“Nuestra conversión sobre Efesios 4 y Col. 3”

por  Evert De Vries

Si leemos la carta a los Efezios y a los Colosenses, y toda la Biblia desde Génesis
- la caída en el pecado - hasta Apocalipsis, el fin y la segunda venida del Salvador, nos damos cuenta que todo es un solo libro con una sola historia, aunque larga para nosotros seres humanos, adonde Dios nos busca. Leemos sobre el viejo hombre con la cual nacimos. Pablo nos dice, que a pesar de la manera de vivir que hemos pasado nosotros, la cual hemos dejado atrás, y la que todavía siempre recordamos ahí vemos lo característico del viejo hombre, el que se termina arruinándose con sus deseos e inclinaciones pecaminosos. El es el hombre del pecado que está viciado conforme a sus deseos engañosos, siguiendo su camino con la vanidad de sus pensamientos, obscurecido está sus mente, y enajenado de la vida con Dios por ignorancia, la que lo domina por endurecimiento de su corazón. Esto lo demuestra en: “que perdieron toda sensibilidad y entregado a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Más amor para el vicio que para Dios. El viejo hombre con sus prácticas. Practicas o hechos, que se originan por mejorar su situación, sus vicios. Lea, parece ser necesario y grandioso, pero va a ser su ruina.
Así dibuja Pablo al hombre, como él está dominado desde la caída en el pecado por Adán. El pecado le produce su muerte. Esto vale para toda persona ajeno a Cristo.
Pero Cristo ha quebrado y abierto con legalidad este muro de la muerte, para darle la luz y entrada al hombre nuevo, el que ha recibido la vida eterna. Ahora Pablo puede escribirles a los creyentes escogidos de los paganos: “es verdad de que con Cristo se han despojado y libres del viejo hombre a Adán: por el Crucificado y el Resucitado”.
Pablo consta aquí: por la confesión de su fe con el bautismo, suministrado a el de adulto, o en niñez por la responsabilidad de sus padres, como un hecho y no como una ceremonia, esa persona cree lo que simboliza su bautismo y lo que a el le garantiza, es decir que nuestro viejo hombre está crucificado con Cristo y por tal sepultado en la muerte.
Más el bautismo significa mucho más: que también hemos contraído el hombre nuevo, que es Cristo!
A consecuencia que día a día renovamos ampliando el espíritu de nuestros pensamientos, ahora nuestros pensamientos comienzan con Cristo!. Estamos exceptuados de los deseos vanidosos e infructuosos. El apóstol nos enseña que es realmente nuestra confesión de fe y nuestro bautismo. El que fue bautizado en Cristo se ha revestido con Cristo. Por lo que se debe estar seguro que por nuestra fe, no estamos muertos por el pecado, pero vivos para Dios por Cristo Jesús. ¿No es esto lo que creemos?
Conclusión, no nos queda otro llamado más grande que odiar la vida hipócrita del hombre viejo, y de evadirlo, dejando atrás las obras de la oscuridad.
Así estamos en la creación renovada a la que Dios nos conduce, para vivir con El eternamente: Amen!.


                                                                       Evert De Vries

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