La Oración y la Alabanza

Salmos

por Gabriel Otero

El libro de los Salmos que tenemos para nuestra consideración, está compuesto por ciento cincuenta canciones espirituales. Son poemas que han sido usados por la iglesia por todas las edades para adorar a Dios y para mostrar nuestra devoción al Padre de los cielos. Realmente, este libro de los Salmos ha sido usado como himnario en el templo judío y hasta nuestro días en las sinagogas.



El tópico predominante en el libro de los Salmos es: "La oración y la alabanza".



Con referencia a quién es el autor del libro de los Salmos, podemos decir por lo que nosotros sabemos de acuerdo a la Escritura, varios son los autores. El libro entonces, en esta variedad de autores no tiene un arreglo muy distintivo o sea un arreglo personal con referencia a cada autor, sino que están puestos de acuerdo a la voluntad de Dios en una manera mezclada entre ellos. Contamos entonces que 73 de estos Salmos pertenecen al rey David; 11 a los hijos de Coré; 12 a Asaf; 1 a Jemaz; 1 a Etán; 2 corresponden a Salomón; 1 a Moisés; 1 a Jacain; 1 a Zecaías; y 1 a Jezequías el cual también posiblemente habrá escrito algunos otros. También hay un salmo que fue recopilado por Esdras, el 119. Y el resto de los Salmos son anónimos.



No obstante los diferentes arreglos del libro de los Salmos, ellos nos hablan al corazón humano en base a la experiencia de los hombres de Dios. El hombre lo ha arreglado en diferentes maneras, por tópicos, y así encontramos por ejemplo el Salmo 8 que nos habla acerca del hombre. También encontramos salmos que nos hablan de aquellos que están débiles y afligidos. Hay otros salmos que nos hablan de experiencias religiosas, otros nos hablan de la iglesia, otros nos hablan de la palabra de Dios, otros del trabajo misionero, otros del deber de aquellos que están en el poder, otros de los atributos divinos y otros nos hablan de la experiencia del pueblo de Israel.



El tema sobre los Salmos es muy extenso, por lo tanto vamos a fijar nuestra atención principalmente en los pensamientos del Salmo 119, para sacar del mismo la aplicación espiritual, motivo de este trabajo que estamos realizando a vuelo de pájaro con todos los libros de la Biblia. Este salmo fue recopilado por Esdras que era escriba de Israel y que vio a Israel desde su cautividad en Persia hasta la restauración del templo y los muros de Jerusalén. Fue escrito como expresión de agradecimiento a la ley de Dios, porque fue la ley de Dios la que unió al pueblo israelita en un momento duro de su vida nacional. Estaban en cautiverio, lejos de su tierra, habían perdido su propio gobierno, estaban en un momento crítico de su vida como nación, y fue la ley de Dios que impulsó a estos grandes siervos de Dios, Nehemías y al escriba Esdras, a volver a Jerusalén y así rehabilitar los muros de aquella ciudad.



Bien, vamos entonces a hojear cada una de sus estrofas que fueron compuestas de acuerdo al alfabeto hebreo. Cada primer letra de cada estrofa comienza con una letra del alfabeto hebreo en el orden en que esta aparece en la gramática.



La primera estrofa nos habla de las excelencias de la ley de Dios. Dice: "Bienaventurados los perfectos de camino. Los que andan en la ley de Jehová." Así que vemos que la primera estrofa de este salmo nos habla de quiénes son los bienaventurados y de la importancia de la ley de Dios en nuestra vida. La ley de Dios tiene importancia, porque aquellos que caminan por ella son bienaventurados, dice Dios. ¿Nos hemos preguntado si nuestra vida está basada en las Sagradas Escrituras? ¿Si nuestras actitudes y reacciones de cada día son medidas por la palabra de Dios? "Bienaventurados los de perfecto camino,..." ¿Y quiénes son los de perfecto camino?: "Los que andan en la ley de Jehová."



La siguiente estrofa comienza con una pregunta: "¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra." (Vr.9). Esto nos habla del carácter cristiano. ¿Cómo podrá un hombre modificar su carácter?: Con guardar la palabra de Dios. Hay individuos que simplemente hacen excusas de sus hábitos; simplemente dicen, no puedo cambiar y con ello quieren decir no quiero cambiar. La palabra de Dios dice que nuestro camino puede ser limpiado dejando que el torrente de la ley de Dios inunde nuestra vida. ¿Estamos dispuesto a limpiar nuestro camino? Si realmente pensamos que sí, dejemos que la palabra de Dios lo limpie.



La estrofa que sigue nos habla de nuestra relación con otros. Dice: "Haz bien a tu siervo; que viva, y guarde tu palabra. Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley." (Vrs.17-18). En otra palabra, Esdras pide a Dios bondad y misericordia. Esa bondad y misericordia que él pide, no es sobre la base de un bien material o sobre algo material que él desea poseer. En otra palabra, Esdras pide misericordia, fuerzas y sabiduría, no para enriquecerse en este mundo, pero sí para guardar la palabra de Dios. Esdras dice en esta estrofa: "Quebrantada está mi alma de desear tus juicios en todo tiempo." (Vr.20) ¿Es eso lo que deseamos nosotros?



La próxima estrofa dice: "Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra." (Vr.25). Aquí nos habla del desaliento y la cura para el desaliento. Quizás Esdras está en un día muy triste. Quizás las circunstancias le son adversas. Quizás las dificultades son innumerables. Pero Esdras dice que hay una solución a los problemas de la vida. Y esa solución está simplemente basada sobre la palabra de Dios: "...Vivifícame según tu palabra." Esdras no quiere más que lo que la palabra de Dios dice. ¡Qué hermosa esperanza! ¿verdad?



"Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos,..." (Vr.33), se expresa la estrofa que sigue. Fijémonos lo que dice Esdras: "...Y lo guardaré hasta el fin." En esta estrofa vemos el deseo del corazón humano, el deseo de un creyente de aprender de Dios. ¿Pero es solamente aprender el deseo de un cristiano? No. Es también practicar lo que uno aprende. Y por eso dice: Y guardaré hasta el fin tu palabra. ¿Nos damos cuenta qué completa es la expresión de Dios? Aquí en este Salmo leemos: "Enséñame, oh Jehová el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin." Vemos entonces que la palabra de Dios nos invita primero a desear aprender de El, luego nos invita a guardar lo que aprendemos y a practicar lo que aprendemos.



Y continúa nuestro Salmo: "Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; tu salvación conforme a tu dicho." Notamos que la salvación no es de acuerdo a los méritos humanos. Aquí se nos habla de una salvación no de la muerte, o salvación de perecer porque Esdras era creyente, sino que se nos habla de una salvación que tiene su centro en una vida profunda, en una vida sin errores.



Leemos en la estrofa que sigue: "Acuérdate de tu palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar. Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado." (Vrs.49-50). En un momento de depresión, qué hermoso es poder volcar nuestras manos a Dios y decirle: "Señor, de acuerdo a tu promesa, clamamos por tu promesa, para que tú hagas vivificar nuestra alma cuando veamos el cumplimiento de tal promesa" Entonces nos preguntamos: ¿Le hemos confiado a Dios algo en nuestra vida y luego visto el resultado que Dios ha traído sobre esa confianza que le hemos tenido? Es hora que como hijos de Dios depositemos nuestra confianza en Dios, pero en base a Su palabra. "Acuérdate de la palabra dada a tu siervo,..." La confianza en Dios no debe basarse sobre sentimientos, la confianza en Dios no debe quizás basarse sobre opiniones personales, la confianza en Dios debe estar basada sobre la palabra de Dios.



En la estrofa que sigue leemos: "Mi porción es Jehová; he dicho que guardaré tus palabras." (Vr.57) El énfasis en este salmo es la palabra de Dios y la práctica a dicha palabra.



Continuamos: "Bien has hecho con tu siervo, oh Jehová, conforme a tu palabra. (Vr.65). Y luego avanza aquí el salmista y en la siguiente estrofa dice: "Tus manos me hicieron y me formaron; hazme entender, y aprenderé tus mandamientos." (Vr.73). Para aprender hay que entender; este es el principio bíblico que nos enseña el salmista. "Los que te temen me verán, y se alegrarán, porque en tu palabra he esperado." Cuando nosotros esperamos algo, lo esperamos porque la palabra de Dios así lo anuncia. ¿Estamos a la espectativa de algo que deseamos o estamos viviendo a la espectativa de algo que Dios prometió? Eso es importante. Nosotros los cristianos esperamos al Señor en su regreso, por ejemplo. En 2.Pedro las Escrituras nos afirman que Jesucristo vendrá. En el Cap.3:10, leemos: "Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas." Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, sin esperarlo ha de llegar. Porque la palabra de Dios dice que el Señor Jesucristo ha de venir, entonces debemos sentirnos con gozo porque sabemos que él ha de venir. Si Dios lo dice, Dios también lo ha de cumplir.



En las dos estrofas que siguen leemos: "Desfallece mi alma por tu salvación, mas espero en tu palabra." (Vr.81). "Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos." (Vr.89). En estos dos versículos está el manuscripto N*1 de la palabra de Dios.



Más adelante en la estrofa que comienza con el Vr.105, encontramos la clave del entendimiento del salmista con respecto a la palabra de Dios. Y creemos que este versículo resume a todos los Salmos juntos. Dice: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino." Lámpara a mis pies, quiere decir que en la manera que caminamos paso a paso, la palabra de Dios es luz a nuestra vida paso a paso. ¿Nos imaginamos uno o dos días de la semana sin prender las luces de nuestra casa sin motivo alguno? ¿No es cierto que sería algo ridículo? Bueno, y valga la comparación, ¿no es ridículo que no abramos la palabra de Dios uno o dos días en la semana? Mas aun, ¿no es ridículo que pasen veinticuatro horas sin que nosotros pongamos nuestro entendimiento en una porción de las Escrituras? ¿No es ridículo? ¡Claro que lo es! "Lámpara es a mis pies tu palabra,..." Una persona puede correr o puede caminar, pero siempre de un paso en cada instante. Y la palabra de Dios es luz a cada paso de nuestra vida ya sea que corramos o caminemos. Si no nos volcamos a la palabra de Dios y buscamos en ella cómo iluminarnos para el paso de cada día, es como si viviéramos con las luces de nuestra casa prendidas dos o tres noches y dos o tres noches apagadas. Leamos cómo dice: "...lumbrera a mi camino." En otra palabra, aquí el salmista nos dice que la palabra de Dios se proyecta en todo el camino donde él planea ir. Pero no solamente le da una luz al camino, o sea le vislumbra a donde él va, sino que también le ilumina con detalle donde él camina.



El libro de los Salmos pasa a ser entonces un libro donde nos vemos cara a cara, donde nos miramos como si nos reflejáramos en un espejo, porque los autores de los Salmos han reflejado con emoción las características de sus vidas, sus sentimientos, lo que ellos padecían o gozaban, y de esa manera nos dan a entender la pureza, la firmeza y la autoridad de la palabra de Dios en sus vidas.



También los Salmos nos hablan del fracaso de la vida humana, nos hablan del temor cuando nos alejamos de Dios. En el Salmo 51, el rey David que es su autor, nos habla de la alegría de ser perdonado. Comienza diciendo: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado." (Vrs.1-2). David clama por perdón. Y luego en el Vr.3 nos habla de una confesión abierta. El dice: "Porque yo conozco mis rebeliones,..." Luego en el Vr.17, nos habla de cómo podemos vivir una vida de victoria delante de Dios: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios." La palabra de Dios nos habla siempre de algo claro firme y fundamental. El libro de los Salmos es el corazón humano visto a través de la luz de Dios. Las quejas, las murmuraciones, las batallas, los triunfos y las victorias se ven a través de ésta la palabra preciosa. Y deseamos de una manera simple pero firme, nos propongamos a leer el libro de los Salmos, porque en él aprenderemos a tener consuelo. El libro de los Salmos nos habla de experiencias que pueden compararse con nuestras experiencias, y ver la solución que Dios le dio a los problemas de aquel tiempo, y entonces tomar los mismos pasos para darle solución a los problemas de nuestra época.



Finalmente, en el Salmo 150 leemos estas palabras:

"Alabad a Dios en su santuario;

Alabadle en la magnificencia de su firmamento.

Alabadle por sus proezas;

Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.

Alabadle a son de bocina;

Alabadle con salterio y arpa.

Alabadle con pandero y danza;

Alabadle con cuerdas y flautas.

Alabadle con címbalos resonantes;

Alabadle con címbalos de júbilo.

Todo lo que respira alabe a JAH.

Aleluya."



Este Salmo 150 puede expresar el pensamiento de nuestro corazón. Personalmente digamos: Alabaré a Dios, ya sea en el santuario, ya sea en el firmamento, con cualquier instrumento que yo posea, porque él es mi salvación. Alabemos a Dios y démosle gracias por lo que él ha hecho en nuestra vida y por lo que aún seguirá haciendo. ¡Aleluya!


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