El Catecismo menor del Dr. Martín Lutero



Los Diez Mandamientos

Como un jefe de familia debe enseñarlos en forma muy sencilla a los de su casa.


El Primer Mandamiento

No tendrás dioses ajenos.


¿Qué quiere decir esto?

Mas que a todas las cosas debemos temer y amar a Dios y confiar en El.


El Segundo Mandamiento

No usarás el nombre de tu Dios en vano.


¿Qué quiere decir esto?

Debemos temer y amar a Dios de modo que no usemos su nombre para maldecir, jurar, hechizar, mentir o engañar, sino que lo invoquemos en todas las necesidades, lo adoremos, alabemos y le demos gracias.


El Tercer Mandamiento

Santificarás el día de reposo.


¿Qué quiere decir esto?

Debemos temer y amar a Dios de modo que no despreciemos la predicación y su palabra, sino que la consideremos santa, la oigamos y aprendamos con gusto.


El Cuarto Mandamiento.

Honrarás a tu padre y a tu madre.


¿Qué quiere decir esto?

Debemos temer y amar a Dios de modo que no despreciemos ni irritemos a nuestros padres y superiores, sino que los honremos, les sirvamos, obedezcamos , los amemos y tengamos en alta estima.


El Quinto Mandamiento

No matarás.


¿Qué quiere decir esto?

Debemos temer y amar a Dios de modo que no hagamos daño o mal alguno a nuestro prójimo en su cuerpo y vida, sino que le ayudemos y hagamos prosperar en todas las necesidades de su vida.


El Sexto Mandamiento

No cometerás adulterio


¿Qué quiere decir esto?

Debemos temer y amar a Dios de modo que llevemos una vida casta y decente en palabras y obras, y que cada uno ame y honre a su cónyuge.


El Séptimo Mandamiento

No hurtarás.


¿Qué quiere decir esto?

Debemos temer y amar a Dios de modo que no quitemos el dinero o los bienes de nuestro prójimo, ni nos apoderemos de ellos con mercaderías o negocios falsos, sino que le ayudemos a mejorar y conservar sus bienes y medios de vida.


El Octavo Mandamiento.

No darás falso testimonio contra tu prójimo.


¿Qué quiere decir esto?

Debemos temer y amar a Dios de modo que con mala intención, ni traicionemos, ni calumniemos, ni difamemos a nuestro prójimo, sino que lo disculpemos, hablemos bien de él e interpretemos todo en el mejor sentido.


El Noveno Mandamiento

No codiciarás la casa de tu prójimo.


¿Qué quiere decir esto?

Debemos temer y amar a Dios de modo que no tratemos de obtener con astucia la herencia o la casa de nuestro prójimo, ni nos apoderemos de ellas con apariencia de derecho, sino que le ayudemos y cooperemos con él en la conservación de lo que le pertenece.


El Décimo Mandamiento

No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, criada, ganado ni cosa alguna de su pertenencia.


¿Qué quiere decir esto?

Debemos temer y amar a Dios de modo que no le arrebatemos al prójimo su mujer, sus criados o sus animales, ni los alejemos, ni hagamos que lo abandonen, sino que los instemos a que permanezcan con él y cumplan con sus obligaciones.


¿Qué dice Dios de todos estos mandamientos en conjunto?

Dice así: “Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso que visito el pecado de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. Pero a los que me aman y guardan mis mandamientos, les hago misericordia hasta millares de generaciones.”


¿Qué quiere decir esto?

Dios amenaza con castigar a todos los que traspasan estos mandamientos. Por tanto, debemos temer su ira y no actuar en contra de dichos mandamientos. En cambio, él promete gracia y todo género de bienes a todos los que los cumplen. Por tanto, debemos amarlo y confiar en él y actuar gustosos conforme a sus mandamientos.


El Credo.

Como un jefe de familia debe enseñarlo en forma muy sencilla a los de su casa.


Artículo Primero: La Creación

Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.


¿Qué quiere decir esto?

Creo que Dios me ha creado y también a todas las criaturas; que me ha dado cuerpo y alma, ojos, oídos y todos los miembros, la razón y todos los sentidos y aún los sostiene, y además vestido y calzado, comida y bebida, casa y hogar, esposa e hijos, campos, ganado y todos los bienes; que me provee abundantemente y a diario de todo lo que necesito para sustentar este cuerpo y vida, me protege contra todo peligro y me guarda y preserva de todo mal; y todo esto por pura bondad y misericordia paternal y divina, sin que yo en manera alguna lo merezca ni sea digno de ello. Por todo esto debo darle gracias, ensalzarlo, servirle y obedecerle. Esto es con toda certeza la verdad.


Articulo Segundo: La Redención


Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso, desde donde vendrá para juzgar a los vivos y a los muertos.


¿Qué quiere decir esto?

Creo que Jesucristo, verdadero Dios engendrado del Padre en la eternidad, y también verdadero hombre nacido de la virgen María, es mi Señor, que me ha redimido a mí, hombre perdido y condenado, y me ha rescatado y conquistado de todos los pecados, de la muerte y de la potestad del diablo, no con oro o plata, sino con su santa y preciosa sangre y con su inocente pasión y muerte; y todo esto lo hizo para que yo fuese suyo y viviese bajo él en su reino, y le sirviese en justicia, inocencia y bienaventuranza eternas, así como él resucitó de la muerte y vive y reina eternamente. Esto es ciertamente la verdad.


Artículo Tercero: La Santificación

Creo en el Espíritu Santo, una santa iglesia cristiana, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.


¿Qué quiere decir esto?

Creo que ni por mi propia razón, ni por mis propias fuerzas soy capaz de creer en Jesucristo, mi Señor, o venir a Él; sino que el Espíritu Santo me ha llamado por medio del Evangelio, me ha iluminado con sus dones, y me ha santificado y conservado en la verdadera fe, del mismo modo como él llama, congrega, ilumina y santifica a toda la cristiandad en la tierra, y la conserva unida a Jesucristo en la verdadera y única fe: En esta cristiandad él me perdona todos los pecados a mí y a todos los creyentes, diaria y abundantemente, y en el postrer día me resucitará a mí y a todos los muertos y me dará en Cristo, juntamente con todos los creyentes, la vida eterna. Esto es ciertamente la verdad.


El Padrenuestro.

Como un jefe de familia debe enseñarlo en forma muy sencilla a los de su casa.


Padre nuestro que estás en los cielos.


¿Qué quiere decir esto?

Con esto, Dios quiere atraernos para que creamos que Él es nuestro verdadero Padre y nosotros sus verdaderos hijos, a fin de que le pidamos con valor y plena confianza, como amados hijos a su amoroso padre.


Primera Petición

Santificado sea tu nombre.


¿Qué quiere decir esto?

El nombre de Dios ya es santo de por sí; pero rogamos con esta petición que sea santificado también entre nosotros.


¿Cómo sucede esto?

Cuando la palabra de Dios es enseñada en toda su pureza, y cuando también vivimos santamente conforme a ella, como hijos de Dios. ¡Ayúdanos a que esto sea así, amado Padre celestial! Pero quien enseña y vive de manera distinta de lo que enseña la palabra de Dios, profana entre nosotros el nombre de Dios. De ello, ¡guárdanos, Padre celestial!.


Segunda Petición

Venga tu reino.


¿Qué quiere decir esto?

El reino de Dios viene en verdad por sí solo, aun sin nuestra oración. Pero rogamos con esta petición que venga también a nosotros.


¿Cómo sucede esto?

Cuando el Padre celestial nos da su Espíritu Santo, para que, por su gracia, creamos su santa palabra y llevemos una vida de piedad, tanto aquí en el mundo temporal como allá en el otro, eternamente.


Tercera Petición

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.


¿Qué quiere decir esto?

La buena y misericordiosa voluntad de Dios se hace, en verdad, sin nuestra oración; pero rogamos con esta petición que se haga también entre nosotros. Cuando Dios dispersa y dificulta todo mal propósito y voluntad que tratan de impedir que santifiquemos el nombre de Dios y de obstaculizar la venida de su reino, tales como la voluntad del diablo, del mundo y de nuestra carne. Así también se hace la voluntad de Dios, cuando Él nos fortalece y nos mantiene firmes en su palabra y en la fe hasta el fin de nuestros días. Esta es su misericordia y buena voluntad.


Cuarta Petición

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.


¿Qué quiere decir esto?

Dios da diariamente el pan, también sin nuestra súplica, aun a todos los malvados; pero rogamos con esta petición que él nos haga reconocer esto y así recibamos nuestro pan cotidiano con gratitud.


¿Qué es esto: el pan cotidiano?

Todo aquello que se necesita como alimento y para satisfacción de las necesidades de esta vida, como: comida, bebida, vestido, calzado, casa hogar, tierras, ganado, dinero, bienes; piadoso consorte, hijos piadosos, piadosos criados, autoridades piadosas y fieles; buen gobierno, buen tiempo; paz, salud, buen orden, buena reputación, buenos amigos, vecinos fieles y cosas semejantes a éstas.


Quinta Petición

Y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.


¿Qué quiere decir esto?

Con esta petición rogamos al Padre celestial que no tome en cuenta nuestros pecados ni por causa de ellos nos niegue lo que pedimos. En efecto, nosotros no somos dignos de recibir nada de lo que imploremos, ni tampoco lo hemos merecido, pero quiera Dios dárnoslo todo por su gracia, pues diariamente pecamos mucho y sólo merecemos el castigo. Así, por cierto, también por nuestra parte perdonemos de corazón, y con agrado hagamos bien a (todos) los que contra nosotros pecaren.


Sexta Petición

Y no nos dejes caer en la tentación.


¿Qué quiere decir esto?

Dios, en verdad, no tienta a nadie; pero con esta petición le rogamos que nos guarde y preserve, a fin de que el diablo, el mundo y nuestra carne no nos engañen y seduzcan, llevándonos a una fe errónea, a la desesperación y a otras grandes vergüenzas y vicios. Y aun cuando fuéremos tentados a ello, que al fin logremos vencer y retener la victoria.


Séptima Petición

Mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria por los siglos de los siglos.


¿Qué quiere decir esto?

Con esta petición rogamos, como en resumen, que el Padre celestial nos libre de todo lo que pueda perjudicar nuestro cuerpo y alma, nuestros bienes y honra, y que al fin, cuando llegue nuestra última hora, nos conceda un fin bienaventurado, y, por su gracia, nos lleve de este valle de lágrimas al cielo para morar con él. Amén.


¿Qué quiere decir esto?

Que debo tener la certeza de que el Padre celestial acepta estas peticiones y las atiende; pues él mismo nos ha ordenado orar así y ha prometido atendernos. Amén, amén, quiere decir: Si, sí, que así sea.


El Sacramento del Santo Bautismo
Como un jefe de familia debe enseñarlo en forma muy sencilla a los de su casa.


¿Qué es el bautismo?

El bautismo no es simple agua solamente, sino que es agua comprendida en el mandato divino y ligada con la palabra de Dios.


¿Qué palabra de Dios es ésta?

Es la palabra que nuestro Señor Jesucristo dice en el último capítulo del Evangelio según San Mateo “Id, e instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.


¿Qué dones o beneficios confiere el bautismo?

El bautismo efectúa perdón de los pecados, redime de la muerte y del diablo y da la salvación eterna a todos los que lo creen, tal como se expresa en las palabras y promesas de Dios.


¿Qué palabras y promesas de Dios son éstas?

Son las que nuestro Señor Jesucristo dice en el último capítulo de Marcos: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”


¿Cómo puede el agua hacer cosas tan grandes?

El agua en verdad no las hace, sino la palabra de Dios que está con el agua y unida a ella, y la fe que confía en dicha palabra de Dios ligada con el agua, porque sin la palabra de Dios el agua es simple agua, y no es bautismo; pero con la palabra de Dios sí es bautismo, es decir, es un agua de vida, llena de gracia, y un “lavamiento de la regeneración en el Espíritu Santo”, como San Pablo dice a Tito en el tercer capítulo: “Por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos de la vida eterna conforme a la esperanza de la vida eterna”.

Esto es ciertamente la verdad.


¿Qué significa este bautizar con agua?

Significa que el viejo Adán en nosotros debe ser ahogado por pesar y arrepentimientos diarios, y que debe morir con todos sus pecados y malos deseos; asimismo, también cada día debe surgir y resucitar el hombre nuevo, que ha de vivir eternamente delante de Dios en justicia y pureza.


¿Dónde está escrito esto?

San Pablo dice en Romanos, capítulo seis: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” Rom. 6:4.


Confesión y Absolución

Manera como se debe enseñar a la gente sencilla a confesarse.


¿Qué es la confesión?

La confesión contiene dos partes. La primera es la confesión de los pecados, y la segunda, el recibir la absolución del confesor como de Dios mismo, no dudando de ella en lo más mínimo, sino creyendo firmemente que por ella los pecados son perdonados ante Dios en el cielo.



¿Qué pecados hay que confesar?



Ante Dios uno debe declararse culpable de todos los pecados, aun de aquellos que ignoramos, tal como lo hacemos en el Padrenuestro. Pero ante el confesor debemos confesar solamente los pecados que conocemos y sentimos en nuestro corazón.



¿Cuáles son tales pecados?



Considera tu estado basándote en los Diez Mandamientos, seas padre, madre, hijo o hija, señor o señora o servidor, para saber si has sido desobediente, infiel, perezoso, violento, insolente, reñidor; si hiciste un mal a alguno con palabras u obras; si hurtaste, fuiste negligente o derrochador o causaste algún otro daño.



¡Por favor, indícame una breve manera de confesarme!



- De esta manera debes hablarle al confesor:



- Honorable y estimado señor: os pido que tengáis a bien escuchar mi confesión y declarar el perdón de mis pecados por Dios.

-Di, pues. Yo, pobre pecador, me confieso ante Dios que soy culpable de todos los pecados; especialmente me confieso ante vuestra presencia que siendo sirviente, sirvienta, etc., sirvo, lamentablemente, en forma infiel a mi amo. Pues aquí y allí no he hecho lo que me ha sido encomendado, habiéndolo movido a encolerizarse o a maldecir; he descuidado algunas cosas y he permitido que ocurran daños. He sido también impúdico en palabras y obras; me he irritado con mis semejantes y he murmurado y maldecido contra mi amo, etc. Todo esto lo lamento y solicito vuestra gracia ; quiero corregirme. Un amo o ama debe decir así: En especial confieso ante vuestra presencia que no eduqué fielmente para gloria de Dios a mi hijo, sirviente, mujer. He maldecido; he dado malos ejemplos con palabras y obras impúdicas; he hecho mal a mi vecino, hablando mal de él, vendiéndole muy caro, dándole mala mercadería y no toda la cantidad que corresponde.



En general, deberá confesarse todo lo que uno ha hecho en contra de los Diez Mandamientos, lo que corresponde según su estado, etc. Si alguien no se siente cargado de tales o aun mayores pecados, entonces no debe preocuparse o buscar más pecados ni inventarlos, haciendo con ello un martirio de la confesión, sino que debe contar uno o dos, tal como él lo sabe. De esta manera: En especial confieso que he maldecido una vez; del mismo modo, que he sido desconsiderado una vez con palabras, que he descuidado esto, etc. Considera esto como suficiente. Si no sientes ninguno (lo que no debería ser posible), entonces no debes decir nada en particular, sino recibir el perdón de la confesión general, así como lo haces ante Dios en presencia del confesor.



A ello debe responder el confesor: Dios sea contigo misericordioso; fortalezca tu fe, Amén. dime: ¿Crees tú también que mi perdón sea el perdón de Dios? Sí, venerable señor.



Entonces dirá: Así como has creído, de la misma forma acontezca en ti (Mi. 8:13). Y yo por mandato de nuestro Señor Jesucristo te perdono tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Ve en paz. (Mr. 5:34; Lc. 7:50; 8:48).



Aquellos que tengan gran carga de conciencia o estén afligidos o atribulados los sabrá consolar e impulsar hacia la fe el confesor con más pasajes bíblicos. Esta debe ser sólo una manera usual de confesión para la gente sencilla.



El Sacramento del Altar
Como un jefe de familia debe enseñarlo en forma muy sencilla a los de su casa.



¿Qué es el Sacramento del Altar?



Es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo bajo el pan y el vino, instituido por Cristo mismo, para que los cristianos lo comamos y bebamos.



¿Dónde está escrito esto?



Así escriben los santos evangelistas Mateo, Marcos y Lucas, y también San Pablo: “Nuestro Señor Jesucristo, la noche en que fue entregado, tomó el pan; y habiendo dado gracias, lo partió y dio a sus discípulos, diciendo: Tomad, comed; este es mi cuerpo que por vosotros es dado. Haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, y habiendo dado gracias, la dio a ellos diciendo: Tomad, y bebed de ella todos; esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros para remisión de los pecados. Haced esto, todas las veces que bebiereis, en memoria de mí”.



¿Qué beneficios confiere el comer y beber así?



Los beneficios los indican estas palabras: “por vosotros dado” y “por vosotros derramada para perdón de los pecados”. Es decir, por estas palabras se nos da en el Sacramento perdón de pecados, vida y salvación. Porque donde hay perdón de pecados, hay también vida y salvación.



¿Cómo puede el comer y beber corporal hacer una cosa tan grande?



Ciertamente, el comer y beber no es lo que la hace, sino las palabras que están aquí escritas: “Por vosotros dado” y “por vosotros derramada para perdón de los pecados”. Estas palabras son, junto con el comer y beber corporal, lo principal en el sacramento. Y el que cree dichas palabras, tiene lo que ellas dicen y expresan; esto es: “el perdón de los pecados”.



¿Quién recibe este Sacramento dignamente?



El ayunar y prepararse corporalmente es, por cierto, una buena disciplina externa; pero verdaderamente digno y bien preparado es aquel que tiene fe en las palabras: “por vosotros dado” y “por vosotros derramada para perdón de los pecados”. Mas el que no cree estas palabras o duda de ellas, no es digno, ni está preparado; porque las palabras “por vosotros” exigen corazones enteramente creyentes.





Formas de bendición que el jefe de la Familia debe enseñar a los de su casa para la mañana y la noche.



Por la mañana, apenas hayas abandonado el lecho, te santiguarás y dirás así: “En el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén”. Entonces, puesto de rodillas o de pie, dirás el Credo y el Padrenuestro. Si quieres, puedes orar brevemente así: “Te doy gracias, Padre celestial, por medio de Jesucristo, tu amado Hijo, porque me has protegido durante esta noche de todo mal y peligro, y te ruego que también durante este día me guardes de pecados y de todo mal, para que te agrade todo mi obrar y vivir; pues en tus manos me encomiendo a mí mismo, mi cuerpo y mi alma y todo lo que tengo. Tu santo ángel me acompañe para que el maligno no tenga ningún poder sobre mí, Amén.” -Y luego dirígete con gozo a tu labor, entonando quizás un himno, o lo que tu corazón te dicte.



Por la noche, cuando te retires a descansar, te santiguarás y dirás así: “En el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, Amén”. Entonces, puesto de rodillas o de pie, dirás el Credo y el Padre nuestro. Si quieres, puedes orar brevemente así: “Te doy gracias, Padre celestial, por medio de Jesucristo, tu amado Hijo, porque me has protegido benignamente en este día, y te ruego que me perdones todos mis pecados, donde cometí un mal, y me guardes benignamente en esta noche; pues en tus manos me encomiendo a mí mismo, mi cuerpo y mi alma y todo lo que tengo. Tu santo ángel me acompañe para que el maligno no tenga ningún poder sobre mí. Amén”. Luego descansa sin más y tranquilamente.



Cómo el jefe de la familia debe enseñar a los de su casa la bendición y acción de gracias:



Tanto los niños como los criados se acercarán a la mesa con las manos juntas y reverentemente, dirán así: “Los ojos de todos esperan en ti, Señor, y tú les das su comida a su tiempo. Abres tu mano y colmas de bendiciones a todo ser viviente”. Luego recitarán el Padrenuestro y esta oración: “Señor Dios, Padre celestial: Bendícenos y bendice estos tus dones, que de tu gran bondad recibimos. Por Jesucristo, nuestro Señor”. Amén.



Acción de Gracias.



Así también, después de haber comido, dirán igualmente con reverencia y con las manos juntas: “Dad gracias al Señor, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia. Él da alimento a todo ser viviente; a la bestia su mantenimiento, y a los pequeños cuervos que claman. No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la destreza del hombre. Se complace el Señor en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia”. Entonces orarán el Padrenuestro, añadiendo la siguiente oración: “Te damos gracias, Señor Dios Padre, por Jesucristo, nuestro Señor, por todos tus beneficios: Tú que vives y reinas por todos los siglos”. Amén.



Tabla de Deberes


Algunos versículos bíblicos para todos los santos órdenes y estados. Para que ellos mediante un pasaje que les concierna sean exhortados para su función y oficio.



A los obispos, a los pastores y a los predicadores



“Es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) no un neófito”, etc. Esto lo encontramos en el cuarto capítulo de la primera epístola a Timoteo.



Deberes de los cristianos frente a sus maestros y pastores.



“Comed y bebed lo que os den; porque el obrero es digno de su salario, (Lc. 10:7)



“Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”( 1Co. 9:14). “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. No os engañéis; Dios no puede ser burlado (Gál. 6:6). “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.



Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla”(1 Tim. 5:17). Asimismo, “El obrero es digno de su salario” (Lc. 10:7); “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros” (1 Tes. 5:12). “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”(Heb. 13:17).



De la autoridad Secular



“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo “ (Rom. 13:1 y siguientes).



Deberes de los súbditos hacia la autoridad.



“Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios". (Mt. 22:21). “Sométase toda persona a las autoridades superiores”, etc (Rom.13:1). Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis; al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra" (Rom. 13: 5-7). “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Tim. 2:1 y siguientes). Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra”. (Tito 3:1) “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien”(1 Pe. 2:13).



A los maridos



“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”(1 Pe. 3:7). “No seáis ásperos con ellas”(Col. 23:19).



A las esposas



“Vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; como al Señor, como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotros habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza” (1 Pe. 3:1).



A los padres



“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efe. 6:4; Col. 3:21).



A los hijos



“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo”. “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. (Efe. 6:1-3).



A los siervos, siervas, jornaleros, trabajadores, etc.



“Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre”(Efe. 6:5-8).



A los amos y amas



“Vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas”. (Efe. 6:9).



A la juventud en general



“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestios de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 Pe. 45:5 y siguientes).



A las viudas



“La que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día. Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta” (1 Tim. 5:5 y siguientes).



A todos los cristianos en común



“Y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” ( Rom.13:9). “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres".



Cada uno aprenda lo suyo y nada irá mal en la casa.



www.iglesiareformada.com
Biblioteca