Devocional Diario
Octubre 1
LXIII: LA NOCHE ESTA AVANZADA
Por: Abraham Kuyper

Lectura Bíblica:
Romanos 13:12: "La noche está avanzada, y se acerca el día.  Desechemos pues las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz."

Devocional:

Después de nuestra conversión, después de ser atraídos por nuestro redentor, permanecemos en un estado intermedio hasta la muerte.

"La noche está avanzada, el día está cerca”, aunque todavía no ha llegado el medio día. Que sólo vendrá cuando la gloria de Cristo irrumpa en todos los ámbitos. Hasta que llegue esa hora nos acercamos al día en su plenitud, pero de hecho, todavía caminamos en la penumbra. La luz en la que caminamos verdaderamente aún es débil.

Incluso después de la conversión continuamos, provisionalmente, en un cierto tipo de adormecimiento, y sólo poco a poco somos sacudidos y despertados nosotros mismos libremente de sus efectos.

Esto es así ahora, y así fue en los días de Pablo cuando el cambio que produce la conversión, especialmente con respecto a las conductas externas, era mucho más abrumador que ahora. Hablando de sí mismo y por los neófitos en Roma, el Apóstol expresa enfáticamente: "Es ahora (es decir, tal como fue años después de su conversión), que es ya hora de levantarnos del sueño (que todavía está sobre nosotros), porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. " Y luego añade: "La noche está avanzada, el día está cerca" (Romanos 13:2).

Esto, por supuesto, no resta nada a la incontrovertible verdad, que el que llega a convertirse el día de hoy, y el día de mañana duerme en su Salvador, está seguro de su gloria eterna. Pero sí quiere decir que, el que después de la conversión permanece muchos años sobre la faz de la tierra, poco a poco pasa de la penumbra a la luz, cada vez más clara, cada vez más lejos de las sombras de la noche y continuamente advierte un mayor acercamiento a la luz del día.

En la naturaleza la partida de la noche no sucede repentinamente, para dar lugar a la llegada del día, que de igual forma, aumenta su brillantez hasta mediodía de una manera gradual. En la naturaleza hay transiciones desde la oscuridad hasta el resplandor de la luz y desde el amanecer hasta la refulgencia plena de la luz del mediodía. Transiciones que son de más larga duración en algunas partes del mundo que en otras, pero que de la misma manera, se producen en todas partes.

Así es en la vida espiritual. Uno no se vuelve totalmente santo en sus deliberaciones, en sus tendencias, en sus acciones diarias y en su forma de vida de una vez. No deja de tener una vida hostil hacia Dios, y de un solo salto entra en plena comunión con Él. Cuando era de noche en el alma, el sol, después de la conversión, no se situó de inmediato en su cenit. Aquí también hay transiciones. Incluso en este camino, que comienza con un primer rayo de luz que; por primera vez aparta las nubes; por primera vez desgarra la bruma y permite que el rayo más brillante de luz penetre el ojo del alma. Avance cada vez más y más adentro -de gracia en gracia. En unos, más rápidamente que en otros. Primero despertándonos del sueño del error y del pecado. Luego, con una sacudida espanta ese sueño. Hasta que se adquiera la conciencia de ese despertar y finalmente, la entrada a la luz.

En esta transición reside la infatigable operación del poder de la vida Cristiana. Nunca permanece estática donde nos encontramos si no que se mantiene en un avance continuo.

En primer lugar, saldrá estrella de Jacob . Que es al presente el sol de la salvación que se sitúa en el horizonte. Para que finalmente el sol propague su refulgente luz en aquellos que primeramente vagaban en la oscuridad.

Es toda una procesión de triunfo y victoria para aquellos a quienes la falta de luz significa una noche sin final. Luz que proviene de una vela, una luz que se eleva cada vez más alto, y gradualmente se vuelve más clara. Su vida como cristiano no tendría ningún valor en este mundo, si el ojo de su alma, en esta adaptación gradual a la fuerte luz de la gracia, no adquiriera por esta percepción de la luz, cada vez más clara,  la riqueza de la compasión de Dios.



A este respecto el incremento comprende tres características.

Aumento de la fuerza interna, aumento en una exhibición, cada vez más efectiva, de los poderes del reino, y  aumento de su comunión con Dios, esto es, aplicar el corazón a la religión verdadera.

Hay un aumento en la fuerza interior, así como aumenta la fuerza de la corriente de bendición que proviene del Reino celestial. La noche está avanzada y la claridad de la luz brilla en tu alma. Este es el favor de Dios, el cual Él muestra en tu vida personal. Un brillante resplandor en tu cielo personal. Menos de la noche, más del día, y en aquel día será más clara la luz reflejada en tu camino.

Pero este aumento en la fuerza interior conduce, necesariamente a un aumento en la exposición de su poder. Aquel que se ve en la necesidad de viajar antes del amanecer, avanza poco, pero cuando la luz del día resplandece en su camino, acelera el paso. De ahí la exhortación del Apóstol: "Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente…"

Mientras la luz y la oscuridad luchan entre sí en el alma, nosotros constantemente vacilamos y nuestro pie se desliza. Pero cuando la plena luz del día amanece en nuestro camino, ganamos valor moral. Llegamos a ser más animados. Nos impulsa un espíritu de audacia sagrada. Más luz brilla a través de nosotros en nuestros seres queridos y compañeros. En lugar de vacilante, el paso se hace más firme. En lugar de atreverse a quedar a  medio-camino, se alcaza el sendero completo y consumado.

Pero aquí no termina todo.

Aunque alcancemos un alto nivel de desarrollo moral, el desarrollo de nuestro carácter cristiano es más ricamente significante, y el más rico gana, el cual  brilla más claramente con un resplandor celestial que nos trae un aumento en la intimidad y la ternura de nuestra comunión con Dios.

Una oscura y ansiosa noche pesa sobre el corazón de la humanidad a través de la tensión del error y el pecado.

Dios está presente, y está cerca. Sin embargo, la humanidad siente que en su manera de buscar a Dios, no se percata de Él, no lo ve, no descubre nada de su santa presencia.

Lo que restringe y aflige mora en la aterradora oscuridad, y en esa oscuridad el sentido de incertidumbre,  de ansiedad y de desconfianza, como una serpiente, despoja el corazón.

En esta oscuridad terrible se encuentra la explicación de toda idolatría pagana y de toda angustia. Simeón, por lo tanto, hace que su jactancia en Cristo sea "una luz", tan grande, tan maravillosamente hermosa, que ha descendido directamente del trono de Dios, iluminando la visión entenebrecida de los gentiles.

La oscuridad más terrible de los pueblos es que no conocen a Dios, que la noche eterna los separa completamente de Dios, que ningún rayo de luz desde arriba ilumina sus caminos, y que sin Dios en el mundo, parten de este mundo al Juicio de Dios.

Por lo tanto, todo aquel que se convierte es llamado un “hijo de luz”.

El redimido no simplemente camina en la luz, sino que son nacidos desde esa luz como hijos de Dios.

La luz que proviene de lo alto hacia el alma, a pesar de que el alma es cautivada por un solo rayo, se convierte en su riqueza interior. Es la paz en medio del temor, el descanso para la ansiedad, la confianza ante la desesperación, el valor ante la flaqueza interna.

Esta luz brilla en su camino. Le hace conocer su propio corazón y el corazón de sus semejantes. Trae la sabiduría ante la vanidad. Y enriquece completamente su existencia humana.

Pero el más alto y el más sagrado de todos es el hecho que esta luz gradualmente le descubre el camino de acceso a su Dios. Levanta la prohibición que lo separaba y excluía de Dios. Y ahora, poco a poco, comienza la tierna y bendecida vida que entra en el camino oculto con Dios y le hace descubrir a Dios en cada paso del camino de su vida como su Padre que lo ama, como su Pastor que lo lleva.

Y esta comunión, este caminar con Dios, esta residencia en la tienda del Señor, no continua como algo provisional, sino que avanza, que progresa, gana, aumenta en la ternura, la calidez y claridad.

No es sólo que la noche, que a los ojos del alma sino también de Dios, está avanzada, sino que esa noche se encuentra cada vez más lejos. Aumenta constantemente la distancia desde la misma noche a la cada vez más clara luz del día. Hasta que al fin, viene una comunión con Dios, que el mundo no conoce ni entienden, pero que para él es la máxima realidad, la cada vez más abundante fuente que fluye de la fuerza de su vida.

Ahora, hay demasiados cristianos, ¡ay! que incluso después de su conversión, siguen amando el sueño, y por tanto no disfrutan de esta comunión más íntima con su Dios.

Estos son los enfermos entre los hermanos, de los cuales ninguna virtud puede salir.

Pero hay quienes, alabado sea Dios, no saben nada de permanecer en este sueño, que penetran cada vez más profundamente en los secretos de lo infinito, y ahora despiertan cada mañana con su Dios, y con su Dios obran todo el día, y con su Dios se retiran a descansar en la noche.

Y estos son la sal de la tierra, incluso la sal de la Iglesia de Dios entre los santos, que conservan su iglesia de la profanación, y la congregación del Señor, de la disolución.

Traducción de Roberth Alexander Rios.
Tomado de la página de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa.
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