Verdades Acerca de la Inmoralidad

Por Gabriel Otero

Con esta epístola nos estamos acercando al final de nuestro "Paseo aéreo a través de la Biblia". Esta epístola contiene un sólo capítulo de veinticindo versículos (en nuestro sistema universal de dividir los libros de la Biblia en capítulos y versículos). Su autor es el apóstol Judas. ¿Quién es Judas? Leamos en el Vr.1, su propia presentación: "Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, (o Santiago como dicen algunas biblias modernas) a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo:..." Indudablemente Judas era medio hermano de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, pues si comparamos aquí el Vr.1 leído con el evangelio de Marcos Cap.6:3, encontramos en esta comparación la luz que necesitamos para entender que Judas, hermano de Jacobo, era también medio hermano de nuestro Señor Jesucristo. Hablando la Escritura acerca de Jesús dice así: "¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón?..." Vemos entonces que Jacobo es mencionado y también Judas es mencionado, con lo cual sabemos que Jacobo era medio hermano de nuestro Señor Jesucristo tal cual lo aclara el evangelio de San Marcos que hemos leído.



El propósito de esta epístola es dado a conocer en los Vrs.3-4: "Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo." Esta es una advertencia a la iglesia a cerca de los maestros inmorales tal cual lo dice este Vr.4. El principio espiritual que la misma nos enseña es simplemente este: "Verdades acerca de la inmoralidad". Y ahora que tenemos el principio espiritual, vamos a estudiarla bajo tres puntos que nos den a entender a lo menos en forma simple pero precisa, las características de estas verdades acerca de la inmoralidad. En primer lugar, Judas nos habla de una defensa de la fe. En segundo lugar nos da lecciones de una falsa fe. Y luego nos habla de las características de una verdadera fe.

Veamos el primer punto: La defensa de la fe. En esta defensa de la fe notamos dos puntos sobresalientes. Primero, en el Vr.3 encontramos el deber de defender la fe. Volvamos a leerlo: "Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos." Notamos que la palabra de Dios nos habla de contender por la fe, es decir, debemos defender la fe según nos dice aquí Judas, y eso es muy importante. La mejor defensa contra la inmoralidad, es la defensa que tomamos de nuestra fe. El apóstol Pablo en otras oportunidades, por ejemplo en su carta a los Filipenses Cap.1:27, les habla acerca de lo mismo cuando dice: "Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio,..." En este versículo que hemos leído, la palabra combatir se usa en lugar de contender. Sin embargo, podríamos decir que las dos tienen la misma raíz; es una defensa que debemos ejecutar nosotros los cristianos de esa fe que tenemos en nuestro corazón. Recordemos las palabras del apóstol Pedro con respecto a esto mismo cuando en su 1a. Carta Cap.3:15, dice: "...sino santidad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;..." Notamos entonces que defender la fe no significa tomar un cuchillo o un revólver o quizás menospreciar a alguna persona o insultar a otra, por el contrario, la fefensa de la fe debe ser algo muy sutíl, algo suave, algo preciso, algo lleno de sabiduría. Seguidamente nos habla de observar la fe. El Vr.4, dice: "Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo." Y aquí Judas nos da la advertencia que debemos estar atentos a aquellos que se arriman o se allegan a nuestra comunión. Vemos entonces que la defensa de la fe debe hacerse bajo dos métodos: Primero, debe defenderse la fe en sí por intermedio de la mansedumbre, por intermedio de una respuesta sabia a las preguntas que se nos hacen. Y segundo, debemos observar la fe, la enseñanza y el desarrollo de esa fe entre nosotros a los efectos de poder rapidamente señalar a aquellos que no enseñan las verdades propias que nos corresponden como ciudadanos del cielo. Resumiendo digamos que Judas nos da a entender en forma muy firme y explícita la manera de defender nuestra fe: En el Vr.3, oponiéndonos a lo malo; en el Vr.4, observando para obtener así el punto de partida en el cual firmemente hemos de actuar para defender nuestra propia fe. Es decir, que en un caso es batallar, y en el otro observar. En el primero, es poner las manos en el arado, o sea sobre nuestras legítimas armas, las Sagradas Escrituras; en el segundo es usar nuestra inteligencia, nuestra sabiduría para poder defender nuestra fe.

Seguidamente Judas nos da leeciones respecto a una falsa fe para que no la confundamos con una fe genuina. En el Vr.7, dice así: "...como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno." Este versículo nos habla de una lección que indudablemente proviene del pasado: Sodoma y Gomorra. De esto, por ejemplo, vamos a leer en la 2a.Carta del apostol Pedro Cap.2:6-9, algo que realmente nos ha de llamar la atención: "...y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamaente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio;..." Vemos entonces que hay una lección de la falsa fe que nos viene del pasado. Como cristianos que somos no necesitamos quemarnos para saber donde está el mal. Lo que necesitamos hacer simplemente es mirar en las Escrituras, observar cosas que ya han ocurrido a otros y entonces tomar cordura y detalle de ello para afinar así nuestros pasos y nuestra sabiduría con respecto a Dios. Tanto el Vr.7 de esta carta como también la referencia a la epístola de Pedro, nos dicen que Sodoma y Gomorra son el cuadro indiscutible de una falsa fe. Suponemos que aparentemente había lugares de culto, lugares de adoración a Dios, pero sin embargo todo lo que había en esas dos ciudades era realmente falso, una imitación. Esa es la fe del pasado. Ahora el Vr.8 nos habla de una lección contemporánea. Dice: "No obstante, de la misma manera es decir de la manera que sucedió a Sodoma y Gomorra- también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores." Y aquí el apóstol Judas nos hace saber de que en la misma manera que ocurrió en esas ciudades que se burlaban de Dios, que no tenían respeto de aquellas cosas que eran propias de Dios, de esa misma manera, ha de pasar en estos tiempos con aquellos que proceden impíamente y blasfeman contra Dios. Estamos convencidos de esa verdad, estamos convencidos que el mundo va en camino a una repetición exacta de lo que sucedió en el pasado y relatado en el Antiguo Testamento. El ser humano está repitiendo a través de la historia lo que sucesió con Cristo Jesús en el tiempo que él estuvo en la tierra. Y no tenemos que experimentar el fracaso para aprenderlo; la Escritura dice que tenemos que aprender de las lecciones pasadas para poder conocer y valorar al verdadero Dios. En esta lección contemporánea, nos damos cuenta que si esto sucedió en el pasado, también está sucediendo en el presente. No tenemos más que mirar los periódicos para obtener allí suficiente material y suficientes pruebas verídicas de esta vida con las cuales podemos testificar acerca de que la historia se repite.

Ahora, en tercer lugar, pasemos a considerar las características de una verdadera fe. Vrs.20-23. Primero, la verdadera fe produce la edificación mutua: "Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,..." Hay una edificación mutua que nosotros debemos tener, y esa edificación mutua se refiere a la fe común, a la misma creencia, a la misma doctrina, al mismo parecer cristiano que nosotros tenemos. Volvamos a leer: "Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe,..." es decir, la estructura cristiana, el cristiano y su iglesia crece basado en la doctrina de la iglesia que emana de la palabra de Dios. Y cuando los hermanos comparten la misma doctrina, entonces la iglesia camina, progresa y tiene sin lugar a dudas un innumerable servicio de capacidad para que la persona pueda encontrar allí el alimento espiritual necesario para su edificación. Otra de las características de una verdadera fe, no es solamente la edificación mutua, sino también el amor mutuo. Vr.21: "...conservaos en el amor de Dios, -conservaos quiere decir mantenernos en el amor de Dios- esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna." En otra palabra, debemos permanecer en ese amor inmutable de nuestro Dios. Hay muchas personas que piensan que pueden perder la salvación y cuando la pierdan deben ganarla de nuevo. No creemos que la Escritura enseña de esa manera. Fijémonos como dice aquí la Escritura en el Vr.21. La razón por la cual nosotros tenemos vida eterna, es simplemente porque esperamos en la misericordia que nuestro Señor y Salvador Jesucristo que puede mantener o exponer sobre nosotros. No hay otra alternativa, no hay otra esperanza. Y finalmente no solamente las características de una fe verdadera es una edificación mutua, es un amor mutuo, sino también son actividades mutuas. Vr.22-23: "A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne." En otra palabra, nos habla que debe haber una actividad mutua. Convencer a los que dudan, los que son hermanos en Cristo. Y con los que son de la misma fe, tener piedad los unos de los otros. Pero con respecto a aquellos que no son del evangelio, llevémosle a ellos la salvación. Hagamos salvos a otros por temor a Dios.



De esta manera hemos visto entonces "las verdades acerca de la inmoralidad". La Biblia nos enseña que debemos presentar defensa dea Eva que ella se dejó atraer por su propia vista porque vio que el fruto que Satanás le ofrecía era hermoso para comer, los ojos nos engañan. Y si vamos a escoger en este mundo por la belleza exterior, no nos equivoquemos, no es de Dios. Alguien que elige a su esposo o a su esposa por la belleza exterior, no es de Dios. Alguien que guía su vida por el éxito que obtiene en este mundo eso es vanagloria, y tales cosas no son de Dios. Y en tercer lugar, debemos hablar la verdad. Dicen los Vrs.22-25: "Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Lo que habéis oído desde el principio, pernanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna." Por lo tanto notamos que hay tres puntos de importancia en esta primera doctrina básica de la fe. Cuando conocemos que Dios es luz, conocemos también que somos pecadores pero que tenemos un remedio para nuestro pecado, podemos pedir perdón a Dios. Cuando conocemos que Dios es luz, conocemos también que hay deseos dentro de nuestro cuerpo que están batallando con nosotros, pero también conocemos que podemos abolir esos deseos, que podemos sobrepasarlos; ¿cómo? no amándolos, ya sean los deseos del mundo, de la carne, o de la vanagloria. Y en tercer lugar, en relación a la verdad. Hay individuos que enseñan toda clase de doctrina especialmente en estos tiempos; individuos que vienen con nuevas doctrinas; que dicen que Jesucristo fue un gran maestro, un gran profeta, pero que no reconocen en él al gran Salvador, y consecuentemente niegan que él es el Hijo de Dios. Esos individuos son el anticristo, dice Juan. Todo esto lo sabemos porque Dios es luz. El coloca su luz de tal manera que enfocada dentro de la perspectiva bíblica podemos entender los detalles más importantes para nuestra vida. Debemos aferrarnos a la única verdad que las Escrituras nos exponen.

Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.


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