¿Cómo Puede El Evangelio Salvar
A Los Creyentes?

por John Piper

Parte 1

Romanos 1:16-17
Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. 17Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
El versículo 16 nos dice que el evangelio es “el poder de Dios para salvación de todo aquel que cree”. El pasado 21 de junio les decía que el verdadero significado de este versículo no es que el evangelio sea el poder de Dios para llevar a los inconversos a la fe en Jesucristo (aunque esto es una profunda verdad), sino para llevar a los que ya han creído a la sublime y eterna seguridad de la presencia de Dios.

Nuestro Gran Problema: La Ira De Dios
Uno de los puntos que no explicábamos en aquel sermón era por qué necesitamos la salvación ¿Salvos de qué? ¿Cuál es el problema? La respuesta de la carta a los Romanos es rotunda:necesitamos ser salvos de la ira de Dios. En Romanos 1:18 leemos: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad”. Esta es la razón por la que necesitamos ser salvos. Dios se llena de ira ante nuestra injusticia y por el modo en que distorsionamos y anulamos la verdad, para justificarnos a nosotros mismos.

Basta solo con echar un vistazo al siguiente capítulo, Romanos 2:8, para darnos cuenta de esta verdad. Pablo dice que solo hay “pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia [note nuevamente la repetición de dos palabras al igual que sucede en Romanos 1:18: la “verdad” es rechazada y la “injusticia” es abrazada] [Dios dará]: ira e indignación”. Este es nuestro problema: Dios se indigna y enciende en ira al ver nuestra injusticia y falsedad.

Solo tres versículos antes, en Romanos 2:5, se nos dice: “Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras”.

He aquí la principal razón por la que necesitamos ser salvos. Este es nuestro mayor problema: la ira postrera de Dios que nos separa de él y nos envía directo al infierno. Si usted le preguntara al libro de Romanos de qué necesitamos ser salvos, la respuesta saltaría a la vista: del pecado, de la culpa, de la desunión y las malas relaciones, de malas costumbres y hábitos destructivos; pero la respuesta fundamental sería: necesitamos ser salvos de la ira de Dios. Nuestro gran problema, aunque solo unos pocos de nuestra década puedan reconocerlo, es que somos pecadores en manos de un Dios infinito, Omnipotente y enojado.

Evangelio: Dios Nos Ha Rescatado De Su Propia Ira
El evangelio es, en síntesis, la buena noticia de que Dios mismo nos ha rescatado de su propia ira. No solo de nosotros mismos o del desastre en que podemos convertir nuestras vidas, sino también de su propia cólera y justo juicio. El evangelio es poder de Dios para salvación de su ira, el poder que nos trae al gozo y la seguridad eterna en la misma presencia de Dios.

Quizás donde más se evidencia esta verdad es en Romanos 5:9: “mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre [es decir la sangre de Jesús], seremos salvos de la ira de Dios por medio de El”. En resumen, lo más importante es escapar de ira de Dios o alejarla, de manera tal que él pueda llegar a ser nuestro Rey y no nuestro enemigo.

Por tanto, al leer en el versículo 16 que el evangelio “es poder de Dios para salvación”, entendemos que el evangelio no es más que el poder de Dios para rescatar a los creyentes de la ira de Dios, o de su justo juicio (2:5)

¿Cómo Puede El Evangelio Salvar A Los Creyentes?
Ahora bien, la pregunta del día es: ¿Cómo puede el evangelio salvar a los creyentes? ¿En qué manera puede ser el evangelio poderoso para salvar a quienes ya tienen al Señor? La respuesta la encontramos en el versículo 17. Quizás podamos sentir mejor la fuerza de este versículo si lo traducimos incorrectamente, si le hacemos decir lo que nosotros quisiéramos que dijera, y entonces, lo leemos correctamente. Leámoslo primero incorrectamente. Comenzando en el versículo 16, “Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. 17Porque en el evangelio [el amor] de Dios se revela por fe y para fe”.

Es evidente que no es eso lo que dice, sin embargo, para muchos de nosotros es esa la parte más importante cuando pensamos en el Evangelio. Generalmente decimos que el evangelio es la grandiosa y sublime noticia a través de la cual el amor de Dios se ha revelado, y sin lugar a dudas es cierto. Romanos 5:8 dice, “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Eso también es el evangelio. El evangelio de Jesucristo es la demostración y revelación del amor de Dios por los pecadores. Pero eso no es lo que dice el versículo 17.

Ahora, existen dos razones muy simples por las que digo lo que digo y que explican por qué comencé esta exposición leyendo una traducción incorrecta. En primer lugar, quiero dejar en claro que el amor de Dios no eliminó toda injusticia humana y la ira de Dios como quien oculta la suciedad de la casa debajo de la alfombra y luego finge que todo está limpio.

El amor de Dios tuvo que lidiar de igual manera con la maldad de hombre y con la ira de Dios. El amor de Dios no es algo puramente sentimental que dice, “me caes bien y por tanto te voy a favorecer”. Si eso fuera cierto, la carta a los Romanos sería más corta de lo que es. De hecho, creo que toda la Biblia sería mucho más corta si pudiera obviar la sangrienta historiade la muerte del Hijo de Dios.

El amor de Dios está lleno de sabiduría, de justicia y de verdad. Es un amor que en lugar de opacarlos, resalta los demás los atributos de Dios. El amor de Dios es sabio, transparente, justo y verdadero; sin secretos ni insinuaciones. Habiendo tomado en cuenta nuestra injusticia y la ira de Dios, provee una solución grandiosa a través de la muerte y la resurrección de Jesús. Cómo lo hace es el tema fundamental de este libro. La otra razón por la que comienzo mencionando lo que Pablo omite es que quiero enfatizar el deseo de Pablo de que los cristianos comprendan cómo pueden ser salvos de la ira de Dios. Su interés va más allá que tengamos solo conocimiento acerca del amor de Dios y del sacrificio de Cristo por nuestros pecados ¡Medite en esto! ¡Todo es tan simple y claro! Sin lugar a dudas, tanto al mismo Señor Jesucristo como a Pablo, su apóstol inspirado, les interesa que los cristianos sepan cómo el evangelio es poder de Dios para salvación. Pablo nos lo dice en el versículo 17 y durante los 16 capítulos restantes.

Una Sólida Comprensión Del Evangelio
Usted se preguntará por qué he hecho tanto énfasis en este sentido. Permítame responderle: es evidentemente anti bíblico que tantos cristianos de nuestros días tengamos una apreciación tan débil de quienes somos sin la gracia divina, de cómo Dios planeó nuestra redención, de lo que él mismo hizo en Cristo para salvarnos, de cómo el Espíritu Santo obró durante nuestra conversión, y de cómo Dios sigue obrando (a través del evangelio) al sostenernos, purificarnos y prepararnos para el cielo. Esto es lo que el Nuevo Testamento, y en especial Romanos, se esfuerza por enseñarnos. Sin embargo, resulta verdaderamente asombroso ver cómo a tantos cristianos simplemente no les interesa saber estas cosas y por tanto no las conocen.

Es por eso que insisto en resaltar que el versículo 17, lejos de decir que, “todo lo que necesitamos saber es que Dios nos salvó por amor”, Pablo comienza por explicarnos cómo puede el evangelio salvar a los creyentes, no solo dice que el evangelio nos muestra el amor de Dios; Pablo se adentra en ese amor y nos muestra cómo Dios enfrenta los verdaderos problemas de la humanidad. Es entonces que comenzamos a entender cuáles son estos problemas, y comprendemos que son más complejos de lo que creemos, no es el bombardeo a las embajadas de Nairobi y Dar es Salaam, es más profundo que esto. Hay enemistad contra Dios, la verdad es suprimida y hay una profunda injusticia en el alma y tenemos además la ira todopoderosa de Dios, ante todas estas cosas solo hay un poder en el universo que puede vencer: el evangelio de Jesucristo.

Comenzando en el versículo 17, Pablo se adentra en el amor de Dios y en el evangelio para confirmarnos esta verdad, y lo hace porque como cristianos necesitamos conocer estas cosas. No les estoy pidiendo que tomen un curso en Teología. Les estoy exhortando que presten atención a la revelación de Dios en Romanos 1:17. Cristo envió a su apóstol para enseñarnos cómo el evangelio salva a los creyentes y los conduce hasta el cielo.

Esto es lo que usted querrá saber cuando el doctor le diga:

Hemos hecho todo lo posible.

Y usted le pregunte:

-¿Cuánto tiempo de vida me queda?

Y él le responda:

-Una semana, quizás dos.

Es entonces se encontrará cara a cara, frente a frente con el Creador y Juez de todo el universo, infinito en santidad e inmutable en justicia. Oh mi amada Bethlehem, esto es lo que querrás saber ¿Cómo podré persuadirte para que te ocupes en las cosas más importantes del mundo?

La Tranquilidad Y El Privilegio De Entender Cómo Dios Obra.
Les ruego que tomen con seriedad todo lo que concierne su crecimiento en el conocimiento de Dios (Colosenses 1:10) y de cómo salva a los pecadores. Si Dios inspiró a Pablo para decirnos estas cosas, entonces debemos desear conocerlas. Ciertamente este es un enorme privilegio que trae tranquilidad y gozo a nuestras vidas. Esta serie de estudios de la carta a los Romanos es una oportunidad preciosa, es como una ventana en el tiempo. Estoy haciendo este análisis sin apresurarme, para que usted tenga el tiempo necesario para leer, pensar, estudiar, revisar, verificar cada aspecto y orar por todo lo que está oyendo. Esta serie de estudios tiene la capacidad y el potencial de llevarlo justo al centro del corazón y la mente de Dios, si es eso lo que está buscando. Por favor, le ruego que no adopte una actitud pasiva, no se deje llevar. Aprópiese de la esencia de esta carta y establezca sus pensamientos y sentimientos sobre sus sólidos fundamentos.

Por tanto, en esta mañana podemos preguntarnos: ¿Cómo puede el evangelio salvar a los creyentes? ¿Cómo puede el poder del evangelio traernos gozo y seguridad eterna en la presencia misma de Dios, cuando lo que en verdad merecemos es la ira de Dios, que según el versículo 18 se revela desde el cielo? ¿Cómo podrá el evangelio, durante esas dos últimas semanas de vida, rescatarlo a usted del terror y la desesperación y llevarlo triunfante hacia al cielo con Dios?

He aquí la respuesta que nos da el versículo 17, el evangelio es “poder de Dios para la salvación de todo el que cree […] Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe”.

Sin embargo, esto pudiera parecernos contradictorio. ¿Cómo podemos llamar a esto buenas noticias cuando la justicia de Dios es nuestro problema? Dios es justo y yo soy injusto, ese es el gran problema. Según el versículo 18, su ira se revela contra toda injusticia de los hombres. Martín Lutero decía odiar Romanos 1:17 antes de verlo de esta manera. Él mismo escribió:

“Yo... había sido cautivado con una extraordinaria curiosidad por entender a Pablo en la carta a los Romanos. Pero...una expresión en el capítulo 1, [v. 17], en el evangelio la justicia de Dios se revela, se interponía en mi camino, porque yo detestaba esa expresión: la justicia de Dios. Era la misma justicia con la cual, según me habían enseñado, Dios castiga a los injustos”. (John Dillenberger, ed. Martín Lutero: Selecciones de sus Escritos [Martin Luther: Selections from His Writings], [Garden City, New York: Doubleday and Co., 1961], p. 11)

Dios Nos Da Aquello Que Demanda De Nosotros
Por tanto, ¿cómo puede esta verdad llegar a convertirse en buenas nuevas para nosotros? He aquí la respuesta: Dios demanda de nosotros una justicia que no tenemos, por tanto, nuestra única esperanza es que él mismo nos dé esa justicia. Esa sí sería una buena noticia. Eso el evangelio. Y así es como Dios obra. Lo que se revela en el evangelio no es más que esto: la justicia de Dios hacia nosotros es la misma que demanda de nosotros. El evangelio es poder de Dios para salvación porque salva a los creyentes a través de una verdad: en el evangelio Dios revela la justicia que demanda de nosotros. Lo que nos faltaba y que no podíamos crear, proveer o brindar, Dios nos lo da de manera gratuita; a saber, propia justicia, la justicia de Dios.

Es así como el evangelio nos salva de la ira de Dios. En el versículo 18 podemos ver que “la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres”. Entonces, ¿cuál es la solución? ¿Cuál es nuestra esperanza de escapar de esta ira cuando somos impíos e injustos? La respuesta sería que Dios interviniera y nos otorgara una justicia que no es nuestra. Si Dios lo hiciera, su ira sería apartada, y sería posible reconciliarnos con él. Esto es, de hecho, lo que Dios hizo. Esto es el evangelio. Es así como nos salva.

El evangelio “es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree”, porque en el evangelio nos otorga aquello que demanda de nosotros, esto es, su propia justicia. Él muestra en Cristo el regalo que antes era una demanda. Así es como nos salva: en el evangelio de la muerte y resurrección de Cristo Dios nos otorga la justicia que demanda de nosotros.

Creo que tendremos que dedicar los próximos dos domingos a analizar las buenas nuevas de este versículo. El próximo domingo nos estaremos preguntando en qué consiste la dádiva de la justicia de Dios.


¿Es acaso la vindicación de su propia justicia al caer el castigo sobre Jesús, nuestro substituto?


¿Es nuestra condición de pecadores perdonados, justificados y sin culpa en la misma presencia de Dios?


¿O es la transformación moral que ocurre en nosotros, que de hecho, cambia nuestra naturaleza, convirtiéndonos en hijos obedientes y justos delante de Dios?


¿O es sencillamente la suma de estas tres razones?
El domingo que sigue, estaremos analizando el papel de la fe en esta la revelación salvadora de la justicia de Dios, el significado de la frase “por fe y para fe” (v. 17), y veremos cómo la cita de Habacuc 2:4 nos ayuda a abrazar esta gran verdad por fe.

Para concluir en el día de hoy, quisiera volver a citar a Martín Lutero. Tal vez Dios quiera usar su testimonio para que muchos pasen de ser meros oidores a gente que ama y vive según esta realidad del evangelio: Dios nos ha regalado su propia justicia. Recordemos que Lutero decía cuánto odiaba Romanos 1:17, pues él mismo explica cómo batallaba contra su propia culpa y temor ante la justicia de Dios.

“De tal manera luchaba yo con mi rebelde y atribulada conciencia. Una y otra vez volvía a estas palabras de Pablo [Romanos 1:17], deseando con todo el ardor de mi alma saber lo que él quería decir. Al fin, por la misericordia de Dios y tras meditar día y noche, pude entender el contexto de estas palabras, “en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Fue entonces que comencé a entender que la justicia de Dios es [...] la justicia con que el Dios de toda misericordia nos justifica por la fe [...] En este punto sentí que había nacido de nuevo y que había entrado al mismo paraíso con las puertas abiertas”. (Martín Lutero: Selecciones [Martin Luther: Selections], pp. 11-12).

Parte 2

Romanos 1:16-17
Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
El Evangelio Salva A Los Creyentes
Me parece pertinente resaltar que nuestra interrogante es: ¿cómo puede el evangelio salvar a los creyentes?, y no: ¿cómo puede el evangelio convertir a alguien en creyente? Es cierto que cuando el evangelio se comparte con poder del Espíritu Santo, este tiene la capacidad de abrir los ojos de la gente, de cambiar el corazón, de atraerlos a la fe y de salvarles. De hecho, eso es lo que ha estado sucediendo cada noche de martes y miércoles durante todo este verano. Son tan grandes el poder y la belleza del evangelio que las personas se sienten atraídas naturalmente hacia Cristo a través de él. Sin embargo, es mi interés resaltar lo dice Pablo en los versículos 16 y 17, que el evangelio“es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree”. Los creyentes necesitan ser salvos y el evangelio no es más que el instrumento que Dios usa con tal propósito. Por tanto, necesitamos saberde qué forma el evangelionos salva como creyentes, para así poder usarlo correctamente.

Nótese la relación que existe entre los versículos 15 y 16: “Así que, por mi parte, ansioso estoy de anunciar el evangelio también a vosotros que estáis en Roma”. ¿A quiénes se refiere Pablo con vosotros?

Los versículos 6 y 7 nos dicen: “...entre los cuales estáis también vosotros, llamados de Jesucristo; 7a todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos”. Así que Pablo dice en el versículo 15 que él está “pronto a anunciar el evangelio” a estos llamados a ser santos y amados, cuya “fe se divulga por todo el mundo” (v. 8). ¿Por qué? Versículo 16: “Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree [literalmente:aquel que está creyendo; o sea, vosotros]”. Esto quiere decir: vosotros, creyentes de Roma.

Ahora quisiera decirlo junto a Pablo: «Yo, John Piper, estoy pronto a anunciaros el evangelio a los creyentes (específicamente a vosotros) porque este evangelio tan cuidadosamente explicado en la carta a los Romanos, es poder de Dios para vuestra salvación. Vosotros como creyentes necesitáis oír el evangelio para ser salvos». Y es entonces que Pablo, con toda humildad y misericordia, se esfuerza por explicarnos en 16 capítulos, la esencia del evangelio y cómo salva a los creyentes.

Los Creyentes Se Encuentran En Una Dependencia Diaria Del Evangelio
Yo creo de todo corazón que la razón por la que Pablo siente tal deseo es porque sabe que cuando todos los creyentes seamos capaces de conocer, amar y vivir la esencia del evangelio, seremos de tal manera llenos, moldeados, dependientes, dirigidos, esperanzados y gozosos en y por el evangelio, que nadie tendrá que decirnos por qué o cómo debemos compartirlo. Sólo entonces seremos inundados por un profundo agradecimiento a Dios. Sólo entonces podremos vivir una vida tan llena de una dependencia diaria del evangelio como nuestra esperanza de vida eterna, para nuestra propia sanidad y estabilidad, ya sea que seamos casados o solteros. Dependeremos tanto del evangelio que nos será imposible no saber que por qué la gente necesita del evangelio y cómo satisface sus grandes necesidades; precisamente porque sabremos que lo necesitamos y por qué, y sabremos cómo satisface nuestras más grandes necesidades día a día.

Una de las grandes razones por las que Pablo, al igual que yo, está tan deseoso de predicar el evangelio a los creyentes ( v.15), es porque si crecemos diariamente en el evangelio y éste se convierte en el instrumento que Dios usa cada día y cada minuto de nuestras vidas para salvarnos, entonces la manera en que testificaremos a nuestra familia, amigos y a otras personas dejará de ser un esquema artificial para convertirse en el latido profundo de un corazón que piensa, ama y siente lo que predica, un corazón que pelea la batalla de la fe de todos los días.

Pablo estaba totalmente convencido, y nosotros debemos estarlo también, de que predicar el evangelio a los creyentes trae sus frutos. Volvamos al versículo 13: “Y no quiero que ignoréis, hermanos, que con frecuencia he hecho planes para ir a visitaros (y hasta ahora me he visto impedido) a fin de obtener algún fruto también entre vosotros, así como entre los demás gentiles” Cuando el evangelio es predicado entre los creyentes sí hay frutos. Todo tipo de frutos: justicia, paz y gozo (Romanos 14:17), y convierte el corazón de todo aquel que escucha y ve el evangelio en la vida de los hijos de Dios.

¿Cómo Puede El Evangelio Salvar A Los Creyentes?
He estado haciendo énfasis en el versículo 17 por tres semanas porque responde a la pregunta de: ¿Cómo puede el evangelio salvar a los creyentes? Si los creyentes deseamos vivir el evangelio, así es como debemos actuar: una vez que aprendemos en la Palabra de Dios cómo nos salva el evangelio, podremos creerlo, sentirlo y rendirnos a él. Entonces podremos seguir cada día el plan de Dios para salvarnos de todo lo que puede destruirnos, en especial del “justo juicio de Dios” (Romanos 2:5) y de la ira venidera (Romanos 5:9). En esencia, esto es a lo que se refiere la “salvación” del versículo 16: el evangelio “es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree”. Todo aquel que cree continuamente, año tras año, será salvo de la ira por el poder de dios en el evangelio (ver Marcos 13:13).

Por tanto, la pregunta es: ¿cómo?, ¿cómo puede el evangelio salvar a los creyentes de la ira venidera y llevarnos salvos al gozo de Dios (Mateo 25:21,23)?

El versículo 17 nos lo describe: “no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela”. La semana pasada veíamos cómo Martín Lutero odiaba en principio este versículo porque pensaba que la revelación de la justicia de Dios no era sino malas noticias. Es la justicia de Dios lo que nos trae problemas: nosotros somos injustos y detenemos la verdad (Romanos 1:18). Por tanto somos condenados por la justicia de Dios.

Dios nos demanda justicia. Esa es su naturaleza y lo que rige sus estatutos. Él es justo. Pero nosotros no tenemos ninguna justicia que brindar. Por eso somos culpables y estamos condenados a perecer lejos de Dios y sin esperanza posible en el mundo. Por tanto, ¿cuál es la buena noticia? ¿De qué trata el evangelio? La buena noticia es que Dios nos regala la misma justicia que demanda de nosotros. Ese era el mensaje más importante de la semana pasada. Esa es la interpretación del versículo 17: el evangelio es el poder de Dios para salvar a los creyentes porque cada día de nuestra vida vemos revelado en el evangelio el regalo de la justicia divina, la justicia de la muerte y la resurrección de Cristo, la misma que Dios demanda de nosotros.

¿Qué Entendemos Por “Justicia De Dios”?
Cuando preguntaba al final del sermón de la semana pasada qué quería decir justicia de Dios, les mencioné tres posibles respuestas, según mi parecer. Por tanto, hoy quiero mostrarles a cuál de estas se ajusta Pablo y porqué.

Entendemos por justicia de Dios

1.¿La vindicación o demostración de su propia justicia al perdonar al pecado porque ya condenó al pecado en nuestro sustituto, Jesús?
2.¿O nuestra justificación ante Dios como pecadores perdonados y absueltos en su presencia, sin culpa?
3.¿O se refiere al cambio moral que ocurre en nosotros y nos vuelve hijos justos y obedientes de Dios?
Ahora bien, vamos a ver que todas estas son, de hecho, auténticas definiciones de la justicia de Dios en Romanos, y de los evangelios, los tres son la dádiva que obtenemos a través de la muerte de Jesús en nuestro lugar. Es posible que Pablo las haya tenido en mente al escribir el versículo 17: la justicia de Dios (de las tres maneras) se revela por fe en el evangelio, y es por eso que es poder de Dios para la salvación de los creyentes Es cierto que cada día vemos en el evangelio, todo lo que es necesario para que Dios sea justo, y para que nos declare justos, y para volvernos progresivamente en individuos justos. Eso es lo que el evangelio nos revela cada día. De esto nos sostenemos por la fe. Esto es lo que nos mantiene creyendo y nos ayuda a pelear la batalla de la fe y perseverar para al fin ser salvos.

Nuestra Justa Condición Delante De Dios
Pero existen varias razones por las que creo que la intención principal de Pablo en el versículo 17 es reflejar “la justicia de Dios” desde nuestra posición de justificados ante él, como pecadores perdonados y absueltos, sin culpa. En otras palabras: somos justificados o declarados justos porque la justicia de Dios nos ha sido imputada. Es en Cristo que ahora tenemos una justa condición delante de Dios. Dios nos imputa su propia justicia cuando todavía somos indignos, él da por sentado que ya tenemos su justicia. Creo que es eso lo que nos da a entender el versículo 17. Es esto lo que se revela en el evangelio.

Estas Son Mis Razones:

1. Dios confiere su justicia al hombre
Véase la conexión que existe entre la primera parte del versículo 17 y la última, que es una cita de Habacuc 2:4: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe”. Entonces viene una frase del Antiguo Testamento introducida por un “como está escrito”. En otras palabras: lo que acaba de decir acerca de la justicia de Dios revelada en el evangelio es exactamente lo que está a punto de citar de Habacuc 2:4: “mas el justo por la fe vivirá”.

¿Ha podido usted notar lo que sucedió con la palabra “justicia” (o “rectitud,” que es lo mismo en griego)? En la primera parte del versículo, se nos habla de la justicia de Dios (“la justicia de Dios revelada”), mientras que la segunda se refiere a la justicia del hombre (“mas el justo por la fe vivirá”) ¿Cómo es posible que Pablo cite el Antiguo Testamento para ilustrarnos lo que quiere decir cuando existe una diferencia tan grande en el uso de las palabras que quiere comparar? La respuesta es que no existe una gran diferencia. Esta cita del AT nos muestra que lo que Pablo tiene en mente al decir que el evangelio revela “la justicia de Dios” no es esencialmente que Dios es justo, sino que Él imputa o confiere su justicia al hombre para que este pueda ser llamado “justo” o “recto”. “El justo”, dice Pablo (quien ahora es justo por el regalo de la justicia de Dios) “por la fe vivirá.”

Por tanto, en el versículo 17 Pablo nos quiere decir que en el evangelio, la justicia de Dios se revela en el sentido de que esta es dada a los pecadores de modo que podamos ser justificados, o sea, que podamos tener una condición justa delante de Dios. Él nos imputa lo que no podemos obtener por nosotros mismos, para que seamos perdonados, absueltos y justificados en su presencia. Ahora, existe otra razón para esta interpretación del versículo 17. Así que debemos añadir a esta la siguiente.

2. La justicia de Dios se manifiesta a través de la fe
Esta es la segunda razón que tengo para pensar que esto es lo que Pablo tiene en mente en el versículo 17. Volvamos a Romanos 3:20. El paralelo entre estos versículos y Romanos 1:17 es tan evidente que no puedo evitar que dirijan la manera en que interpreto Romanos 1:17.

Romanos 3:20: “porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la leyviene el conocimiento del pecado.” Observemos que el énfasis aquí está en cómo los pecadores son “justificados.” ¿Cómo podremos entonces alcanzar una posición justa delante de Dios, cuando no tenemos ninguna justicia que ofrecer? ¿Cómo es que podremos salir absueltos en la corte cuando somos pecadores y por tanto culpables? Es entonces que Pablo explica en Romanos 3:21, con unas palabras muy similares a las de Romanos 1:17: “Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios (note la misma frase de Romanos 1:17) ha sido manifestada (muy similar a la palabra “revelado” en 1:17) , atestiguada por la ley y los profetas”. Así que Pablo dice que la justificación (v.20) es una manifestación de la justicia de Dios (v.21). Y continua diciéndolo en los versículos del 22 al 24, lo que contribuye a traer luz sobre la revelación de la justicia de Dios de Romanos 1:17.

Pablo dice (por favor, tratemos de ver los versículos 22-24 como un conjunto) que esta justicia que se ha manifestado es “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción; 23por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, 24siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús”. Según el pensamiento de Pablo, la frase “siendo justificadosgratuitamente por su gracia” del versículo 24 es la confirmación y explicación de lo que quiso decir en el 22: “la justicia de Dios por medio de la fe”. Por tanto, el mismo acto divino de justificar a los pecadores lo vemos repetido en los versículos 20 y 24, alternando con dos referencias a la manifestación de su justicia a través de la fe (20,22).

Por eso creo que es esto lo que Pablo quiere decir: En la muerte de Jesús (24-25), Dios ha manifestado su propia justicia, manifestándola y confiriéndola a los pecadores, declarándolos justos con su propia justicia. A esto llamamos justificación. Esta idea de haber manifestado su justicia aparte de la ley (21-22) es tan similar a la revelación de la justicia de Dios en Romanos 1:17, que me parecen lo mismo.

Y esta es la segunda razón por la que digo que Romanos 1:17 se refiere a la justicia de Dios entregada al hombre en la justificación o el acto de declarar justos a los pecadores a través de la fe en Jesucristo.

Sin Separaciones Artificiales
No es mi interés forzar ninguna separación artificial entre estas dos maneras de ver la justicia de Dios.

El evangelio sí revela que Dios demuestra su atributo de justicia al justificar a los pecadores que confían en Jesús (Romanos 3:25-26); es por eso que Jesús tenía que morir, para demostrar que el pecado fue tratado de manera justa, para mostrar que Dios es ambas cosas: “a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús” (3:26).

También revela que a través de la muerte de Jesús alcanzamos, no sólo la declaración de nuestra justicia delante de Dios, sino también el desarrollo de una correcta manera de vivir en su presencia. Romanos 8:3-4 dice: “Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne [y es eso lo que sucedió en la cruz: el pecado fue castigado, ejecutado. Veamos ahora el propósito que la persigue] (4)para que el requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Ahora tenemos el poder y la libertad para cumplir el modelo moral de Dios por el poder del espíritu Santo, porque nuestros pecados han sido condenados de una vez y para siempre en la muerte de Jesucristo. Charles Wesley escribió: “Él rompe el poder del pecado cancelado” [“Con lenguas mil”; “O For a Thousand Tongues”].

El Evangelio Nos Revela La Obra De Dios Por Nosotros
Pero por todo esto, que estaremos viendo más profundamente en las próximas semanas, disfrute de la gloria del mensaje central del versículo 17. ¿Cómo puede el evangelio salvar a los creyentes? ¿Cómo lo salva a usted el evangelio? El evangelio es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree (Romanos 1:16), porque en él está siendo revelada, para nuestro aliento y permanencia en la fe, la preciosa verdad que Dios da y a la vez exige de nosotros: su propia justicia. Él nos ve como justos en una justicia perfecta, o sea, la suya. Él nos perdona, absuelve y justifica a través de nuestra fe.

Es así como el evangelio nos salva, revelándonos estas verdades para que podamos verlas y creer. Lo que necesitamos diariamente, para trazar nuestro camino hacia el cielo, es ver, recibir y alimentarnos de este regalo de justicia imputada. Es así como Dios salva a los creyentes. Y los niños pueden y deben entender esto. En otras palabras, todos hacemos lo malo y somos malos porque nuestras malas obras provienen de una maldad enraizada profundamente en nosotros. Lo malo que hacemos viene de nuestros malos corazones. Pero Dios dice que debemos ser buenos, de otra manera le sería imposible aceptarnos porque nuestra maldad arruinaría su santidad. Por tanto, lo que necesitamos es que Dios tome nuestra maldad y la condene en la muerte de Jesús, y entonces tome la santidad de Jesús, la suya propia, y la haga nuestra.

Aliméntese A Diario Del Evangelio
Encuentre diariamente esta verdad en el evangelio. Que sea ella quien lo anime y alivie, le dé coraje y le imparta cada día poder a su vida. Usted está viviendo por una justicia que es sobrenatural. No por lo que haya hecho, sino por lo que Dios ha hecho. Es por este evangelio que vivimos y por él compartiremos durante esta semana con nuestra familia y amigos. Y este es el evangelio que nos salvará y llevará gozosos al hogar eterno junto a Dios.

Parte 2

Romanos 1:16-17
Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Dos preocupaciones fundamentales en la vida
Existen solamente dos preocupaciones fundamentales en la vida. Una es como reflejar a Dios en nuestras vidas. La otra es como estar por siempre feliz en Dios. Estas son las grandes preocupaciones en le mundo para todas las personas y para todos los grupos de personas, ya sea que estemos consciente de ello o no. ¿Cómo debe una persona pensar, sentir, y actuar para poder reflejar la gloria de Dios? ¿Y qué debemos pensar, sentir, y hacer, para estar totalmente contentos en Dios para toda la eternidad? Y no solo nosotros sino todas las personas.

Romanos 1:16-17 aborda estas dos grandes preocupaciones—como también lo hace todo el libro. El versículo 16 trata acerca del poder de Dios para salvarnos. Este versículo lidia con la preocupación numero dos: nuestras ansias de ser felices en Dios por siempre. “No me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego.” El poder de Dios para la salvación—significa, al menos, el poder de Dios para hacernos felices en él por siempre. Romanos 14:17 dice, “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo.” Esa es una de las cosas que incluye la salvación. Entonces el evangelio es el poder de Dios para traer a los creyentes hacia la eterna experiencia de “la justicia, la paz, y el gozo”.

El versículo 17 trata sobre la revelación de la justicia de Dios en el evangelio. Así que este versículo lidia con nuestra primera gran preocupación: Como reflejar la gloria de Dios en nuestras vidas. El versículo 17 explica cono el evangelio—la buena nueva acerca de la muerte y resurrección de Jesucristo—salva a los creyentes. El evangelio es el poder de Dios para darle a los creyentes el gozo eterno, el versículo dice, “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Lo que sobresale aquí es que el evangelio tiene poder para salvarnos porque en el se revela algo de Dios. Y esa es la primera gran preocupación en el universo: la revelación o aparición de Dios.

Entonces, el versículo 16 lidia con la gran preocupación de nuestro gozo eterno (llamada “salvación”) y el versículo 17 con el tema de la manifestación de Dios (en particular, su justicia). Las cosas no van más allá de esto. No son más importantes que esto. Si cree que tiene asuntos más grandes que éste, con los que lidiar en su vida, entonces no está viendo la realidad. Si cree que los escándalos de Clinton son más grandes, o que las represalias con misiles son más grandes, entonces necesita apagar la televisión y reflexionar un momento. Henry VIII hiso que Clinton se viera como un puritano, y está muero, no es más que un punto luminoso en la pantalla de la historia (murió en 1547), donde Bill Clinton estará muy pronto. Y el Terrorismo de Genghis Khan, aniquilando a todas las poblaciones, hace que los asaltos terroristas de hoy parezcan treguas; pero Genghis Khan murió, ¿Y quién siquiera conoce en que siglo vivió (1162-1227 DC)?

Lo que ahora parece grande y muy importante, de hecho, puede ser muy pequeño. Pero el que Dios sea revelado y conocido, y e que usted tenga o no gozo eterno—estas son preocupaciones realmente grandes y definitivas. Y estoy orándole a Dios fervientemente para que abra vuestros ojos y les de una pasión por el evangelio, que es el poder de Dios para salvar a los creyentes; y para que la justicia de Dios sea revelada, que es la vía por medio de la cual el evangelio trae a los creyentes a la vida eterna y al gozo.

“Seremos Salvados de la Ira de Dios”
Este es nuestro sexto mensaje desde estos dos versículos. Y el tema principal que he estado enfocando es que estos versículos no tratan de cómo las personas se vuelven creyentes, sino de cómo los creyentes somos salvados—de cómo al final de este tiempo escapamos a la ira de Dios y entramos a la vida eterna y al gozo. El versículo 16 dice que el evangelio es el poder de Dios para salvar a los creyentes. Y el versículo 17 dice que esto funciona porque en el evangelio la justicia de Dios se revela. Tanto el creer en el versículo 16 como el revelar en el versículo 17 son acciones expresadas en el tiempo presente continuado (en griego). “El evangelio es poder de Dios para la salvación de todo el que continua creyendo, porque en el evangelio la justicia de Dios se sigue revelando”.

Desde nuestro punto de vista, la clave para salvarnos de la ira venidera, es seguir creyendo y confiando en Dios. La clave, desde el punto de vista de Dios, para ser salvos, es que él siga revelándonos su justicia en el evangelio, mes tras mes y año tras año.

Al asunto a tomar en cuenta en esos versículos es como Dios salva a los creyentes de su juicio final, y como los trae a salvo hacia la justicia, la paz, y el gozo eterno. Romanos 13:11 dice, “ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos [por primera vez]”. La salvación total y final es futura. Romanos 5:9 dice, “habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de El”. Eso es lo que está en juego en estos versículos. ¿Cómo Dios conduce al creyente por la vida para que al final el creyente se salve de la ira y tenga vida eterna y gozo eterno?

De hecho, Romanos 5:9 es una reafirmación exacta de Romanos 1:16-17 con el orden de pensamiento a la inversa. Invirtamos el orden de las dos mitades del versículo 5:9 para que encajen con el orden de Romanos 16-17. En lugar de “[a] habiendo sido ahora justificados por su sangre, [b] seremos salvos de la ira de Dios por medio de El”. Pongámoslo al revés y digamos, “[b] seremos salvos de la ira de Dios por medio de Cristo, [a] porque hemos sido justificados por su sangre”. Esa es exactamente la estructura de Romanos 1:16-17.

La Justificación es la Base de la Glorificación
El evangelio es el poder de Dios para la salvación porque en el la justicia de Dios se revela, o sea, Dios revela la justicia como un regalo gratuito que nosotros necesitamos pero no tenemos. Ya vimos que ese, es el significado de los versículos 16 y 17: nuestra salvación final (versículo 6) está basada en que Dios nos de la justicia que el mismo demanda de nosotros (versículo 17). La forma en que Pablo lo expresa en Romanos 8:30 es: “y a los que justificó, a ésos también glorificó”. Justificación (la justicia de Dios imputada por completo a nosotros) es la base para la glorificación (la justicia de Dios impartida por completo a nosotros).

O para ver el mismo orden de salvación en diferentes términos, vean Romanos 8:32: “El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con El todas las cosas?”. En otras palabras, los cimientos para toda nuestra esperanza de vida futura, gozo, y salvación se basan en que Dios entregó a su Hijo a la muerte como sustituto por nosotros, a fin de que nuestros pecados pudieran morir con él, y su justicia pudiera ser imputada a nosotros. Es el mismo patrón de salvación en Romanos 8:30, 32 y Romanos 5:9 y Romanos 1:16-17. Este es el gran tema y la gran estructura de este libro.

Nuestra Esperanza para la Salvación
Todas nuestras esperanzas para la salvación (versículo 16) penden del observar y creer en la revelación de la justicia de Dios como un regalo para nosotros (versículo 17). El libro de Romanos va a exigir muchas cosas de nosotros como creyentes, pero no vamos a hacer ninguna de esas cosas que demanda este libro para librarnos de la culpa, o para que se nos perdonen nuestros pecados, o para conseguir el regalo de la justicia. Dios cumplió con todo eso de una vez por todas al hacer que Jesucristo muriese en lugar nuestro; y nos lo dio gratuitamente por medio de la fe desde el mismo momento en que creímos de verdad. Es por eso que la justificación es tratada como un evento pasado en nuestras vidas y que es la base y lo que asegura todo lo demás: “habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios”. (5:9). La gracia pasada de la justificación asegura la gracia futura de la salvación.

El poder que traerá a los creyentes a esa salvación es la revelación de esa justificación. Ese es el significado de la conexión entre Romanos 1:16 y 17. Para cumplir todo lo que se demanda de nosotros para entrar al cielo, debemos verlo una y otra vez—la constante revelación en el evangelio de que la justicia de Dios nos es dada gratuitamente por medio de la fe. Si no nos reconocemos como absueltos, perdonados, y considerados como justos ahora, no seremos capaces de andar el sendero que lleva a la vida. Ya sea que nos desesperemos y nos volvamos a la mundanería; o que tratemos de ganar nuestro camino hacia el favor de Dios con comportamientos morales y religiosos.

Todo lo que Dios nos exige como creyentes asume que ya estamos justificados, aceptados, perdonados, absueltos, y considerados como justos con su justicia, no con la nuestra. Desde esa segura posición debemos combatir el pecado y la incredulidad. Y el que así pelee—como pecador justificado—vivirá.

“El Justo por la Fe Vivirá”
Ahora Bien, eso es exactamente lo que creo que significa la segunda mitad del versículo 17. Veamos esta cita de Habacuc 2:4. “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. En el contexto del libro de Habacuc el significado de esta oración es justo el mismo que aquí. Las naciones injustas están en gran peligro ante el juicio de Dios. Por ejemplo, Habacuc 1:5-6:

Mirad entre las naciones, observad, asombraos, admiraos; porque haré una obra en vuestros días que no creeríais si se os contara. Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, pueblo feroz e impetuoso, que marcha por la anchura de la tierra para apoderarse de moradas ajenas.

Mas la misma Judah no está exenta de juicio. La maldad y la idolatría de algunos están a punto de ser juzgadas por la ira de la invasión del imperio babilónico. La pregunta crucial aquí es: ¿Cómo puede salvarse alguien? ¿Cómo pueden salvar sus vidas y no ser destruidos en el juicio de Dios? Esa es la misma pregunta abordada por Romanos 1:16—¿Quién se salvará de la ira de Dios?

Dos Verdades Cruciales
La respuesta del libro de Habacuc se da en 2:4: “He aquí el orgulloso: en él, su alma no es recta, mas el justo por su fe vivirá”. En este versículo hay dos verdades cruciales que son relevantes para el argumento de Pablo.

1. El rescate depende de la fe.
Una es que ser rescatados de la ira de Dios depende de la fe. Eso es lo que promete Habacuc 2:4: “el justo por su fe vivirá”. Esto es, es por fe que usted gana su vida. Es por fe que no será arrasado por completo en el juicio de Dios. Y eso es tremendamente importante para el objetivo de Pablo en el versículo 16. En el Pablo dice, “la salvación [es] de todo el que cree”. El rescate d la ira de Dios y el regalo de la vida eterna son concedidos gratuitamente a aquellos que confían en Dios. Luego Pablo ve esta misma verdad en Habacuc 2:4 y la cita para darle apoyo adicional a esa parte de su afirmación. Las palabras, “por la fe vivirá” en el versículo 17b corresponden a “salvación para todo aquel que cree” en el versículo 16. Somos salvados de la ira u heredamos la vida al confiar en Dios. (Vea Habacuc 2:18 y 3:16,18-19 para que vea a que se parece la “fe” de 2:4. Y vea Habacuc 3:13 para la palabra “salvación” como referencia a la promesa de vida).

Esa es una verdad en Habacuc 2:4 que es relevante para el argumento de Pablo.

2. La vida es ganada por fe.
La otra es que es el justo el que gana su vida por fe. “El justo por su fe [ganará su vida y se salvara de la ira de Dios] vivirá”. Ahora bien esto es crucial para los que Pablo está diciendo de la justicia de Dios. Habacuc 2:4 no dice muy claramente que es por fe que obtenemos la justicia de Dios, que es lo que Pablo enseña en este libro y en Romanos 1:17. Pero Habacuc si vincula al justo con la fe. Lo menos que podemos decir—y quizás debamos decir más—es que la cualidad de los justos que los trae a la vida y a la salvación, es su fe. Entonces es un paso muy pequeño decir: Bueno, entonces, la fe es lo esencial para ser justos ante Dios. De hecho, si es por fe que escapamos al juicio de Dios, y si, como Habacuc 1:13 dice, “[Dios] Muy limpios son tus ojos para mirar el mal, y no puedes contemplar la opresión” entonces de algún modo la fe tiene que ser considerada por Dios como justicia, porque de no ser así nunca pudiéramos ser rescatados ni devueltos a la vida por él, porque nosotros todos somos pecadores y nunca pudiéramos hallar favor ante los ojos de Dios. Así que si Dios no puede mira ninguna clase de mal con aprobación (Habacuc 1:13) y aún así salvarnos y darnos la vida por medio de nuestra fe (Habacuc 2:4), entonces nuestra justicia, que tiene una posición ante este santo Dios, debe ser una justicia concedida por la fe y un regalo de él. Y esa es la otra razón por la que este texto es tan crucial para el argumento de Pablo.

Entonces resumiendo, en Romanos 1:16-17 vemos dos cosas que están confirmadas en citas del Antiguo Testamento. 1) una (versículo 16) es que el evangelio es el poder de Dios para salvar a los creyentes. Si tenemos fe en Dios viviremos y no pereceremos. 2) La otra es que la forma en que Dios salva a los creyentes es revelando (en ese evangelio) su justicia como un regalo “por fe y para fe”. La justicia que el demanda de nosotros (Habacuc 1:13) él nos la entrega gratuitamente. Esto es lo que Dios revela “por fe y para fe”.

“Por fe y para fe”
Lo último que quiero preguntar desde estos versículos es, ¿Qué significa “Por fe y para fe en el versículo 17”? Hay dos o tres claves para esta pregunta.

1) El único paralelo real para esta frase en el Nuevo Testamento se encuentra en 2 de Corintios 2:15-16. (Pero vean también el salmo 84:7 y Jeremías 9:3). Pablo dice, “Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden; para unos, olor de muerte para muerte, y para otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas ¿quién está capacitado?” “de muerte para muerte” y “de vida para vida” son idénticas en redacción a “por fe y para fe”. La interpretación más natural parece ser: Cuando el mensaje y el sufrimiento de Pablo se encuentran con la muerte en el alma, eso lleva a la muerte definitiva del alma. Y cuando el mensaje y el sufrimiento de Pablo se encuentran con la vida espiritual, conllevan a la vida definitiva. La muerte es insensible al evangelio y es confirmada en su mortandad por siempre. La vida espiritual es sensible al evangelio y es confirmada y preservada para vida eterna.

De modo que aquí en Romanos 1:17 dice, “la justicia de Dios se revela por fe y para fe”. Es decir, cuando la revelación del regalo que es la justicia se encuentra con la fe, ello conlleva a fe futura. La fe es la ventana inicial del alma que permite que la luz de la revelación de la justicia entre. Y cuando la luz de la justicia de Dios entra mediante la fe, obra poderosamente para despertar, sostener, y engendrar más y más fe para los años venideros.

2. La otra clave para entender “por fe y para fe” es ver cuan bien este versículo satisface las necesidades del versículo 16. El versículo 16 dice que el evangelio es el poder de Dios para salvación de todo aquel que continua creyendo—acción en presente continuado. En primera a los Corintios 15:1-2, Pablo dice, “Ahora os hago saber, hermanos, el evangelio que os prediqué, el cual también recibisteis, en el cual también estáis firmes, por el cual también sois salvos, si retenéis la palabra que os prediqué, a no ser que hayáis creído en vano”. De modo que si abandonamos nuestra fe y la desechamos, estaremos demostrando que nuestra fe es vana, vacía, y muerta.

El Evangelio Mantiene a los Creyentes Creyendo
Lo que salva es la perseverancia en la fe (Marcos 13:13; Colosenses 1:23). Si eso es cierto, entonces si tiene sentido el porqué el versículo 17 explica como Dios salva a los creyentes, diciendo que en el evangelio revela una justicia para nosotros que es primeramente percibida y abrazada por medio de la fe, y después causa el despertar de toda la fe futura necesaria para ser salvos. El evangelio salva a los creyentes porque el evangelio hace que los creyentes sigan creyendo. (Ver 1 Pedro 1:5).

En Romanos 8:13 Pablo dice, “porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. Pero el problema es, que todos sabemos que en nuestra lucha contra el pecado no ganamos lo suficientemente seguido como para tener paz en nuestras conciencias. Así que si nuestras vidas dependen de una perfecta victoria en la guerra contra el pecado, vamos a desesperarnos y no perseveraremos hasta el fin. Simplemente nos rendiremos, porque no veremos provecho en seguir tratando.

¿Qué pues, nos mantendrá avanzando y luchando a fin de que vivamos? Romanos 1:16,17 responde: El evangelio es el poder de Dios para salvar a los creyentes, porque en el evangelio podemos ver como se revela, cada día, que nuestra posición ante Dios no está basada en nuestra propia justicia, sino en la de Dios que él nos entrega gratuitamente por medio de la fe. Y cuando logramos ver eso en el evangelio (una y otra vez, día tras día, durante toda la vida), nuestra fe es renovada y sostenida, y perseveramos en la lucha. Nuestra confianza en que Dios nos ayudará en la vida, y nos salvará de la ira venidera, está basada en nuestra constantemente renovada seguridad de que nuestra aceptación para con él se basa en el regalo de su propia justicia, no la nuestra.

Así que cada vez que la Biblia te exija que hagas algo, no pienses, “Tengo que hacerlo para remover mi culpa, o para obtener el perdón, o para alcanzar una buena posición ante Dios”. Más bien piense, “Lo haré porque mi culpa ya fue eliminada, porque ya estoy perdonado, porque ya tengo el regalo de la justicia de Dios, y así se que Dios es para mí y que me ayudará. Así que confiaré en Dios y le obedeceré, y reflejare (por medio de mi radical aceptación del riesgo) la gloria de la gracia de Dios. Y me acercaré más y más a él en la comunión de sus sufrimientos, y en el gozo de su compañía.


www.iglesiareformada.com
Biblioteca
Sermones