Si la voluntad de Dios es la enfermedad, ¿porqué deberíamos tratar de erradicarla?

por John Piper

Esta pregunta surge de la enseñanza bíblica que dice que todas las cosas son en última instancia controladas por Dios. “Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:10). “Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.” (Salmos 135:6). “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35). En Él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,” (Efesios 1:11).
Esto significa que Dios gobierna sobre toda calamidad y toda enfermedad. Satanás es real y tiene influencia en ellas, pero no tiene la última palabra y no puede hacer nada más que lo que Dios permite (Job 1:12-2:10). Dios no permite que las cosas sucedan porque sí. Permite que sucedan por una razón. Hay una sabiduría infinita en todo lo que hace y permite. De manera que lo que Él permite es parte de su plan, al igual que lo que hace directamente.

Así surge la pregunta: si la voluntad de Dios es la enfermedad, porqué deberíamos tratar de erradicarla? Esta es una pregunta crucial para mí porque hace poco escuché a unos cristianos decir que creer en la soberanía de Dios impide a los cristianos esforzarse por erradicar enfermedades como la malaria, tuberculosis, cáncer y sida. Creen que lo lógico es que si todo lo que sucede es la soberana voluntad de Dios, incluso la malaria, estaríamos luchando en contra de Dios e invirtiendo millones de dólares para encontrar la forma de eliminarlo.

Esta no es la lógica que nos enseña la Biblia, y no es lo que los calvinistas han creído a través de la historia. De hecho, los amantes de la soberanía de Dios han sido de los científicos más agresivos que han ayudado a supeditar la creación y llevarla bajo el dominio del hombre para su propio bien—como dice el Salmo 8:6, “Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies.”

La lógica de la Biblia dice: Actúa según la voluntad de Dios, no según su “sentencia”, que es cualquier cosa que suceda. “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4:15). La sentencia de Dios estableció que su Hijo fuera traicionado (Lucas 22:22), ridiculizado (Isaías 53:3), burlado (Lucas 18:32), azotado (Mateo 20:19), herido (Mateo 26:31), traspasado (Juan 19:37), y asesinado (Marcos 9:31). Pero la Biblia nos enseña simplemente que no debemos traicionar, ridiculizar, burlar, azotar, herir, atravesar, o matar gente inocente. Esta es la voluntad de Dios. No vemos claramente que la muerte de Jesús es la voluntad de Dios, y concluimos que matar a Jesús es bueno y que debemos unirnos a los que se burlan de él.

De la misma forma, no vemos la devastación de la malaria o el sida, y concluimos que debemos unirnos a los indiferentes. No. “Ama a tu prójimo” esa es la voluntad de Dios (Mateo 22:39). “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” esa es la voluntad de Dios (Mateo 7:12). “Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer” esa es la voluntad de Dios (Romanos 12:20). Los desastres que Dios ordena no buscan paralizar a su gente con la indiferencia, sino movilizarlos con la compasión.

Cuando Pablo enseñó que la creación estaba sujeta a futilidad (Romanos 8:20), también enseñó que esta sujeción estaba “en espera de que la creación misma fuera liberada de su servidumbre a decaer y obtener la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (v. 21). No hay ninguna razón para que los cristianos no acepten este llamado de levantamiento de futilidad. Dios lo completará en el tiempo por venir. Pero es bueno conquistar toda la enfermedad y sufrimiento que podamos ahora en el nombre de Cristo.

De hecho, levantaría la insignia ahora mismo para llamar a muchos de ustedes a seguir vocaciones de investigación que puedan ayudar a eliminar algunas de las grandes enfermedades del mundo. Esto no significa luchar en contra de Dios. Dios está tan al mando de la investigación como lo está de la enfermedad. Puedes ser un instrumento en sus manos. Este puede ser el momento indicado para el triunfo que Él quiere traer sobre la enfermedad que Él ordenó. No traten de leer la mente de Dios desde su misteriosa sentencia de calamidad. Haz lo que Él dice, y lo que Él dice es: “Haced el bien a todos” (Gálatas 6:10).

Deseando aliviar el sufrimiento contigo,

Pastor John


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