestros esfuerzos, como sean deben obtener la alabanza de la justicia perfecta.

1 Juan 2:18-19
18. Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.
19. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.

18. “Ya es el último tiempo,” u hora. El confirma a los fieles contra ofensas por las cuales ellos puedan ser perturbados. Ya muchas sectas se habían levantado, que rompieron la unidad de la fe y causaron desorden en las iglesias. Pero el Apóstol no sólo fortifica a los fieles, para que no vacilen, mas giran en total a un propósito opuesto; porque él trae a sus memorias que el último tiempo ya había venido, y por eso los exhorta a una vigilancia más amplia, como si él hubiera dicho, "Mientras varios errores surjan, les conviene estar despiertos antes que estar agobiados; porque debemos concluir que Cristo no está muy lejos; entonces lo busquemos con cuidado, para que no nos llegue de repente". De la misma manera nos conviene estar consolados acerca de este día, para ver por fe la venida cercana de Cristo, mientras Satanás está causando confusión para perturbar a la Iglesia, porque éstos son las señales del  último tiempo.

Pero habiendo pasado tantas épocas desde la muerte de Juan, parece demostrar que esta profecía no es verdadera: a esto contesto, que el Apóstol, según el modo común adoptado en la Escritura, declara a los fieles, que esa profecía por ahora permanece, y que Cristo aparecerá para la redención del mundo. Pero en cuanto que no fija tiempo, no atrajo a los hombres de su época con una esperanza vana, ni pensó acortar el curso futuro de la Iglesia y las muchas sucesiones de años durante los cuales la Iglesia se ha quedado hasta ahora en el mundo. E indudablemente, si la eternidad del reino de Dios está tomada en cuenta, así que un largo tiempo parecerá a nosotros como un momento. Tenemos que entender el diseño del apóstol, que lo llama el último tiempo, durante el cual todas las cosas serán completadas, para que nada se quede excepto la última revelación de Cristo.

“Oísteis que el anticristo viene.” El habla como si fuera una cosa bien conocida. Por eso, podemos concluir que los fieles habían sido enseñados y advertidos desde el principio con respeto al desorden  futuro de la Iglesia, para que ellos pudieran, mantenerse asimismos con cuidado en la fe que profesaron, y también instruir a la posteridad en el deber de la vigilancia. Porque fue la voluntad de Dios que su Iglesia sea probada así, para que nadie en conocimiento y voluntariamente sea engañado, y que no haya ninguna excusa para la ignorancia. Pero vemos que casi todo el mundo entero ha sido engañado miserablemente, como si ni una palabra hubiera sido dicha sobre el Anticristo.

Además, bajo el Papado no hay nada más notorio y común que la venida futura del Anticristo; mas ellos son tan estúpidos, que no perciben que su tiranía está ejercitada sobre ellos. Verdaderamente, la misma cosa sucede enteramente a ellos como a los judíos; porque aunque tienen las promesas respeto al Mesías, están aún más lejos de Cristo como si nunca hubieran oído su nombre; porque el Mesías imaginario, quien ellos han inventado para sí mismos, les cambian enteramente aparte del Hijo de Dios; y si cualquiera les mostrara Cristo a ellos de la Ley y los Profetas, sólo gastaría su trabajo en vano. Los Papas se han imaginado a un Anticristo, que por tres años y medio acosará a la Iglesia. Todas las marcas por las cuales el Espíritu de Dios ha indicado al Anticristo, aparecen claramente en el Papa; pero el Anticristo trienal domina rápidamente a los Papistas insensatos, para que viendo no ven. Recordemos  que el Anticristo no sólo ha sido anunciado por el Espíritu de Dios, pero que también las marcas por los cuales él puede ser distinguido han sido mencionadas.

“Así ahora han surgido muchos anticristos.” Esto puede parecer haber sido agregado por manera de corrección, como si ellos pensaran falsamente que sería solamente un reino; pero no sería así. Los que suponen que sería sólo un hombre, están verdaderamente un gran error. Para Pablo, refiriéndose a una deserción futura, muestra claramente que sería un cierto cuerpo o reino. (2 Tesalonicenses 2:3.) El predice primero una deserción que prevalecería tras la Iglesia entera, como un mal universal; él entonces hace la cabeza de la apostasía el adversario de Cristo, que se sentaría en el templo de Dios, reclamando para él mismo la divinidad y honores divinos. A menos que queramos errar voluntariamente, podemos aprender de la descripción de Pablo a conocer al Anticristo. Ese pasaje que ya he explicado; es bastante ahora tocarlo en otra manera.

Pero ¿cómo puede aquel pasaje concordar con las palabras de Juan, que dice que ya surgieron muchos Anticristos? A esto contesto, que Juan querría decir ninguna otra cosa, que algunas sectas particulares ya habían surgido, que fueron precursores de un Anticristo futuro; para Cerinthus, para Basilides, para Marcion, para Valentinus, para Ebion, para Arrius, y para otros, fueron miembros de ese reino que el Diablo levantó después en oposición a Cristo.

Propiamente dicho, el Anticristo todavía no estaba en existencia; pero el misterio de iniquidad obraba en secreto. Pero Juan utiliza el nombre, para estimular eficazmente el cuidado y la solicitud de los santos para repeler los fraudes.

Pero si el Espíritu de Dios aún en esta época mandó a los fieles hacer su vigilancia, cuando vieron solamente de lejos las señales del enemigo venidero, ahora es aun menos un tiempo para dormir, cuando tiene la Iglesia bajo su tiranía cruel y opresiva, y deshonra abiertamente a Cristo.

19. “Salieron de nosotros.” El anticipa otra objeción, que la Iglesia pareció haber producido estas pestes, y las había abrigado por un tiempo en su seno. Ciertamente sirve más para perturbar los débiles, cuando alguien entre nosotros, profesando la fe verdadera, se cae, que cuando mil extranjeros conspiran contra nosotros. El entonces confiesa que ellos habían salido del seno de la Iglesia; pero niega que fueran jamás de la Iglesia. Pero la manera de quitar esta objeción es decir, que la Iglesia siempre está expuesta a este mal, porque está obligada a soportar a muchos hipócritas que no conocen a Cristo, realmente, aunque puedan profesar mucho su nombre solamente de boca.

En decir, “salieron de nosotros”, significa que ellos habían ocupado anteriormente un lugar en la Iglesia, y fueron contados entre el número de los santos. Sin embargo, niega que aquellos fueron de ellos, aunque ellos habían asumido el nombre de creyentes, como la paja, aunque mezclado con el trigo en el mismo piso, todavía no es considerado trigo.

“Porque si hubiesen sido de nosotros.” El declara claramente que los que se fueron nunca había sido miembros de la Iglesia. E indudablemente el sello de Dios, bajo lo cual mantiene a sus propios, se queda seguro, como dice Pablo, (2 Timoteo 2:19.) Pero aquí surge una dificultad, porque sucede que muchos que parecieron abrazar a Cristo, a menudo caigan. A esto contesto, que hay tres tipos de los que profesan el Evangelio; los que fingen piedad, mientras una conciencia mala les reprueba de adentro; la hipocresía de otros es más engañosa, que no sólo procuran disfrazarse delante de los hombres, pero también deslumbran sus propios ojos, para que parezcan a sí mismos adorar a Dios bien; los terceros son los que tienen la raíz viva de la fe, y llevan un testimonio de su propia adopción puesto firmemente en sus corazones. Los primeros dos no tienen estabilidad; de los últimos Juan habla, cuando dice, que es imposible que pueden estar separados de la Iglesia, porque el sello que el Espíritu de Dios graba en sus corazones no puede ser arrasado; la semiente incorruptible, que ha echado raíces, no puede ser arrancada ni destruida.

1 JUAN 2:20-23
20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.
21 No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.
22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.

20. “Pero vosotros tenéis la unción.” El apóstol modestamente se excusa por haberles advertido tan seriamente, por temor a que pensaran que ellos fueran reprobados indirectamente, como si fueron groseros e ignorantes de esas cosas que debían haber sabido bien. Así que Pablo concedió sabiduría a los romanos, que eran hábiles y aptos para amonestar a otros. Al mismo tiempo mostró que necesitaron de ser recordados, para que pudieran hacer sus deberes. (Romanos 15:14, 15.) Sin embargo, los apóstoles no hablaron así para halagarlos; sino sabiamente hicieron caso por temor que su doctrina fuera rechazada por alguien, porque declararon lo que fue conveniente y útil, no sólo a los ignorantes, sino también a los bien instruidos en la escuela del Señor.

La experiencia nos enseña cuán meticulosos son los oídos de los hombres. Tal meticulosidad debe estar verdaderamente muy lejos de los santos; mas conviene un a un maestro fiel y sabio no omitir nada por que puede asegurar una audiencia de todos. Y es cierto que recibimos lo que es dicho con menos atención y respeto, cuando pensamos que quien habla menosprecia el conocimiento que nos ha sido dado por el Señor. El Apóstol, por este alabanza, al mismo tiempo estimula a sus lectores, porque fueron dotados con el don del conocimiento y tenían menos excusas si no superaron a otros en su pericia.

El estado del caso es, que el apóstol no los enseñó como si fueron ignorantes, y sabían sólo los primeros elementos del conocimiento, pero les recordó cosas ya conocidas, y también los exhortó a despertar las chispas del Espíritu, para que una luminosidad completa brille de ellos. Y en las próximas palabras se explicó, habiendo negado que escribiera a ellos porque no supieron la verdad, sino porque habían sido enseñados bien en ella; porque si fueron enteramente ignorantes y novicios, no podrían haber comprendido su doctrina.

Ahora, cuando él dice que ellos conocieron todas las cosas, no debe ser aceptado en el sentido más amplio, sino debía ser limitado a la materia de que trata aquí. Pero cuando dice que tuvieron una unción del Santo, alude, sin duda, a los tipos antiguos. El óleo con que los sacerdotes fueron ungidos fue obtenido del santuario; y Daniel menciona el advenimiento de Cristo como el tiempo apropiado para ungir el Santo de los santos. (Daniel 9:24.) Porque fue ungido por el Padre, para derramar sobre nosotros una abundancia múltiple de su propia plenitud. De ahí sigue que los hombres no son hechos sabios correctamente por la perspicacia de sus propias mentes, sino por la iluminación del Espíritu; y aún más, que no de otro modo somos hechos participantes del Espíritu que por Cristo, que es el santuario verdadero y nuestro único sumo sacerdote.

21. “Y porque ninguna mentira procede de la verdad.” El concede a ellos un juicio, por medio del cual podría distinguirse la verdad de la mentira; porque no es la proposición dialéctica, esa la mentira varía de la verdad, (como son enseñados como reglas generales en las escuelas;) sino lo que está dicho está aplicado a lo que es práctico y útil; como si hubiera dicho, que ellos no sólo tuvieron lo que fue verdad, pero también fueron tan fortificados contra las imposturas y falacias del impío, que sabiamente prestaron atención a sí mismos. Además, habla no de ésta ni de esa clase de mentira; pero dice, que cualquier engaño que Satanás invente, o en cualquier manera que los ataque, podrían distinguirse fácilmente entre luz y oscuridad, porque tuvieron el Espíritu como su guía.

22. “¿Quién es el mentiroso?” El no afirma que solamente fueron mentirosos los que negaron que el Hijo de Dios apareció en carne, por temor a que nadie en aflojar el nudo sea atormentado excesivamente; sino que superaron a todos los otros, como si hubieran dicho, que a menos que esto es considerado una mentira, ningún otro podría ser considerado así; como estamos acostumbrados en decir comúnmente, "Si la traición hacia Dios y a hombres no es un crimen ¿a qué más podemos llamar crimen"?

Lo qué había dicho generalmente de los profetas falsos, ahora aplica al estado de su propio tiempo; porque indica, como por el dedo a los que perturbaron la Iglesia. Concuerdo a la vez con los antiguos, que pensaron que aquí se refiere a Cerinthus y Carpocrates. Pero la negación de Cristo se extiende mucho más ampliamente; porque no es suficiente confesar en palabras que Jesús es el Cristo, si él no es reconocido de ser como el Padre lo ofrece a nosotros en el evangelio. Los dos que he nombrado dieron el título de Cristo al Hijo de Dios, pero se imaginaron de ser solamente hombre. Otros los siguieron, como Arrío, que, lo adorno con el nombre de Dios, pero lo robó de su divinidad eterna. Marción soñó que él fue un mero fantasma. Sabelio se imaginó que no variaba nada del Padre. Todo estos negaron al Hijo de Dios; porque ninguno de ellos reconoció realmente al Cristo verdadero; pero, adulterando, hasta donde pudieron, la verdad con respecto a él, inventaron para sí mismos un ídolo en vez de Cristo. Entonces estalló Pelagio, que, verdaderamente, no llevó ninguna disputa con respeta a la esencia de Cristo, pero lo permitió ser hombre de verdad y Dios; mas él transfirió a nosotros casi todo el honor que pertenece él. Es, verdaderamente, reducir a Cristo a nada, cuando su gracia y el poder están apartados.

Así los Papistas, en este día, estableciendo el albedrío libre en oposición a la gracia del Espíritu Santo, atribuyendo una parte de su rectitud y salvación a los méritos de las obras, fingiendo para sí mismos partidarios innumerables, por quien ellos rinden a Dios que sea propicio a ellos, y tienen un tipo de Cristo ficticio, yo no sé lo que ésto sea; pero la verdadera y viva imagen de Dios, que brilla adelante en Cristo, ellos lo deforman por sus invenciones malvadas; ellos disminuyen su poder, trastornan y pervierten su oficio.

Ahora vemos que Cristo  es negado, cuando esas cosas que pertenezcan típicamente a él, están quitados de él. Y en cuanto Cristo es el fin de la ley y del evangelio, y tiene en él mismo todos los tesoros de sabiduría y conocimiento, así es el blanco en que todos los heréticos nivelan y dirigen sus flechas. Por lo tanto el apóstol, no sin razón, hace a éstos los impostores principales, que luchan contra Cristo, en quien la verdad completa está exhibida a nosotros.

“Este es anticristo.” El habla no de ese príncipe de deserción que iba a ocupar el asiento de Dios; sino de todos los que procuran derrocar a Cristo, los pone entre esa banda impía. Y para ampliar su crimen, afirma que el Padre, no menos que el Hijo, es negado por ellos; como si hubiera dicho, "Ya no tienen ninguna religión, porque descartan enteramente a Dios". Y ésto lo confirma después, agregando esta razón, que el Padre no puede estar separado del Hijo.

Pues, esta es una oración notable, y debía ser considerado entre los primeros axiomas de nuestra religión. Si, cuando hemos confesado que hay un solo Dios verdadero, este segundo artículo debe ser agregado necesariamente, que él no es ningún otro sino quien es conocido en Cristo. El apóstol no trata aquí distintamente de la unidad de la esencia. Es verdad, sin duda, que el Hijo no puede estar separado del Padre, porque él es de la misma esencia, (ὁμοούσιος) pero se habla de otra cosa aquí, esto es, que el Padre, que es invisible, se ha revelado a sí mismo solamente en su Hijo. Por eso,  él es llamado la imagen del Padre, (Hebreos 1:3,) porque él expone y exhibe a nosotros todo que es necesario saber del Padre. Porque la majestad desnuda de Dios, por su brillo inmenso, siempre deslumbra nuestros ojos; por eso es necesario que miremos a Cristo. Esto va a venir a la luz, que está declarado justamente de ser inaccesible de otra manera.

Digo, otra vez, que no hay aquí una discusión distinta con respecto a la esencia eternal de Cristo, que tiene en común con el Padre. Este pasaje es, de verdad, abundantemente suficiente para demostrarlo: pero Juan nos llama a esta parte práctica de fe, que como Dios se ha dado a nosotros para gozarnos solamente en Cristo, y él es buscado en vano en cualquier otra parte; o (si alguien prefiere lo que es más claro) como en Cristo habita toda la plenitud de la Deidad, no hay Dios aparte de él. Por eso se sigue, que turcos, judíos, y los que son como ellos, tiene un mero ídolo y no el Dios verdadero. Porque cualesquiera que sean títulos con los que puedan honrar al Dios que adoran, como todavía que lo rechazan no pueden venir a Dios, quien realmente se ha manifestado a nosotros, ¿qué tienen sino alguna criatura o ficción de ellos mismos? Pueden alabar a ellos mismos como quieren, con sus propias especulaciones, que, sin Cristo, filosofan en cosas divinas; todavía es cierto que hacen nada más que delirar y divagar, porque, como Pablo dice, no tienen la Cabeza. (Colosenses 2:19.) Es obvio, por eso, concluir cuán necesario es el conocimiento de Cristo.

Muchos manuscritos tienen la oración al contrario, "Quien confiesa al Hijo," etc. Pero pienso que una nota por algún copista había sido desligada en el texto, vacilé en no omitirlo. Pero si su inclusión está aprobada, el significado sería, que no hay confesión correcta de Dios salvo que el Padre es reconocido en el Hijo.

Si alguien oponerse y decir, que muchos de los antiguos pensaron correctamente de Dios, a quien Cristo no fue revelado: Admito que el conocimiento de Cristo no siempre ha sido revelado explícitamente, no obstante, sostengo que ha sido siempre verdad, como la luz del sol viene a nosotros por sus rayos, así que el conocimiento de Dios ha sido comunicado por Cristo.

1 JUAN 2:24-29
24. Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.
25.Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.
26. Os he escrito esto sobre los que os engañan.
27. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
28. Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.
29. Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.

24. Permanezca en vosotros. El adjunta una exhortación a la doctrina anterior; y para que tenga más peso, indica el fruto que recibirían de la obediencia. El entonces los exhorta a la perseverancia en la fe, para que retengan fijo en los corazones lo que habían aprendido.

Pero cuando dice, “desde el principio”, no significa que la antigüedad en sí fue suficiente para demostrar alguna doctrina de ser la verdad; pero en que ya ha mostrado que ellos habían sido instruidos correctamente en el evangelio puro de Cristo, concluye que deben de continuar en lo mismo. Y este orden debe ser observado especialmente; porque si no estábamos dispuestos a salir de esa doctrina que hemos abrazado una vez, cualquier puede ser, esto no sería perseverancia, sino obstinación perversa. Por eso, la discriminación debe ser ejercitada, para que la razón para nuestra fe pueda ser hecha evidente de la palabra de Dios: entonces permite que la perseverancia siga inflexible.

Los Papistas se jactan de "un principio," porque han embebido sus supersticiones desde su niñez. Bajo esta pretensión se permiten a sí mismos rechazar obstinadamente la verdad sencilla. Tal perversidad nos muestra, que siempre debemos comenzar con la certeza de la verdad.

“Lo que habéis oído.” Aquí está el fruto de la perseverancia, que ellos en quienes la verdad de Dios se queda, permanecen en Dios. Por eso aprendemos lo que busquemos en cada verdad que pertenece a la religión. Por lo tanto el que desarrollo la habilidad más grande, hace tal progreso para penetrar lo más posible en el conocimiento de Dios. Pero él en quien el Padre habita pero no por su Hijo, es enteramente vano y vacío, en cualquier sabiduría que puede poseer. Además, esto es la alabanza más alta de doctrina sana, que nos une a Dios, y que en esto se encuentra lo que pertenece al cumplimiento verdadero de Dios.

En el último lugar, nos recuerda que la felicidad verdadera es cuando Dios habita en nosotros. Las palabras que utiliza son ambiguas. Pueden interpretarse así, "Esta es la promesa que nos ha ofrecido, aún la vida eterna".  Se puede, sin embargo, adoptar cualquiera de estas interpretaciones, porque el significado es todavía lo mismo. La suma de lo que está dicho es, que no podemos vivir aparte que alimentarnos hasta el fin en la semilla de la vida sembrada en los corazones. Juan insiste mucho en este punto, que no sólo el principio de una vida bendita puede ser encontrado en el conocimiento de Cristo, pero también su perfección. Pero ninguna repetición de ello puede ser demasiado, porque es bien sabido que siempre ha sido una causa de ruina a los hombres, no estar contento con Cristo, han tenido un anhelar para vagar más allá de la doctrina sencilla del evangelio.

26. “Os he escrito esto.” El apóstol se excusa a sí mismo otra vez por haber amonestado a los que fueron dotados bien con el conocimiento y el juicio. Pero hizo esto, que solicitaran la orientación del Espíritu, para que su amonestación sea en vano; como si hubiera dicho, "De verdad hago de mi parte, pero todavía es necesario que el Espíritu de Dios les dirija en todas las cosas; porque en vano yo, por el sonido de mi voz, golpeo los oídos, o más bien el aire, a menos que él hable dentro de ustedes".

Cuándo oímos que escribió con respecto a seductores, siempre tengamos en cuenta, que es el deber de un pastor bueno y diligente no sólo reunir una multitud, sino también ahuyentar lobos, porque ¿de qué sirve proclamar el evangelio puro, si consentimos en las imposturas de Satanás? Nadie, entonces, puede enseñar fielmente a la Iglesia, si no es diligente en desterrar errores siempre que los encuentre esparcidos por los seductores. Lo que dice de la unción recibida de él, yo me refiero a Cristo.

27. “Y no tenéis necesidad.” Tenía que ser extraño el propósito de Juan, como yo ya he dicho, si pensó representar la enseñanza como inútil. El no atribuyó a ellos tanta sabiduría, como negar que fueron los eruditos de Cristo. El sólo significó que no fueron de ninguna manera tan ignorantes para necesitar cosas como si fueron desconocidos de estar enseñados, y que no puso ante ellos nada que el Espíritu de Dios no les hubiera sugerido. Absurdamente, entonces, los hombres fanáticos se basan en este pasaje, para excluir de la Iglesia el uso del ministerio exterior. El dice que los fieles, enseñados por el Espíritu, ya entendieron lo que él entregó a ellos, para que no tuvieran la necesidad de aprender cosas desconocidas a ellos. El dijo esto, para agregar más autoridad a su doctrina, mientras cada uno repitió en su corazón un asentimiento al mismo, grabado como si estuvieron por el dedo de Dios. Pero en cuanto que cada uno tenía conocimiento según la medida de su fe, y como la fe de algunos fue pequeña, y en otros más fuerte, y en ninguno perfecta, por eso, que nadie supo tanto, que no hay campo para el progreso.

Hay también otro uso de esta doctrina, -- cuándo los hombres comprenden lo que es realmente necesario para ellos, debemos advertirles y estimularlos, para que sean aún más confirmados. Porque lo dice Juan, dice de que fueron enseñados en todas las cosas por el Espíritu, no debe ser tomado generalmente, sino estar limitado a lo que está contenido en este pasaje. El tuvo, en resumen, ninguna otra cosa a la vista que reforzar su fe, mientras les recordó al examen del Espíritu, quien es el único corrector y aprobador apropiado de la doctrina, que lo sella en nuestros corazones, para que sepamos con certeza que Dios habla. Porque mientras la fe debe mirar a Dios, él sólo puede ser el testigo a él mismo, para convencer a nuestros corazones que lo que nuestras oídos reciben ha venido de él.

Y lo mismo es el significado de estas palabras, “como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera;” eso es, el Espíritu es como un sello, por el cual la verdad de Dios es testificada. Cuándo agrega, “y no es mentira”, indica otro oficio del Espíritu, que nos dota con juicio y discernimiento, para que no seamos engañados por mentiras, para que no seamos indecisos y estar desconcertados, para que no vacilemos como en cosas dudosas.

“Según ella os ha enseñado, permaneced en él,” o, perseverar en él. El había dicho, que el Espíritu moraba en ellos; ahora los exhorta que permanezcan en la revelación hecha por él, y especifica cuál revelación lo fue, "Permaneced," él dice, "en Cristo, como el Espíritu les ha enseñado". Otra explicación, yo sé, es dado comúnmente, "Permaneced en ello," eso es, la unción. Pero cuando la repetición que sigue inmediatamente, no puede aplicar a cualquier otro sino a Cristo, estoy seguro que habla aquí también de Cristo; y esto es requerido por el contexto; porque el Apóstol habla mucho de este punto, que los fieles deben retener el conocimiento verdadero de Cristo, y que ellos no deben ir a Dios en cualquier otra manera.

Al mismo tiempo muestra, que los hijos de Dios no son iluminado por el Espíritu, por ningún otro fin aparte de que pueden conocer a Cristo. Si no se apartaren de Él, les prometió el fruto de la perseverancia, aún confianza, por no ser avergonzados en su presencia. Porque la fe no es una aprensión desnuda y fría de Cristo, sino un sentido vivo y verdadero de su poder, que produce la confianza. Verdaderamente, la fe no puede sostenerse en pie, mientras es sacudido diariamente por tantas ondas, si no mira al advenimiento de Cristo, y, apoyado por su poder, trae la tranquilidad a la conciencia. Pero la naturaleza de la confianza está expresada bien, cuando dice que puede sostener bravamente la presencia de Cristo. Porque los que consienten firmemente en sus vicios, dan las espaldas ante Dios; ni pueden de otra manera obtener la paz al olvidarse de Él. Esto es la seguridad de la carne, que atonta a los hombres; porque al apartarse de Dios, ni tienen miedo del pecado ni de la muerte; y a la vez rehuyen el tribunal de Cristo. Pero una confianza santa se goza en mirar a Dios. Por eso, los piadosos esperan tranquilamente en Cristo, y no temen su venida.

29. “Si sabéis que él es justo.” Otra vez pasa a las exhortaciones, para que mezcle estas continuamente con la doctrina a través de la Epístola; pero demuestra por muchos argumentos que la fe está conectada necesariamente con una vida pura y santa. El primer argumento es, que somos engendrados espiritualmente según la semejanza de Cristo; por eso sigue, que nadie es nacido de Cristo salvo los que viven rectamente. Al  mismo tiempo es incierto si significa Cristo o a Dios, cuando dice que los que son nacidos de él hacen la justicia. Es cierto que es un modo de hablar utilizado en las Escrituras, que somos nacidos de Dios en Cristo; pero no hay ninguna contradicción del uno al otro, que los que son nacidos de Cristo, que son renovados por su Espíritu.

CAPÍTULOS 3 - 5


Traducción por Josué I. Balderas y Esteban Larsón Macías
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