El Porque de una Vida de Miseria

I Samuel

por Samuel Otero

El libro de Samuel tiene como autor, y muchos así lo piensan al mismo Samuel. Pero realmente las Escrituras no dictan información de quién es aquel que ha puesto dentro de este libro su cabal escritura. Es decir, no tenemos un dato formal, verídico, una prueba directa de quién es su autor. Así que nosotros diríamos que el autor del primer libro de Samuel permanece anónimo.



La historia que nos relata este libro se circunscribe a tres diferentes personas. Primero, Samuel que fue el último de los jueces de Israel. Luego, Saúl que fue el primer rey de Israel. Y finalmente, David que fue el segundo rey de Israel. Estos tres personajes forman parte vital en la historia del pueblo israelita. El período en el cual el libro fue escrito fue un período de transición. Samuel fue el último de los jueces, por lo tanto dicho período deja de ser y se establece el período del reinado de oración.



Dentro del libro de 1.Samuel encontramos dos mensajes espirituales muy importantes. Vamos a hablar de uno de ellos. El primero que encontramos al comenzar a leer el libro, es un mensaje donde notamos que la oración tiene una importancia vital en la vida del creyente. Sabemos que Samuel nació como consecuencia de la oración. Su nombre significa: Pidiendo a Dios. Sus oraciones brindaron libertad al pueblo israelita y sus oraciones también dieron poder al reinado de Israel. En otra palabra, vemos que Samuel nunca dejó de orar por su pueblo. Y este es un aspecto del mensaje espiritual que el libro encierra. El otro aspecto espiritual que el libro de Samuel contiene es algo muy importante, serio, que quisiéramos desarrollar en este estudio. Nos habla del porqué de una vida de miseria.



Hay cinco aspectos perfectamente mencionados y delineados en el libro, que nos van a dar la clave del porqué de una vida de miseria. De manera que vamos a titular al libro de 1.Samuel: "El porqué de una vida de miseria".



I.- Lo primero que encontramos como causa para una vida de miseria es la poligamia. En el Cap.1:1-2, 5-6, leemos estas palabras: "Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo. Y tenía él dos mujeres: el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía. Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos. Y su ribal la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos."



En los Vrs.1-2, encontramos la verdadera referencia a lo que queremos hacer mención. Vemos que la miseria comienza cuando desobedecemos la palabra de Dios que nos habla de tener una sola esposa. En Génesis Cap.2:24, la palabra de Dios nos habla de una sola mujer: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne." Está claro entonces que el hombre debe dejar a sus padres y unirse a su mujer y "serán una sola carne". La Biblia no nos dice que debemos unirnos a varias mujeres, sino a una sola. Por consiguiente la palabra de Dios nos está hablando aquí de un hecho muy importante y por cierto de mucho énfasis en la vida del hombre y es que debe aceptar el plan de Dos para su vida. Cuando no lo acepta trae sin lugar a dudas problemas, y esos problemas le dan una vida de miseria. Y aquí en este libro vemos el caso de Elcana, que si bien era varón de Dios, tenía dos mujeres y como consecuencia trajo dificultades, problemas y ansiedades a su hogar.





II.- Otro aspecto que trae miseria a nuestra vida es la indulgencia que los padres tenemos para con nuestros hijos. En el Cap.2:22-25, podemos leer estas palabras: "Pero Elí era muy viejo; (Elí era el sacerdote) y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir." Notamos entonces que la palabra de Dios nos enseña aquí que los hijos de Elí tenían mucha libertad. Y Elí no los amonestó con disciplina; y cuando encontramos eso que en los hogares no se amonesta y se esfuerzan tanto el padre como la madre a ejercer una disciplina sana, el resultado de tales cosas es sin lugar a dudas la desgracia en la familia. Hechos que muchas veces lamentamos ocurren como resultado de la desobediencia de los hijos; pero esa desobediencia tiene su origen natal, tiene el punto de partida en la indulgencia de los padres en no amonestar a sus hijos.





III.- Confiar en objetos sagrados. En el Cap.4:3, leemos lo siguiente: "Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos? Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto de Jehová, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos." El arca de Jehová realmente representaba la presencia de Jehová. El arca era el símbolo por el cual Israel podía diferenciarse de los otros pueblos que vivían a su alrededor. Pero, el arca de Jehová, el instrumento en sí no le iba a valer de nada a Israel; lo importante no era el objeto del arca sino el valor espiritual que el arca representaba.



Hay muchas personas que tienen una Biblia en su hogar, y porque tienen una Biblia guardada piensan que, ya sea de la abuela o del abuelo, ya sea una Biblia grande o de cuero especial con letras de oro, o una Biblia donde el pastor o el sacerdote dedicó algunas letras para ellos, ese objeto les ha de traer muchas bendiciones. La palabra de Dios no nos enseña así. No debemos poner nuestra fe en el objeto, sino en el Creador del objeto. La Escritura dice: "Tened fe en Dios" (Marcos 11:22). Y el problema radica muchas veces en que no son contestadas nuestras oraciones por el simple hecho de que la fe no está puesta en Dios, sino en el objeto. Estamos esperando un milagro en lugar de una respuesta. Nuestra fe está puesta en el milagro y no en el Creador que produce el milagro o lo que él ha de hacer conforme a Su voluntad. Por consiguiente, la palabra de Dios nos dice que debemos confiar en el Creador de nuestra salvación, en el Creador del universo, pero no en los objetos que nos llevan a mirar y a tener fe en el Creador. Israel confiaba en el arca como si fuera algo especial que producía los milagros y no en el Creador que vivía en el símbolo del arca y que producía los milagros.





IV.- Veamos ahora, ¿qué acerca de la impaciencia? En el Cap.13:8-9, leemos esto: "Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto." Hay muchos individuos que cuando Dios tarda en responder, entonces piensan que deben actuar ellos mismos. Este es el caso de Saúl que actuó en lugar de esperar que por la ley Samuel lo hiciera. ¿Qué dijo Samuel? Vrs.11-13: "Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí en Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre." En otra palabra, la Escritura nos dice aquí que Saúl perdió la confirmación de su reinado por su impaciencia.



Muchas veces es esa impaciencia la que nos hace perder las oportunidades ¿verdad? Nos adelantamos a Dios, y Dios no se agrada de eso. Tengamos presente en nuestra mente y en nuestro corazón en forma permanente una decisión absoluta, una decisión firme, una decisión con la cual podamos de una manera especial, observar todas las cosas de Dios sin empacientarnos. Muchas veces oramos y esperamos una respuesta inmediata; y como no la obtenemos empezamos a actuar. Oramos por un trabajo y como no lo obtenemos entonces empezamos a extender los brazos hacia otro trabajo pensando que el que nosotros habíamos pedido no llega, por lo tanto debemos buscarlo por otros medios. Esa no debe ser nuestra realidad. Dejemos a Dios que actúe primero en lugar de nosotros. En el libro de Isaías Cap.55:8-9, Dios nos dice esta verdad profunda: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos." No nos impacientemos por la demora. Muchas veces pensamos que si no obtenemos algo en un tiempo que nosotros hemos señalado, entonces es hora de actuar porque Dios no se acuerda de nosotros. Quizás muchos de nosotros hemos perdido oportunidades brillantes como la que perdió Saúl, por el simple hecho de impacientarnos.





V.- Y finalmente, en el Cap.15:1-3, encontramos otra característica del porqué de una vida de miseria. A esto lo llamamos la obedicencia parcial. "Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a todas las palabras de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Vé, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos." Fijémonos en lo que hizo Saúl. En el Vr.9 la Escritura dice: "Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron." En realidad Saúl destruyó lo que estaba mal, lo que era vil, pero no destruyó todo lo que Dios le dijo. Eso se llama una obediencia parcial. Y una obediencia parcial nos lleva irremediablemente a una miseria total.



Hay muchos hermanos que dicen: Es cierto, yo he dejado este vicio, yo he dejado esto y esto otro. Pero Dios no quiere que le obedezcamos el setenta, el ochenta o el noventa por ciento. Dios quiere que nuestra obediencia sea total. Pensemos, cuando no obedecemos a Dios en forma total, nos estamos perjudicando porque Dios considera entonces que no queremos caminar en sus pasos.



¡Qué hermoso este libro de 1.Samuel! ¿verdad? Nos habla del porqué de la miseria y porqué algunas personas se encuentran en esa miseria.



Hagamos para concluir un breve repaso de los cinco temas que hemos considerado en este estudio: En primer lugar, una característica que podemos notar del porqué los individuos se encuentran en la miseria, es la poligamia. No tienen un hogar formado como Dios lo ha establecido y consecuentemente vivien una miseria de relación entre el esposo y la esposa; no hay paz, no hay una vida de hogar. En segundo lugar, la indulgencia de los padres. Aquellos que toleran que sus hijos hagan lo que quieran porque dicen, "hasta que sean grandes tendremos tiempo de corregirlos". Vemos lo que le pasó aquí al sacerdote Elí, que cuando llegó a viejo tuvo que soportar un reporter muy malo de aquellos que hablaban de sus hijos. En tercer lugar, confiar en objetos sagrados o de otra índole, en lugar de obedecer a Dios. El pueblo de Israel creyó que el arca en sí era la que producía el milagro para ellos, y sin embargo no entendieron que Dios mismo era el que producía el milagro. Ir a la iglesia, tener una actitud reverente dentro de la iglesia no es lo que nos salva, sino el Dios que es predicado en la iglesia. Tener una Biblia en nuestra casa no sirve de nada a menos que la leamos y nos pongamos a obedecerla. En cuarto lugar, hablamos de la impaciencia. Nos adelantamos a Dios, queremos ayudar a Dios, y por esa causa Saúl perdió su reinado. Y en quinto lugar, la obediencia parcial. Obedecemos a Dios en forma parcial. Le obedecemos quizás en el ochenta por ciento de sus reglas y consecuentemente sembramos problemas en nuestra vida. Dios no se agrada de aquellos que le sirven con la mitad del corazón.



Este libro de 1.Samuel en todos sus capítulos nos habla de estas cinco características que produjeron el fracaso en un rey notable como Saúl. Y han de producir el fracaso en nuestra vida a menos que nos demos cuenta de ellas y las eliminemos por completo.


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