Jehová, El Defensor de Israel

Lamentaciones

por Gabriel Otero

Este libro llamado Lamentaciones fue escrito por el profeta Jeremías. Recordemos que en nuestro estudio anterior hablamos acerca de él. En el libro de Jeremías Cap.1:1, se nos dice que era hijos de Hilcías, un sacerdote natural de Anatot, en tierra de Benjamín. En el Vr.5 del mismo capítulo, leemos que Jeremías fue conocido de Dios antes que saliera del vientre de su madre y que fue separado por Dios para ser profeta a las naciones. Recordemos también que Jeremías tenia por delante una tarea bastante difícil. El dijo que fue llamdo por Dios para arrancar, para destruír, para arruinar, para derribar, es decir, antes de edificar y plantar, Jeremías fue llamado para hacer una "limpieza" general. Cuando él estaba ejerciendo ese ministerio y anunciando lo malo, Dios puso a Israel cautiva; Jeremías quedó en la tierra de Judá, en Jerusalén, con aquellos que ya eran cautivos. Nabucodonosor, el conquistador babilónico dejó a Jeremías en aquel territorio. Por eso cuando Jeremías vio todo el territorio de su nación en un estado de desolación, escribió este libro de Lamentaciones que tiene cinco capítulos que nos hablan del gemido de un hombre hacia Dios por las circunsancias vividas. Pero también este libro nos enseña que en las situaciones más difíciles en que nos encontremos, Jehová siempre será el defensor de su pueblo. De ahí que el tópico central de este libro es: "Jehová, el defensor de Israel".



Jeremías escribe estas Lamentaciones y nos habla acerca de Jehová como el defensor de Israel. En primer lugar, nos explica la razón de la ruina de Israel. En los primeros versículos del Cap.1, dice: "¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, la señora de provincias ha sido hecha tributaria." (Vr.1) "Judá ha ido en cautiverio a causa de la aflicción y de la dura servidumbre; ella habitó entre las naciones, y no halló descanso; todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras." (Vr.3) "Desapareció de la hija de Sion toda su hermosura;..." (Vr.6) "Jerusalén, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien la ayudase, se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones,..." (Vr.7). ¿Y por qué sucedió todo eso? ¿Por qué las circunstancias tan amargas? ¿Por qué las dificultades tan penosas y tan tristes? En el Vr.8 tenemos la respuesta: "Pecado cometió Jerusalén, por lo cual ella ha sido removida;..." El pecado que cometió Jerusalén capital del reino, fue el pecado de no arrepentirse. No fue el pecado de adulterio de David, y el pecado de Salomón de tener concubinato con tantas mujeres; fue el pecado de no arrepentirse de sus malos caminos. Salomón dirigió la comunión espiritual de su pueblo a otros dioses, Roboam desobedeció a Dios abiertamente, y de ahí en adelante podemos tomar la lista de reyes que vinieron a formar parte de esta gran nación que caía poco a poco. ¿Cuál fue el pecado que cometió Jerusalén?: "Pecado cometió Jerusalén por lo cual ella ha sido removida;..." (Vr.8).



Cuando cometemos pecado y no nos arrepentimos, entonces hemos de ser removidos en el uso que Dios puede tener de nosotros. El apóstol Pablo ciertamente toma inspiración en estas palabras de Lamentaciones y nos habla en su Primera carta a los Corintios acerca de ello. En el Cap.11:30, dice: "Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen." En los dos versículos anteriores, 28 y 29, dice: "Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí." Por esa razón como ya hemos leído en el Vr.30, dice hay muchos muertos. Debemos tomar este versículo en una manera muy seria. Lamentamos que dentro del pueblo de Dios existan hombres y mujeres en los cuales los pecados que han cometido está delante de ellos porque no se han arrepentido. Y entonces han perdido poder para trabajar, para realizar el trabajo encomendado por Dios.



La razón de la ruina de Israel es dada aquí en el Cap.1:8. Israel no se juzgó a sí misma, Israel no tomó nota de sus errores y dificultades, y consecuentemente se dejó llevar por las circunstancias al punto de que ella misma trajo sobre sí penurias y problemas insalvables. Fue removida completamente como ejemplo de la justicia de un Dios glorioso y eterno.



Para nosotros los cristianos que nos hallamos alrededor del mundo, no importa la denominación a la que pertenezcamos, es esta advertencia: Lo importante es que juzguemos nuestro propio pecado, lo importante es que nos coloquemos frente a Dios, juzaguemos nuestra propia naturaleza, nuestra propia actitud, nuestras propias decisiones. Porque, "Pecado cometió Jerusalén, por lo cual ella ha sido removida;..." y eso es lo que ocurre con nosotros. Quizás muchos habrán perdido posiciones en la iglesia; quizás muchos habrán perdido posiciones dentro de sus propios trabajos porque cuando cometieron pecado no se aferraron a la misericordia de Dios, ni clamaron a la misericordia de Dios con honestidad, en actitud de arrepentimiento y fueron removidos.



Luego Jeremías en el Cap.2:5 nos habla de la actitud de Jehová ante un Israel que permanece terco. Vamos a leer este versículo detenidamente porque nos habla de algo realmente serio: "El Señor llegó a ser como enemigo..." no dice que fue su enemigo, sino que llegó a ser como enemigo, es decir, puso a los Caldeos y los Babilónicos por delante. Manejó a Nabucodonosor para que destruyera a su propio pueblo como castigo disciplinario por su desobediencia. El Señor llegó a ser como enemigo. Esa es la actitud que Jehová toma ante un individuo que no se arrepiente. Veamos en el Vr.17 de este mismo capítulo la actitud de Jehová ante un Israel que permaneció terco: "Jehová ha hecho lo que tenía determinado; ha cumplido su palabra, la cual él había mandado desde tiempo antiguo. Destruyó y no perdonó;..." ¿Cuál es la palabra que Dios había cumplido? Fijémonos ahora en 2.Crónicas Cap.7:14, dice así: "...si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra." Muchos de nosotros conocemos este tan popular versículo; algunas personas lo cantan y otras lo repiten de memoria. Pero pareciera que pasamos por alto lo que dicen los Vers.19-22: "Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis, yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos. Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron; por eso él ha traído todo este mal sobre ellos."



El libro de Lamentaciones entonces nos habla de la actitud de Jehová ante un Israel terco. Y si Dios lo hizo con su querido pueblo, con el pueblo que escogió de los lomos de Abraham, si Dios lo hizo con ese pueblo, hoy nosotros que somos herederos de la fe de Abraham, ¿qué nos parece? ¿Podremos jugar con Dios? Allgunos dicen, pero, vio pastor, aquí las Escrituras dicen: la casa de Israel, la casa de Dios. Efectivamente, dice esta casa, el templo de Dios. Para aclarar este concepto la Escritura nos lleva al Nuevo Testamento; en 2.Corintios Cap.6:16, leemos: "¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente,..." ¡Nosotros somos el templo del Dios viviente! ¿Y cuál es nuestra actitud ante Jehová? ¿terca o la de un burro que se empaca, que no quiere ir para adelante? Muchas veces somos así, ¿verdad? Tengamos cuidado, porque si no nos arrepentimos, lo mismo que Dios trajo sobre la Jerusalén terrenal, lo traerá sobre la Jerusalén espiritual. "El Señor llegó a ser como enemigo..." y casi destruye a Israel.



En tercer lugar, la actitud del profeta ante esa triste realidad es vista en el Cap.3. Así que en estos primeros tres capítulos, el libro de Lamentaciones nos habla de la razón de la ruina de Israel, de la actitud de Jehová ante un Israel terco, y seguidamente nos habla de la actitud del profeta ante una triste situación. ¿Qué haríamos nosotros ante una situación semejante? ¿Cuáles serían nuestros recursos? ¿A quiénes iríamos? ¿A quiénes apelaríamos ante circunstancias tan dificiles? ¿Qué es lo que haría nuestro corazón? Dice así Jeremías en los Vrs.22-23: "Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad." He aquí la esperanza de Israel. Jeremías era un profeta de Dios, y Dios le había revelado a él aquellas cosas que sin lugar a dudas iban a tomar efecto y el poder para expresarlas. Dios había puesto palabras en la boca de Jeremías, palabras que trascienden hasta nuestros días, pues nos hablan de la esperanza en Dios. Ante una situación tan miserable, ante una situación como la que hemos leído en el Cap.2, donde Dios llegó a ser como enemigo del propio Israel, Jeremías no tiene miedo de hablar porque él está bien con Dios; él está en comunión con Dios; por eso dice: "Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos,..." ¿Cuál es la esperanza de Jeremías? Mañana a la mañana Dios puede cambiar, mañana a la mañana Dios puede obrar diferente. Quizás habrá algún judío que se arrepienta, quizás habrá alguien que diga "Señor, clamamos en tu promesa y nos humillamos en tu presencia", y entonces si tal cosa sucede, entonces -dice Jeremías- nuevas son tus misericordias cada mañana. Luego Jeremías no confía ni en sí mismo y dice: "...grande es tu fidelidad."



El libro de Lamentaciones nos habla de la razón de la ruina de Israel, el pecado sin arrepentimiento. Nos habla de la actitud de Jehová ante un Israel terco. "El Señor llegó a ser como enemigo,..." Y nos habla también de la actitud de Jeremías como profeta. Ahora bien, como cristianos ¿qué debemos hacer aquellos que vemos tal actitud? Debemos clamar a Dios y pedir que en base a su misericordia él nos trate. En Romanos Cap.5:20, encontramos en la Escritura algo muy fuerte por cierto, pero muy hermoso: "Pero la ley -dice Pablo a la iglesia de Roma- se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;..." La ley se introdujo para saber lo que está bien y lo que está mal, pero cuando lo que estaba mal abundó, Dios puso la gracia para producir una balanza total y general. No hay pecado por más grande que sea, que no esté cubierto por la gracia de Dios. Amén.



Quiera Dios que aquellos que están en pecado, que son rebeldes, que tienen una actitud negativa con relación a la palabra de Dios, deben recordar que la palabra de Dios dice taxactivamente a, y b, y si tales personas hacen o proceden conforme a sus propios gustos, es decir, hacen c, y d, ante esa actitud dice la palabra de Dios que cualquiera que pecare sabiendo hacer lo bueno, el Señor será como enemigo y lo destruirá. Nos asusta, ¿verdad? Pero también dice Jeremías que si nos arrepentimos, "la misericordia de Dios se renueva cada día". En conclusión, hay esperanza para aquellos que claman a Dios.


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