LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES

Capítulos 16-28
(oprima aquí para capítulos 1-15)


CAPITULO 16.

1 DESPUES llegó á Derbe, y á Listra: y hé aquí, estaba allí un discípulo,
llamado Timotéo, hijo de una mujer Judía fiel, mas de padre Griego:

2 De este daban buen testimonio los hermanos que estaban en Listra y en
Iconio.

3 Este quiso Pablo que fuese con él; y tomándo[le,] le circuncidó por causa
de los Judíos que estaban en aquellos lugares; porque todos sabian que su
padre era Griego.

4 Y como pasaban por las ciudades, les daban que guardasen los decretos que
habian sido determinados por los apóstoles y los ancianos que estaban en
Jerusalem.

5 Así que, las iglesias eran confirmadas en fé, y eran aumentadas en número
cada dia.

6 Y pasando á Phrygia, y la provincia de Galacia, les fué prohibido por el
Espíritu Santo hablar la palabra en Asia.

7 Y como vinieron á Misia, tentaron de ir á Bitinia; mas el Espíritu no les
dejó [ir.]

8 Y pasando á Misia, descendieron á Troas.

9 Y fué mostrado á Pablo de noche una vision: Un varon Macedonio se puso
delante, rogándole, y diciendo: Pasa á Macedonia, y ayúdanos.

10 Y como vió la vision, luego procuramos partir á Macedonia, dando por
cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el Evangelio.

11 Partidos pues de Troas, vinimos camino derecho á Samotracia, y el dia
siguiente á Nápoles:

12 Y de allí á Filipos, que es la primera ciudad de la parte de Macedonia,
[y] una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos dias.

13 Y un dia de Sábado salimos de la puerta junto al rio, donde solia ser la
oracion; y sentándonos hablamos á las mujeres que se habian juntado.

14 Entónces una mujer, llamada Lidia, que vendia púrpura en la ciudad de
Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el corazon de la cual abrió el
Señor para que estuviese atenta á lo que Pablo decia.

15 Y cuando fué bautizada, y su familia, [nos] rogó, diciendo: Si habeis
juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad: y
constriñiónos.

16 Y aconteció, que yendo nosotros á la oracion, una muchacha que tenia
espíritu pitónico, nos salió al encuentro, la cual daba grande ganancia á sus
amos adivinando.

17 Esta, siguiendo á Pablo, y á nosotros, daba voces diciendo: Estos hombres
son siervos del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de salud.

18 Y esto hacia por muchos dias: mas desagradando á Pablo, se volvió, y dijo
al espíritu; Te mando, en el nombre de Jesu-Cristo, que salgas de ella. Y
salió en la misma hora.

19 Y viendo sus amos que habia salido la esperanza de su ganancia,
prendieron á Pablo y á Silas, y los trajeron al foro, al magistrado.

20 Y presentándolos á los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo
Judíos, alborotan nuestra ciudad.

21 Y predican ritos, los cuales no nos es lícito recibir ni hacer, pues
somos Romanos.

22 Y agolpóse el pueblo contra ellos; y los magistrados rompiéndoles sus
ropas, [los] mandaron azotar con varas.

23 Y despues que los hubieron herido de muchos azotes, los echaron en la
cárcel, mandando al carcelero que los guardase con diligencia.

24 El cual recibido este mandamiento, los metió en la cárcel de más adentro,
y les apretó los piés en el cepo.

25 Mas á media noche orando Pablo y Silas, cantaban himnos á Dios; y los que
estaban presos los oian.

26 Entónces fué hecho de repente un gran terremoto, de tal manera que los
cimientos de la cárcel se movian; y luego todas las puertas se abrieron, y
las prisiones de todos se soltaron.

27 Y despertado el carcelero, como vió abiertas las puertas de la cárcel,
sacando la espada se queria matar, pensando que los presos se habian huido.

28 Mas Pablo clamo á gran voz diciendo: No te hagas ningun mal; que todos
estamos aquí.

29 El entónces pidiendo luz, entró dentro, y temblando, derribóse á los piés
de Pablo y de Silas;

30 Y sacándoles fuera, les dice: Señores: ¿Qué es menester que yo haga para
ser salvo?

31 Y ellos [le] dijeron: Crée en el Señor Jesu-Cristo, y serás salvo tú, y
tu casa.

32 Y le hablaron la palabra del Señor, y á todos los que estaban en su casa.

33 Y tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lava los azotes; y se
bautizó luego él, y todos los suyos.

34 Y llevándolos á su casa, les puso la mesa; y se gozó de que con toda su
casa habia creido á Dios.

35 Y como fué de dia, los magistrados enviaron los alguaciles, diciendo:
Deja ir á aquellos hombres.

36 Y el carcelero hizo saber estas palabras á Pablo: los magistrados han
enviado [á decir] que seais sueltos: así que ahora salid, é id en paz.

37 Entónces Pablo les dijo: Azotados públicamente, sin ser condenados,
siendo hombres Romanos, nos echaron en la cárcel; ¿y ahora nos echan
encubiertamente? No de cierto, sino vengan ellos y sáquennos.

38 Y los alguaciles volvieron á decir á los magistrados estas palabras: y
tuvieron miedo, oido que eran Romanos.

39 Y viniendo les rogaron; y sacándolos, les pidieron que saliesen de la
ciudad.

40 Entónces salidos de la cárcel, entraron en [casa de] Lidia; y habiendo
visto á los hermanos, los consolaron, y se salieron.



CAPITULO 17.

1 Y PASANDO por Anfípolis y Apolonia, llegaron á Tesalónica, donde estaba la
sinagoga de Judíos.

2 Y Pablo, como acostumbraba, entró á ellos, y por tres Sábados disputó con
ellos de las escrituras,

3 Declarando y proponiendo, que convenia que el Cristo padeciese, y
resucitase de los muertos; y que Jesus (el cual yo os anuncio, [decia él])
este era el Cristo.

4 Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los
Griegos religiosos grande multitud, y mujeres nobles no pocos.

5 Entónces los Judíos que eran incrédulos, teniendo zelos, tomaron consigo á
algunos ociosos, malos hombres, y juntando compañía, alborotaron la ciudad; y
acometiendo la casa de Jason procuraban sacarlos al pueblo.

6 Mas no hallándolos, trajeron á Jason, y á algunos hermanos á los
gobernadores de la ciudad, dando voces: Estos que alborotan el mundo, tambien
han venido acá;

7 A los cuales Jason ha recibido: y todos estos hacen contra los decretos de
Cesar, diciendo que hay otro rey, Jesus.

8 Y alborotaron el pueblo y á los gobernadores de la ciudad, oyendo estas
cosas.

9 Mas recibida satisfaccion de Jason y de los demás, los soltaron.

10 Entónces los hermanos luego de noche enviaron á Pablo y á Silas á Beréa;
los cuales habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los Judíos.

11 Y fueron estos más nobles que los que [estaban] en Tesalónica, pues
recibieron la palabra con toda solicitud escudriñando cada dia las
escrituras, si estas cosas eran así.

12 Así que creyeron muchos de ellos; y mujeres Griegas de distincion, y no
pocos hombres.

13 Mas como entendieron los Judíos de Tesalónica que tambien en Beréa era
anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron, y tambien allí tumultuaron el
pueblo.

14 Empero luego los hermanos enviaron á Pablo que fuese como á la mar; y
Silas y Timotéo se quedaron allí.

15 Y los que habian tomado á cargo á Pablo, le llevaron hasta Atenas; y
tomando encargo [de él] para Silas y Timotéo, que viniesen á él lo más presto
que pudiesen, partieron.

16 Y esperándolos Pablo en Atenas su espíritu se deshacia en él, viendo la
ciudad dada á idolatría.

17 Así que disputaba en la sinagoga con los Judíos y religiosos; y en la
plaza cada dia con los que le ocurrian.

18 Y algunos filósofos de los Epicureos y de los Estóicos disputaban con él;
y unos decian: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece que es
predicador de nuevos dioses; porque les predicaba á Jesus, y la resurreccion.

19 Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podrémos saber qué sea
esta nueva doctrina que dices?

20 Porque pones en nuestros oidos unas nuevas cosas: queremos pues saber qué
quiere ser esto.

21 Entónces todos los Atenienses, y los huéspedes extranjeros, en ninguna
otra cosa entendian sino, ó en decir, ó en oir alguna cosa nueva.

22 Estando pues Pablo en medio del Areópago, dijo: Varones Atenienses, en
todo os veo como más supersticiosos.

23 Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé tambien un altar en
el cual estaba esta inscripcion: AL DIOS NO CONOCIDO. Aquel pues, que
vosotros honrais sin conocerle, á este os anuncio yo.

24 El Dios que hizo el mundo, y todas las cosas que en él [hay,] ese, como
sea Señor del cielo, y de la tierra, no habita en templos hechos de manos,

25 Ni es honrado con manos de hombres, necesitado de algo: pues él da á
todos vida y respiracion, y todas las cosas.

26 Y de una sangre ha hecho [venir] todo el linaje de los hombres, para que
habitasen sobre toda la faz de la tierra y [les] ha prefijado el órden de los
tiempos, y los términos de la habitacion de ellos;

27 Para que buscasen á Dios, si en alguna manera palpando le hallan; aunque
cierto no está lejos de cada uno de nosotros:

28 Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como tambien algunos de
vuestros poetas dijeron: Porque linaje de este somos tambien.

29 Siendo pues linaje de Dios, no hemos de estimar la Divinidad ser
semejante á oro, ó á plata, ó á piedra, ó á escultura de artificio, ó de
imaginacion de hombres.

30 Empero Dios, habiendo disimulado los tiempos de esta ignorancia, ahora
denuncia á todos los hombres en todos lugares que se arrepientan:

31 Por cuanto ha establecido un dia, en el cual ha de juzgar al mundo con
justicia por aquel varon al cual determinó, dando fé á todos con haberle
levantado de los muertos.

32 Y así que oyeron la resurreccion de los muertos, unos se burlaban, y
otros decian: Te oirémos acerca de esto otra vez.

33 Y así Pablo se salió de en medio de ellos.

34 Mas algunos creyeron juntándose con él; entre los cuales tambien [fué]
Dionisio el del Areópago, y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.



CAPITULO 18.

1 PASADAS estas cosas, Pablo partió de Atenas, y vino á Corinto.

2 Y hallando á un Judío llamado Aquila, natural del Ponto, que hacia poco
que habia venido de Italia, y á Priscila su mujer, (porque Claudio habla
mandado que todos los Judíos saliesen de Roma) se vino á ellos:

3 Y porque era de su oficio, posó con ellos, y trabajaba: porque el oficio
de ellos era hacer tiendas.

4 Y disputaba en la sinagoga, todos los Sábados, y persuadia á Judíos, y á
Griegos.

5 Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba constreñido
del espíritu, testificando á los Judíos que Jesus [era] el Cristo.

6 Mas contradiciendo y blasfemando ellos, les dijo, sacudiendo sus vestidos:
Vuestra sangre [sea] sobre vuestra cabeza: yo, limpio; desde ahora me iré á
los Gentiles.

7 Y partiendo de allí, entró en casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios,
la casa del cual estaba junto á la sinagoga.

8 Y Crispo, el prepósito de la sinagoga, creyó al Señor con toda su casa: y
muchos de los Corintios oyendo, creian, y eran bautizados.

9 Entónces el Señor dijo de noche en vision á Pablo: No temas, sino habla, y
no calles.

10 Porque yo estoy contigo, y ninguno te podrá hacer mal; porque yo tengo
mucho pueblo en esta ciudad.

11 Y se detuvo [allí] un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios:

12 Y siendo Galion procónsul de Achaia, los Judíos se levantaron de comun
acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal,

13 Diciendo: Que este persuade á los hombres honrar á Dios contra la ley.

14 Y comenzando Pablo á abrir la boca, Galion dijo á los Judíos: Si fuera
algun agravio, ó algun crimen enorme, oh Judíos, conforme á derecho yo os
tolerara;

15 Mas si son cuestiones de palabras y de nombres, y de vuestra ley, vedlo
vosotros, yo no quiero ser juez de estas cosas.

16 Y les echó del tribunal.

17 Entónces todos los Griegos tomando á Sóstenes, prepósito de la sinagoga,
le herian delante del tribunal: y á Galion nada se le daba de ello.

18 Mas Pablo habiéndose detenido aun [allí] muchos dias, despues se despidió
de los hermanos, y navegó á Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose
trasquilado la cabeza en Cenchreas, porque tenia voto.

19 Y llegó á Efeso, y los dejó allí: y él entrando en la sinagoga, disputó
con los Judíos.

20 Los cuales le rogaban que se quedase con ellos por más tiempo; mas no
accedió,

21 Sino que se despidió de ellos, diciendo: Es menester que en todo caso
tenga la fiesta que viene en Jerusalem: otra vez volveré á vosotros,
queriendo Dios. Y partió de Efeso.

22 Y habiendo arribado á Cesaréa, subió [á Jerusalem;] y despues de saludar
á la iglesia, descendió á Antioquia.

23 Y habiendo estado [allí] algun tiempo, partió, andando por órden la
provincia de Galacia, y la Phrygia, confirmando á todos los discípulos.

24 Llegó entónces á Efeso un Judío, llamado Apólos, natural de Alejandría,
varon elocuente, poderoso en las escrituras.

25 Este era instruido en el camino del Señor, y, ferviente de espíritu,
hablaba y enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor, enseñado
solamente en el bautismo de Juan.

26 Y comenzó á hablar confiadamente en la sinagoga; al cual como oyeron
Priscila, y Aquila, le tomaron y le declararon más particularmente el camino
de Dios.

27 Y queriendo él pasar á Achaia, los hermanos exhortados escribieron á los
discípulos que le recibiesen; y venido él, aprovechó mucho por la gracia á
los que habian creido.

28 Porque con gran vehemencia convencia públicamente á los Judíos, mostrando
por las escrituras que Jesus era el Cristo.



CAPITULO 19.

1 Y ACONTECIÓ que entretanto que Apólos estaba en Corinto, Pablo, andadas
las regiones superiores, vino á Efeso, donde hallando ciertos discípulos,

2 Díjoles: ¿Habeis recibido el Espíritu Santo despues que creisteis? Y ellos
le dijeron: Antes ni aun hemos oido si hay Espíritu Santo.

3 Entónces dijo: ¿En qué pues sois bautizados? Y ellos dijeron: En el
bautismo de Juan.

4 Y dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al
pueblo que creyesen en el que habla de venir despues de él; es á saber, en
Jesus el Cristo.

5 Oido que hubieron [esto,] fueron bautizados en el nombre del Señor Jesus.

6 Y como Pablo les puso las manos encima, vino sobre ellos el Espíritu
Santo, y hablaban en lenguas, y profetizaban.

7 Y eran en todos como unos doce hombres.

8 Y entrando él dentro de la sinagoga, hablaba libremente por espacio de
tres meses, disputando y persuadiendo del reino de Dios.

9 Mas endureciéndose algunos, y no creyendo, maldiciendo el camino [del
Señor] delante de la multitud, apartándose de ellos, separó los discípulos,
disputando cada dia en la escuela de un cierto Tiranno.

10 Y esto fué por espacio de dos años; de manera que todos los que habitaban
en Asia, Judíos, y Griegos, oyeron la palabra del Señor.

11 Y hacia Dios singulares maravillas por manos de Pablo:

12 De tal manera que aun se llevaban sobre los enfermos los sudarios y los
pañuelos de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los malos
espíritus salian de ellos.

13 Y algunos de los Judíos exorcistas vagabundos tentaron á invocar el
nombre del Señor Jesus sobre los que tenian espíritus malos, diciendo: Os
conjuro por Jesus, el que Pablo predica.

14 Y habia unos siete hijos de un Sceva Judío, príncipe de los sacerdotes,
que hacian esto.

15 Y respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesus conozco, y sé [quien es]
Pablo; mas vosotros, ¿quién sois?

16 Y el hombre, en quien estaba el espíritu malo, saltando en ellos, y
enseñoreándose de ellos, pudo más que ellos de tal manera que huyeron de
aquella casa desnudos y heridos.

17 Y esto fué notorio á todos, así Judíos como Griegos, los que habitaban en
Efeso; y cayó temor sobre todos ellos, y era ensalzado el nombre del Señor
Jesus.

18 Y muchos de los que habian creido venian confesando, y dando cuenta de
sus hechos.

19 Asimismo muchos de los que habian practicado vanas artes, trajeron los
libros, y los quemaron delante de todos; y echada cuenta del precio de ellos,
hallaron [ser] cincuenta mil denarios.

20 Así crecia poderosamente la palabra del Señor, y prevalecia.

21 Y acabadas estas cosas, propúsose Pablo en espíritu partir á Jerusalem,
despues de andada Macedonia y Achaia, diciendo: Despues que hubiere estado
allá, me será menester ver tambien á Roma.

22 Y enviando á Macedonia á dos de los que le ayudaban, Timotéo, y Erasto,
él se estuvo por algun tiempo en Asia.

23 Entónces hubo un alboroto no pequeño acerca del camino [del Señor.]

24 Porque un platero, llamado Demetrio, el cual hacia de plata templecillos
de Diana, daba á los artífices no poca ganancia;

25 A los cuales, reunidos con los oficiales de semejante oficio, dijo:
Varones, [ya] sabeis que de este oficio tenemos ganancia:

26 Y veis y oís que este Pablo, no solamente en Efeso, sino muchas gentes de
casi toda el Asia ha apartado con persuasion, diciendo, que no son dioses los
que se hacen con las manos.

27 Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos vuelva en reproche,
sino tambien que el templo de la grande diosa Diana sea estimado en nada, y
comience á ser destruida su majestad, la cual honra toda el Asia y el mundo.

28 Oidas estas cosas, llenáronse de ira, y dieron alarido, diciendo: Grande
Diana de los Efesios.

29 Y la ciudad se llenó de confusion, y unánimes se arrojaron al teatro,
arrebatando á Gayo, y á Aristarco, Macedonios, compañeros de Pablo.

30 Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron.

31 Tambien algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos, enviaron
á él rogando que no se presentase en el teatro.

32 Y otros gritaban otra cosa; porque la concurrencia estaba confusa, y los
mas no sabian por qué se habian juntado.

33 Y sacaron de entre la multitud á Alejandro, empujándole los Judíos.
Entónces Alejandro, pedido silencio con la mano, queria dar razon al pueblo.

34 Mas como conocieron que era Judío, fué hecha una voz de todos que
gritaron casi por dos horas: Grande Diana de los Efesios.

35 Entónces el escribano, apaciguado que hubo la gente, dijo: Varones
Efesios, ¿y quién hay de los hombres que no sepa que la ciudad de los Efesios
es honradora de la grande diosa Diana, y de la [imágen] venida de Júpiter?

36 Así que, pues esto no puede ser contradicho, conviene que os apacigüeis,
y que nada hagais temerariamente:

37 Pues habeis traido á estos hombres sin ser sacrílegos, ni blasfemadores
de vuestra diosa.

38 Que si Demetrio y los oficiales que están con él, tienen negocio con
alguno, audiencias se hacen, y procónsules hay; acúsense los unos á los
otros.

39 Y si demandais alguna otra cosa, en legítima asambléa se puede decidir:

40 Porque peligro hay de que seamos argüidos de sedicion por hoy; no
habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razon de este concurso. Y
habiendo dicho esto, despidió la concurrencia.



CAPITULO 20.

1 Y DESPUES que cesó el alboroto llamando Pablo los discípulos, habiéndoles
exhortado y abrazado, se despidió, y partió para ir á Macedonia.

2 Y andado que hubo aquellas partes y exhortádoles con abundancia de
palabra, vino á Grecia:

3 [Donde] despues de haber estado tres meses, y habiendo de navegar á Siria,
le fueron puestas asechanzas por los Judíos; y así tomó consejo de volverse
por Macedonia.

4 Y le acompañaron hasta Asia Sopater, Bereense; y Tesalonicenses,
Aristarco, y Segundo; y Gayo de Derbe, y Timotéo; y Asianos, Tichico, y
Trófimo.

5 Estos yendo delante, nos esperaron en Troas.

6 Y nosotros, pasados los dias de los panes sin levadura, navegamos de
Filipos, y vinimos á ellos á Troas en cinco dias, donde estuvimos siete dias.

7 Y el [dia] primero de la semana, juntos los discípulos á partir el pan,
Pablo les enseñaba, habiendo de partir al dia siguiente; y alargó el discurso
hasta la media noche.

8 Y habia muchas lámparas en el aposento alto donde estaban juntos.

9 Y un mancebo llamado Euticho, que estaba sentado en una ventana, tomado de
un sueño profundo, como Pablo disputaba largamente, postrado del sueño, cayó
desde el tercer piso abajo, y fué alzado muerto.

10 Entónces descendió Pablo, y derribóse sobre él, y abrazándole, dijo: No
os alboroteis, que su alma está en él.

11 Despues subiendo, y partiendo el pan, y gustando, habló largamente hasta
el alba, y así partió.

12 Y llevaron al mozo vivo, y fueron consolados no poco.

13 Y nosotros, subiendo en el navío navegamos á Ason, para recibir de allí á
Pablo; porque así habia determinado venir por tierra.

14 Y como se juntó con nosotros en Ason, tomándole vinimos á Mitilene.

15 Y navegando de allí, al [dia] siguiente llegamos delante de Chio, y al
otro [dia] tomamos puerto en Samo: y habiendo reposado en Trogilio, al [dia]
siguiente llegamos á Mileto.

16 Porque Pablo se habia propuesto pasar adelante de Efeso, por no detenerse
en Asia: porque se apresuraba por hacer el dia de Pentecostes, si le fuese
posible, en Jerusalem.

17 Y enviando desde Mileto á Efeso, hizo llamar á los ancianos de la
iglesia.

18 Y cuando vinieron á él, les dijo: Vosotros sabeis cómo, desde el primer
dia que entré en Asia, he estado con vosotros por todo el tiempo,

19 Sirviendo al Señor con toda humildad, y con lágrimas, y tentaciones, que
me han venido por las asechanzas de los Judíos:

20 Como nada que [os] fuese útil, he rehuido de anunciaros, y enseñaros
públicamente, y por las casas,

21 Testificando á los Judíos y á los Gentiles arrepentimiento para con Dios,
y la fé en nuestro Señor Jesu-Cristo.

22 Y ahora hé aquí, ligado yo en mi espíritu, voy á Jerusalem sin saber lo
que allá me ha de acontecer:

23 Mas que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio,
diciendo, que prisiones y tribulaciones me esperan.

24 Mas de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo;
solamente que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor
Jesus, para dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.

25 Y ahora hé aquí yo sé, que ninguno de todos vosotros, por quien he pasado
predicando el reino de Dios, verá más mi rostro.

26 Por tanto yo os protesto el dia de hoy, que yo soy limpio de la sangre de
todos:

27 Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.

28 Por tanto mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual
ganó por su sangre.

29 Porque yo sé, que despues de mi partida entrarán en [medio de] vosotros
graves lobos que no perdonarán al ganado.

30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres, que hablen cosas perversas,
para llevar discípulos tras sí.

31 Por tanto velad, acordándoos que por tres años, de noche y de dia, no he
cesado de amonestar con lágrimas á cada uno.

32 Y ahora, hermanos, os encomiendo á Dios, y á la palabra de su gracia; el
cual es poderoso para sobreedificar, y daros heredad con todos los
santificados.

33 La plata, ó el oro, ó el vestido, de nadie he codiciado.

34 Antes vosotros sabeis que para lo que me ha sido necesario, y á los que
están conmigo, estas manos me han servido.

35 [En] todo os he enseñado, que trabajando así, es necesario sobrellevar á
los enfermos, y tener presente las palabras del Señor Jesus, el cual dijo:
Bienaventurada cosa es dar ántes que recibir.

36 Y como hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos
ellos.

37 Entónces hubo un gran lloro de todos; y derribándose sobre el cuello de
Pablo, le besaban,

38 Doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, que no habian de ver
más su rostro. Y le acompañaron al navío.



CAPITULO 21.

1 Y HABIENDO partido de ellos, navegamos y vinimos camino derecho á Coos, y
el dia siguiente á Rhodas, y de allí á Pátara.

2 Y hallando un barco que pasaba á Fenice, nos embarcamos, y partimos.

3 Y como avistamos á Cipro, dejándola á mano izquierda, navegamos á Siria, y
vinimos á Tiro; porque el barco habia de descargar allí su carga.

4 Y nos quedamos allí siete dias, hallados los discípulos, los cuales decian
á Pablo por Espíritu, que no subiese á Jerusalem.

5 Y cumplidos aquellos dias nos partimos, acompañándonos todos con [sus]
mujeres é hijos hasta fuera de la ciudad: y puestos de rodillas en la ribera,
oramos.

6 Y abrazándonos los unos á los otros, subimos al barco, y ellos se
volvieron á sus casas.

7 Y nosotros, cumplida la navegacion, vinimos de Tiro á Tolemaida; y
habiendo saludado á los hermanos, nos quedamos con ellos un dia.

8 Y otro dia, partidos, (Pablo y los que con él estábamos) vinimos á
Cesaréa; y entrando en casa de Felipe el evangelista, el cual era [uno] de
los siete, posamos con él.

9 Y este tenia cuatro hijas doncellas, que profetizaban.

10 Y parando nosotros [allí] por muchos dias, descendió de Judéa un profeta
llamado Agabo;

11 Y venido á nosotros, tomó el cinto de Pablo, y atándose los piés y las
manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los Judíos en Jerusalem
al varon, cuyo es este cinto, y [le] entregarán en manos de los Gentiles.

12 Lo cual como oimos, le rogamos nosotros, y los de aquel lugar, que no
subiese á Jerusalem.

13 Entónces Pablo respondió: ¿Qué haceis llorando y afligiéndome el corazon?
porque yo no solo estoy presto á ser atado, mas aun á morir en Jerusalem por
el nombre del Señor Jesus.

14 Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad
del Señor.

15 Y despues de estos dias, apercibidos, subimos á Jerusalem.

16 Y vinieron tambien con nosotros de Cesaréa algunos de los discípulos,
trayendo consigo á un Mnason Ciprio, discípulo antiguo, con el cual
posásemos.

17 Y cuando llegamos á Jerusalem, los hermanos nos recibieron de buena
voluntad.

18 Y al dia siguiente Pablo entró con nosotros á Jacobo, y todos los
ancianos se juntaron.

19 A los cuales, como los hubo saludado, contó por menudo lo que Dios habia
hecho entre los Gentiles por su ministerio.

20 Y ellos como [lo] oyeron, glorificaron á Dios; y le dijeron: Ya ves,
hermano, cuántos millares de Judíos hay que han creido; y todos son celadores
de la ley.

21 Mas fueron informados acerca de tí, que enseñas á apartarse de Moisés á
todos los Judíos que están entre los Gentiles, diciéndo[les] que no han de
circuncidar los hijos, ni andar segun la costumbre.

22 ¿Qué hay pues? La multitud se reunirá de cierto; porque oirán que has
venido.

23 Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que
tienen voto sobre sí:

24 Tomando á estos contigo, purifícate con ellos, y gasta con ellos para que
rasuren [sus] cabezas, y todos entiendan que no hay nada de lo que fueron
informados acerca de tí; sino que tú tambien andas guardando la ley.

25 Empero cuanto á los que de los Gentiles han creido, nosotros hemos
escrito haberse acordado que no guarden nada de esto; solamente que se
abstengan de lo que fuere sacrificado á los ídolos, y de sangre, y de
ahogado, y de fornicacion.

26 Entónces Pablo tomó consigo aquellos hombres, y al siguiente dia,
habiéndose purificado con ellos, entró en el templo, para anunciar [se
proponian] el cumplimiento de los dias de la purificacion, hasta ser ofrecida
ofrenda por cada uno de ellos.

27 Y cuando estaban para acabarse los siete dias, unos Judíos de Asia, como
le vieron en el templo, alborotaron todo el pueblo, y le echaron mano,

28 Dando voces: Varones Israelitas ayudad: este es el hombre que por todas
partes enseña á todos contra el pueblo, y la ley, y este lugar; y además de
esto ha metido Gentiles en el templo, y ha contaminado este lugar santo.

29 (Porque ántes habian visto con él en la ciudad á Trófimo, Efesio, al cual
pensaban que Pablo habia metido en el templo.)

30 Así que, toda la ciudad se alborotó y agolpóse el pueblo; y tomando á
Pablo, hiciéronle salir fuera del templo, y luego las puertas fueron
cerradas.

31 Y procurando ellos matarle, fué dado aviso al tribuno de la compañía que
toda la ciudad de Jerusalem estaba alborotada;

32 El cual tomando luego soldados y centuriones, corrió á ellos. Y ellos
como vieron al tribuno y á los soldados, cesaron de herir á Pablo.

33 Entónces llegando el tribuno, le prendió, y [le] mandó atar con dos
cadenas: y preguntó quién era, y qué habia hecho.

34 Y entre la multitud unos gritaban una cosa, y otros otra: y como no podia
entender nada de cierto á causa del alboroto, le mando llevar á la fortaleza.

35 Y como llegó á las gradas, aconteció que fué llevado [á cuestas] de los
soldados á causa de la violencia del pueblo.

36 Porque multitud de pueblo venia detrás gritando: Mátale.

37 Y como comenzaron á meter á Pablo en la fortaleza, dice al tribuno: Me
será lícito hablarte algo? Y él dijo: ¿Griego sabes?

38 ¿^No eres tú aquel Egipcio que levantaste una sedicion ántes de estos
dias, y sacaste al desierto cuatro mil hombres salteadores?

39 Entónces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre Judío, ciudadano de Tarso,
ciudad no oscura de Cilicia: empero ruégote que me permitas que hable al
pueblo.

40 Y como él se lo permitió, Pablo estando en pié en las gradas, hizo señal
con la mano al pueblo; y hecho grande silencio, habló en lengua Hebréa,
diciendo:



CAPITULO 22.

1 VARONES hermanos, y padres, oid la razon que ahora os doy.

2 (Y como oyeron que les hablaba en lengua Hebréa, guardaron mas silencio.)
Y dijo:

3 Yo de cierto soy Judío, nacido en Tarso de Cilicia, mas criado en esta
ciudad á los piés de Gamaliel, enseñado conforme [á] la verdad de la ley de
la patria, zeloso de Dios, como todos vosotros sois hoy.

4 Que he perseguido este camino hasta la muerte, prendiendo, y entregando en
cárceles hombres y mujeres:

5 Como tambien el príncipe de los sacerdotes me es testigo, y todos los
ancianos; de los cuales tambien tomando letras á los hermanos, iba á Damasco,
para traer presos á Jerusalem aun á los que estuviesen allí, para que fuesen
castigados.

6 Mas aconteció que yendo yo, y llegando cerca de Damasco, como á medio dia,
de repente me rodeó mucha luz del cielo;

7 Y caí en el suelo, y oí una voz que me decia: Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?

8 Yo entónces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesus de
Nazaret, á quien tú persigues.

9 Y los que estaban conmigo vieron á la verdad la luz, y se espantaron: mas
no oyeron la voz del que hablaba conmigo.

10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve á Damasco,
y allí te será dicho todo lo que te esta señalado hacer.

11 Y como yo no viese por causa de la claridad de la luz, llevado de la mano
por los que estaban conmigo, vine á Damasco.

12 Entónces un Ananías varon pio conforme á la ley, que tenia buen
testimonio de todos los Judíos que [allí] moraban,

13 Viniendo á mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y
yo en aquella hora le miré.

14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha predestinado, para que
conocieses su voluntad, y vieses á aquel Justo, y oyeses la voz de su boca.

15 Porque has de ser testigo suyo á todos los hombres de lo que has visto y
oido.

16 Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus
pecados, invocando su nombre.

17 Y me aconteció, vuelto á Jerusalem, que orando en el templo, fuí
arrebatado fuera de mí,

18 Y le ví que me decia: Date priesa, y sal prestamente fuera de Jerusalem;
porque no recibirán tu testimonio de mí.

19 Y yo dije: Señor, ellos saben que yo encerraba en cárcel, y heria por las
sinagogas á los que creian en tí.

20 Y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo tambien estaba
presente, y consentia á su muerte, y guardaba las ropas de los que le
mataban.

21 Y me dijo: Vé, porque yo te tengo que enviar lejos á los Gentiles.

22 Y le oyeron hasta esta palabra: entónces alzaron la voz, diciendo: Quita
de la tierra á un tal hombre, porque no conviene que viva.

23 Y dando ellos voces, y arrojando [sus] ropas, y echando polvo al aire,

24 Mandó el tribuno que le llevasen á la fortaleza, y ordenó que fuese
examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él.

25 Y como le ataron con corréas, Pablo dijo al centurion que estaba
presente: ¿Os es lícito azotar á un hombre Romano, sin ser condenado?

26 Y como el centurion oyó [esto,] fué y dió aviso al tribuno, diciendo:
¿Qué has de hacer? porque este hombre es Romano.

27 Y viniendo el tribuno, le dijo: Díme, ¿eres tu Romano? Y él dijo: Sí.

28 Y respondió el tribuno: Yo con grande suma alcancé esta ciudadania.
Entónces Pablo dijo: Y aun yo soy nacido.

29 Así que, luego se apartaron de él los que le habian de atormentar: y aun
el tribuno tambien tuvo temor, entendido que era Romano, por haberlo atado.

30 Y al dia siguiente, queriendo saber de cierto la causa por que era
acusado de los Judíos, le soltó de las prisiones, y mandó venir á los
príncipes de los sacerdotes, Y á todo su concilio; y sacando á Pablo, le
presentó delante de ellos.



CAPITULO 23.

1 ENTÓNCES Pablo, poniendo los ojos en el concilio, dice: Varones hermanos,
yo con toda buena conciencia he conversado delante de Dios hasta el dia de
hoy.

2 El príncipe de los sacerdotes, Ananías, mandó entónces á los que estaban
delante de él que le hiriesen en la boca.

3 Entónces Pablo le dijo: Herirte ha Dios, pared blanqueada: ¿y estás tú
sentado para juzgarme conforme á la ley, y contra la ley me mandas herir?

4 Y los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios maldices?

5 Y Pablo dijo: No sabia, hermanos, que era el sumo sacerdote; que escrito
está: Al príncipe de tu pueblo no maldecirás.

6 Entónces Pablo, sabiendo que la una parte era de Saducéos, y la otra de
Fariséos, clamó en el concilio: Varones hermanos, yo Fariséo soy, hijo de
Fariséo: de la esperanza y de la resurreccion de los muertos soy yo juzgado.

7 Y como hubo dicho esto, fué hecha disension entre los Fariséos y los
Saducéos; y la multitud fué dividida.

8 (Porque los Saducéos dicen que no hay resurreccion, ni ángel, ni espíritu;
mas los Fariséos confiesan ambas cosas.)

9 Y levantóse un gran clamor: y levantándose los escribas de la parte de los
Fariséos, contendian diciendo: Ningun mal hallamos en este hombre; que si
espíritu le ha hablado, ó ángel, no resistamos á Dios.

10 Y habiendo grande disension, el tribuno teniendo temor que Pablo no fuese
despedazado de ellos, mandó venir [la compañía de] soldados, y arrebatarle de
en medio de ellos, y llevarle á la fortaleza.

11 Y la noche siguiente, presentándosele el Señor, le dijo: Confia, Pablo;
que como has testificado de mí en Jerusalem, así es menester testifiques
tambien en Roma.

12 Y venido el dia, algunos de los Judíos se juntaron, y prometieron bajo de
maldicion, diciendo que ni comerian ni beberian hasta que hubiesen muerto á
Pablo.

13 Y eran más de cuarenta los que habian hecho esta conjuracion;

14 Los cuales se fueron á los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, y
dijeron: Nosotros hemos hecho voto debajo de maldicion, que no hemos de
gustar nada hasta que hayamos muerto á Pablo.

15 Ahora pues vosotros con el concilio requerid al tribuno que le saque
mañana á vosotros, como que quereis entender de él alguna cosa mas cierta, y
nosotros, ántes que él llegue, estarémos aparejados para matarle.

16 Entónces un hijo de la hermana de Pablo, oyendo las asechanzas, fué y
entró en la fortaleza, y dió aviso á Pablo.

17 Y Pablo llamando á uno de los centuriones, dice: Lleva á este mancebo al
tribuno; porque tiene cierto aviso que darle.

18 El entónces tomándole, le llevó al tribuno, y dijo: El preso Pablo
llamándome, me rogó que trajese á tí este mancebo, que tiene algo que
hablarte.

19 Y el tribuno tomándole de la mano, y retirándose aparte, [le] preguntó:
¿Qué es lo que tienes que decirme?

20 Y él dijo: Los Judíos han concertado rogarte que mañana saques á Pablo al
concilio, como que han de inquirir de él alguna cosa más cierta.

21 Mas tú no los creas; porque más de cuarenta hombres de ellos le asechan,
los cuales han hecho voto, debajo de maldicion, de no comer ni beber hasta
que le hayan muerto; y ahora están apercibidos esperando tu promesa.

22 Entónces el tribuno despidió al mancebo, mandándo[le] que á nadie dijese
que le habia dado aviso de esto.

23 Y llamados dos centuriones, [les] mandó que apercibiesen para la hora
tercia de la noche doscientos soldados, que fuesen hasta Cesaréa, y setenta
de á caballo, y doscientos lanceros;

24 Y que aparejasen cabalgaduras en que poniendo á Pablo, le llevasen en
salvo á Felix el presidente.

25 Y escribió una carta en estos términos:

26 Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Felix, Salud.

27 A este hombre, aprehendido de los Judíos, y que iban ellos á matar, libré
yo acudiendo con la tropa, habiendo entendido que era Romano.

28 Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al concilio de
ellos.

29 Y hallé que le acusaban de [algunas] cuestiones de la ley de ellos, y que
ningun crimen tenia digno de muerte, ó de prision.

30 Mas siéndome dado aviso de asechanzas que le habian aparejado los Judíos,
luego al punto [le] he enviado á tí, é intimé tambien á los acusadores que
traten delante de tí lo que [tienen] contra él. Pásalo bien.

31 Y los soldados, tomando á Pablo, como les era mandado, lleváronle de
noche á Antipatris.

32 Y al dia siguiente dejando á los de á caballo que fuesen con él, se
volvieron á la fortaleza.

33 Y como llegaron á Cesaréa, y dieron la carta al gobernador, presentaron
tambien á Pablo delante de él.

34 Y el gobernador leida la carta, preguntó de qué provincia era; y
entendiendo que de Cilicia,

35 Te oiré, dijo, cuando vinieren tambien tus acusadores. Y mandó que le
guardasen en el Pretorio de Heródes.



CAPITULO 24.

1 Y CINCO dias despues descendió el sumo sacerdote, Ananías, con algunos de
los ancianos, y un cierto Tértulo, orador; y parecieron delante del
gobernador contra Pablo.

2 Y citado que fué, Tértulo comenzó á acusar diciendo: Como por causa tuya
vivamos en grande paz, y muchas cosas sean bien gobernadas en el pueblo por
tu prudencia,

3 Siempre y en todo lugar [lo] recibimos con todo hacimiento de gracias, oh
excelente Felix.

4 Empero por no impedirte más largamente, ruégote que nos oigas brevemente
conforme á tu equidad.

5 Porque hemos hallado que este hombre [es] pestilencial, y levantador de
sediciones entre todos los Judíos por todo el mundo, y príncipe de la secta
de los Nazarenos.

6 El cual tambien tentó á violar el templo; y prendiéndole le quisimos
juzgar conforme á nuestra ley.

7 Mas interviniendo el tribuno Lisias con grande violencia [le] quitó de
nuestras manos,

8 Mandando á sus acusadores que viniesen á tí: del cual, tú mismo juzgando,
podrás entender todas estas cosas de que le acusamos.

9 Y contendian tambien los Judíos diciendo ser así estas cosas.

10 Entónces Pablo, haciéndole el gobernador señal que hablase, respondió:
Porque sé que muchos años ha que eres gobernador de esta nacion, con buen
ánimo satisfaré por mi:

11 Que tú puedes entender que no ha más de doce dias que subí á adorar á
Jerusalem.

12 Y ni me hallaron en el templo disputando con ninguno, ni haciendo
concurso de multitud, ni en sinagogas, ni en la ciudad;

13 Ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan.

14 Esto empero te confieso, que conforme á aquel camino que llaman herejía,
así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en
los profetas están escritas;

15 Teniendo esperanza en Dios que ha de haber resurreccion de los muertos,
así de justos como injustos, la cual tambien ellos esperan.

16 Y por esto procuro yo tener siempre conciencia sin remordimiento acerca
de Dios y acerca de los hombres.

17 Mas pasados muchos años, vine á hacer limosnas á mi nacion, y ofrendas,

18 Cuando me hallaron purificado en el templo, (no con multitud ni con
alboroto,) unos Judíos de Asia;

19 Los cuales debieran comparecer delante de tí, y acusar[me,] si contra mí
tenian algo.

20 O digan estos mismos si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando yo
estuve en el concilio,

21 Sino sea que, estando entre ellos, prorrumpí en alta voz: Acerca de la
resurreccion de los muertos soy hay juzgado de vosotros.

22 Entónces Felix, oidas estas cosas estando bien informado de esta secta
les puso dilacion, diciendo: Cuando descendiere el tribuno Lisias, acabaré de
conocer de vuestro negocio.

23 Y mandó al centurion que Pablo fuese guardado, y aliviado [de las
prisiones,] y que no vedase á ninguno de sus familiares servirle, ó venir á
él.

24 Y algunos^ dias despues, viniendo Felix con Drusila su mujer, la cual era
Judía, llamó á Pablo, y oyó de él la fé que es en Jesu-Cristo.

25 Y disertando él de la justicia, y de la continencia, y del juicio
venidero, espantado Felix, respondió: Ahora véte; mas en teniendo oportunidad
te llamaré:

26 Esperando tambien con esto, que de parte de Pablo le serian dados
dineros, porque le soltase; por lo cual haciéndole venir muchas veces,
hablaba con él.

27 Mas al cabo de dos años recibió Félix por sucesor á Porcio Festo; y
queriendo Felix ganar la gracia de los Judíos, dejó preso á Pablo.



CAPITULO 25.

1 FESTO pues, entrado en la provincia, tres dias despues subió de Cesaréa á
Jerusalem.

2 Y vinieron á él los príncipes de los sacerdotes y los principales de los
Judíos contra Pablo; y le rogaron,

3 Pidiendo gracia contra él, que le hiciese traer á Jerusalem, poniendo
[ellos] asechanzas para matarle en el camino.

4 Mas Festo respondió que Pablo estaba guardado en Cesaréa, y que el mismo
partiria presto.

5 Los que de vosotros pueden, dijo, desciendan juntamente; y si hay algun
crimen en este varon, acúsenle.

6 Y deteniéndose entre ellos no más de ocho ó diez dias, venido á Cesaréa,
el siguiente dia se sentó en el tribunal, y mandó que Pablo fuese traido.

7 El cual venido, le rodearon los Judíos que habian venido de Jerusalem,
poniendo contra Pablo muchas y graves acusaciones, las cuales no podian
probar,

8 Alegando él por su parte: Ni contra la ley de los Judíos, ni contra el
templo, ni contra César he pecado en algo.

9 Mas Festo, queriendo congraciarse con los Judíos, respondiendo á Pablo
dijo: ¿Quieres subir á Jerusalem, y allá ser juzgado de estas cosas delante
de mí?

10 Y Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde conviene que sea
juzgado. A los Judíos no he hecho injuria ninguna, como tú sabes muy bien.

11 Porque si alguna injuria, ó cosa alguna digna de muerte he hecho, no
rehuso morir; mas si nada hay de las cosas de que estos me acusan, nadie
puede darme á ellos: á César apelo.

12 Entónces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: ¿A César has
apelado? á César irás.

13 Y pasados algunos dias, el rey Agripa y Bernice vinieron á Cesaréa á
saludar á Festo.

14 Y como estuvieron allí muchos dias, Festo declaró la causa de Pablo al
rey, diciendo: Un hombre ha sido dejado preso por Felix,

15 Sobre el cual, cuando fuí á Jerusalem vinieron [á mí] los príncipes de
los sacerdotes y los ancianos de los Judíos pidiendo condenacion contra él:

16 A los cuales respondí no ser costumbre de los Romanos dar alguno á la
muerte, ántes que el que es acusado tenga presentes [sus] acusadores, y haya
lugar de defenderse de la acusacion.

17 Así que habiendo venido juntos acá, sin ninguna dilacion al dia
siguiente, sentado en el tribunal, mandé traer al hombre;

18 Y estando presentes los acusadores, ningun cargo produjeron de los que yo
sospechaba:

19 Solamente tenian contra el ciertas cuestiones acerca de su supersticion,
y de un cierto Jesus difunto, el cual Pablo afirmaba que estaba vivo.

20 Y yo, dudando en cuestion semejante, dije si queria ir á Jerusalem, y
allá ser juzgado de estas cosas.

21 Mas apelando Pablo á ser guardado al conocimiento de Augusto, mandé que
le guardasen, hasta que le envie á César.

22 Entónces Agripa dijo á Festo: Yo tambien quisiera oir á [ese] hombre. Y
él dijo: Mañana le oirás.

23 Y al otro dia, viniendo Agripa y Bernice con mucho aparato, y entrado en
la audiencia con los tribunos y principales hombres de la ciudad, por mandado
de Festo fué traido Pablo.

24 Entónces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que estais aquí
juntos con nosotros, veis á este, por el cual toda la multitud de los Judíos
me ha demandado en Jerusalem, y aquí, dando voces que no conviene que viva
más.

25 Mas yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y él mismo
apelando á Augusto, he determinado enviarle:

26 Del cual no tengo cosa cierta que escriba al señor; por lo que le he
sacado á vosotros, y mayormente á tí, oh rey Agripa, para que hecha
informacion, tenga [yo] que escribir.

27 Porque fuera de razon me parece enviar un preso, y no informar de las
causas.



CAPITULO 26.

1 ENTONCES Agripa dijo á Pablo: Se te permite hablar por tí mismo. Pablo
entónces, extendiendo la mano, comenzó á responder por sí, [diciendo:]

2 Acerca de todas las cosas de que soy acusado por los Judíos, oh rey
Agripa, me tengo por dichoso de que haya hay de defenderme delante de tí,

3 Mayormente sabiendo tú todas las costumbres y cuestiones que hay entre los
Judíos; por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.

4 Mi vida pues, desde la mocedad, la cual desde el principio fué en mi
nacion en Jerusalem, todos los Judíos la saben;

5 los cuales tienen ya conocido, que yo desde el principio, si quieren
testificarlo, conforme á la más perfecta secta de nuestra religion he vivido
Fariséo.

6 Y ahora por la esperanza de la promesa que hizo Dios á nuestros padres soy
llamado en juicio.

7 A la cual [promesa] nuestras doce tribus, sirviendo constantemente de dia
y de noche, esperan que han de llegar. Por la cual esperanza, oh rey Agripa,
soy acusado de los Judíos;

8 ¡Qué! ¿Júzgase cosa increible entre vosotros que Dios resucite los
muertos?

9 Yo ciertamente habia pensado deber hacer muchas cosas contra el nombre de
Jesus de Nazaret:

10 Lo cual tambien hice en Jerusalem; y yo encerré en cárceles á muchos de
los santos, recibida potestad de los príncipes de los sacerdotes, y cuando
eran matados, yo dí mi voto.

11 Y muchas veces, castigándoles por todas las sinagogas, [les] forcé á
blasfemar; y enfurecido sobre manera contra ellos, [los] perseguí hasta en
las ciudades extrañas.

12 En lo cual [ocupado,] yendo á Damasco con potestad y comision de los
príncipes de los sacerdotes,

13 En mitad del dia, oh rey, ví en el camino una luz del cielo, que
sobrepujaba el resplandor del sol, la cual me rodeó, y á los que iban
conmigo.

14 Y habiendo caido todos nosotros en tierra, oí una voz que, me hablaba, y
decia en lengua hebráica: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te
es dar coces contra los aguijones.

15 Yo entónces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesus, á
quien tú persigues.

16 Mas levántate, y pónte sobre tus piés; porque para esto te he aparecido,
para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas
en que apareceré á tí;

17 Librándote del pueblo y de los Gentiles, á los cuales ahora te envio,

18 Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas á la
luz, y de la potestad de Satanás á Dios, para que reciban por la fe, que es
en mí, remision de pecados, y suerte entre los santificados

19 Por lo cual, oh rey Agripa, no fuí rebelde á la vision celestial:

20 Antes anuncié primeramente á los que están en Damasco, y Jerusalem, y por
toda la tierra de Judéa, y á los Gentiles, que se arrepintiesen y se
convirtiesen á Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.

21 Por causa de esto los Judíos, tomándome en el templo, tentaron matarme.

22 Mas ayudado del auxilio de Dios, persevero hasta el dia de hoy, dando
testimonio á chicos y á grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los
profetas y Moisés dijeron que habian de venir;

23 Que Cristo habia de padecer, y [ser] el primero de la resurreccion de los
muertos, para anunciar luz al pueblo y á los Gentiles.

24 Y diciendo él estas cosas en su defensa, Festo á gran voz dijo: Estás
loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco.

25 Mas él dijo: No estoy loco, excelente Festo, sino que hablo palabras de
verdad y de templanza.

26 Porque el rey sabe estas cosas, delante del cual tambien hablo
confiadamente. Porque no pienso que ignora nada de esto; que no ha sido esto
hecho en [algun] rincon.

27 ¿Crees, rey Agripa, á los profetas? Yo sé que crees.

28 Entónces Agripa dijo á Pablo: Por poco me persuades á ser Cristiano.

29 Y Pablo dijo: ¡^Pluguiese á Dios que por poco ó por mucho, no solamente
tú, mas tambien todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy,
excepto estas prisiones!

30 Y como hubo dicho estas cosas, se levantó el rey, y el presidente, y
Bernice, y los que se habian sentado con ellos.

31 Y como se retiraron aparte, hablaban los unos á los otros, diciendo:
Ninguna^ cosa digna ni de muerte, ni de prision, hace este hombre.

32 Y Agripa dijo á Festo: Podia este hombre ser suelto, si no hubiera
apelado á César.



CAPITULO 27.

1 MAS como fué determinado que habiamos de navegar para Italia, entregaron á
Pablo y á algunos otros presos á un centurion, llamado Julio, de la compañía
Augusta.

2 Así que embarcándonos en una nave Adrumentina, partimos, estando con
nosotros Aristarco, Macedonio de Tesalónica, para navegar junto á los lugares
de Asia.

3 Y otro dia llegamos á Sidon; y Julio tratando á Pablo humanamente,
permitióle que fuese á los amigos para ser de ellos asistido.

4 Y haciéndonos á la vela de allí, navegamos bajo de Cipro; porque los
vientos eran contrarios.

5 Y habiendo pasado la mar de Cilicia y Pamphylia, arribamos á Mira,
[ciudad] de Licia.

6 Y hallando allí el centurion una nave Alejandrina, que navegaba á Italia,
nos puso en ella.

7 Y navegando muchos dias despacio, y habiendo apenas llegado delante de
Gnido, no dejándonos el viento, navegamos bajo de Creta junto á Salmon.

8 Y costeándola difícilmente, llegamos á un lugar que llaman Buenos Puertos,
cerca del cual estaba la ciudad de Lasea.

9 Y pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegacion, porque ya era
pasado el ayuno. Pablo amonestaba,

10 Diciéndoles: Varones, veo que con trabajo y mucho daño, no solo de la
cargazon y de la nave, mas aun de nuestras personas, habrá de ser la
navegacion.

11 Mas el centurion creia más al piloto y al patron de la nave, que á lo que
Pablo decia.

12 Y no habiendo puerto cómodo para invernar, muchos acordaron pasar aun de
allí, por si pudiesen arribar á Fenice á invernar [allí, que es] un puerto de
Creta que mira al Abrego y al Poniente.

13 Y soplando el austro, pareciéndoles que ya tenian lo que deseaban,
alzando [velas] iban cerca la costa de Creta.

14 Mas no mucho despues dió en ella un viento repentino que se llama
Euroclidon.

15 Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo resistir contra el viento,
[la] dejamos, [y] éramos llevados.

16 Y habiendo corrido á sotavento de una pequeña isla que se llama Clauda,
apenas pudimos ganar el esquife:

17 El cual tomado, usaban de remedios ciñendo la nave; y teniendo temor que
no diesen en la Sirte, abajadas las velas eran así llevados.

18 Mas siendo atormentados de una vehemente tempestad, el siguiente dia
alijaron.

19 Y al tercer dia nosotros con nuestras manos arrojamos los aparejos de la
nave.

20 Y no pareciendo sol ni estrellas por muchos dias, y viniendo una
tempestad no pequeña, ya era perdida toda la esperanza de nuestra salud.

21 Entónces Pablo, habiendo ya mucho que no comíamos, puesto en pié en medio
de ellos, dijo: Fuera de cierto conveniente, oh varones, haberme oido, y no
partir de Creta, y evitar este inconveniente y daño.

22 Mas ahora os amonesto que tengais buen ánimo; porque ninguna pérdida
habrá de persona de vosotros, sino solamente de la nave.

23 Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios, del cual yo soy, y
al cual sirvo,

24 Diciendo: Pablo, no temas: es menester que seas presentado delante de
César; y hé aquí, Dios te ha dado á todos los que navegan contigo.

25 Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confio en Dios que
será así como me ha sido dicho,

26 Si bien es menester que demos en una isla.

27 Y venida la décima cuarta noche, y siendo llevados por el [mar]
Adriático, los marineros á la media noche sospecharon que estaban cerca de
alguna tierra;

28 Y echando la sonda, hallaron veinte brazos; y pasando un poco mas
adelante, volviendo á echar la sonda, hallaron quince brazos.

29 Y habiendo temor de dar en lugares escabrosos, echando cuatro anclas de
la popa, deseaban que se hiciese de dia.

30 Entónces procurando los marineros huir de la nave, echado que hubieron el
esquife á la mar, aparentando como que querian largar las anclas de proa,

31 Pablo dijo al centurion y á los soldados: Si estos no quedan en la nave,
vosotros no podeis salvaros.

32 Entónces los soldados cortaron los cabos del esquife, y dejáronle perder.

33 Y hasta que comenzó á ser de dia, Pablo exhortaba á todos que comiesen,
diciendo: Este es el décimo cuarto dia que esperais y permaneceis ayunos, no
comiendo nada.

34 Por tanto os ruego que comais por vuestra salud: que ni aun un cabello de
la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.

35 Y habiendo dicho esto, tomando el pan, hizo gracias á Dios en presencia
de todos: y partiendo, comenzó á comer.

36 Entónces todos teniendo ya mejor ánimo, comieron ellos tambien.

37 Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis.

38 Y satisfechos de comida, aliviaban la nave, echando el grano á la mar.

39 Y como se hizo de dia, no conocian la tierra: mas veian un golfo, que
tenia orilla, al cual acordaron echar, si pudiesen, la nave.

40 Cortando pues las anclas, las dejaron en la mar, largando tambien las
ataduras de los gobernalles; y alzada la vela mayor al viento, íbanse á la
orilla.

41 Mas dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa
hincada, estaba sin moverse, y la popa se abria con la fuerza de la mar.

42 Entónces el acuerdo de los soldados era que matasen los presos, porque
ninguno se fugase nadando.

43 Mas el centurion, queriendo salvar á Pablo, estorbó este acuerdo, y mandó
que los que pudiesen nadar, se echasen los primeros, y saliesen á tierra:

44 Y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció
que todos se salvaron [saliendo] á tierra.



CAPITULO 28.

1 Y CUANDO escapamos, entónces supimos que la isla se llamaba Melita.

2 Y los bárbaros nos mostraron no poca humanidad; porque, encendido un
fuego, nos recibieron á todos, á causa de la lluvia que venia, y del frio.

3 Entónces habiendo Pablo recogido algunos sarmientos, y puésto[los] en el
fuego, una víbora huyendo del calor, le acometió á la mano.

4 Y como los bárbaros vieron la víbora colgando de su mano, decian los unos
á los otros: Ciertamente este hombre es homicida, á quien, escapado de la
mar, la justicia no deja vivir.

5 Mas él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningun mal padeció.

6 Empero ellos estaban esperando cuando se habia de hinchar, ó caer muerto
de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningun mal le venia,
mudados, decian que era un dios.

7 En aquellos lugares habia heredades del principal de la isla, llamado
Publio, el cual nos recibió, y hospedó tres dias humanamente.

8 Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebres y de
cámaras; al cual Pablo entró [á ver,] y despues de haber orado, le puso las
manos encima, y le sanó.

9 Y esto hecho, tambien los otros que en la isla tenian enfermedades,
llegaban, y eran sanados:

10 los cuales tambien nos honraron con muchos obsequios; y cuando partimos
nos cargaron de las cosas necesarias.

11 Así que, pasados tres meses, navegamos en una nave Alejandrina, que habia
invernado en la isla, la cual tenia por enseña á Castor y Polux.

12 Y llegados á Siracusa, estuvimos [allí] tres dias.

13 De allí costeando alrededor, vinimos á Regio; y otro dia despues soplando
el austro vinimos al segundo dia á Puteolos;

14 Donde habiendo hallado hermanos, nos rogaron que quedásemos con ellos
siete dias, y luego vinimos á Roma,

15 De donde, oyendo de nosotros los hermanos, nos salieron á recibir hasta
la plaza de Apio, y las Tres Tabernas: á los cuales como Pablo vió, dió
gracias á Dios, y tomó aliento.

16 Y como llegamos á Roma, el centurion entregó los presos al prefecto de
los ejércitos: mas á Pablo fué permitido estar por sí, con un soldado que le
guardase.

17 Y aconteció que tres dias despues, Pablo convocó los principales de los
Judíos; á los cuales, luego que estuvieron juntos, les dijo: Yo, varones
hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni los ritos de la patria,
he sido entregado preso desde Jerusalem en manos de los Romanos;

18 Los cuales, habiéndome examinado, me querian soltar, por no haber en mí
ninguna causa de muerte.

19 Mas contradiciendo los Judíos, fuí forzado á apelar á César; no que tenga
de qué acusar á mi nacion.

20 Así que, por esta causa os he llamado para veros y hablaros; porque por
la esperanza de Israel estoy rodeado de esta cadena.

21 Entónces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido cartas tocante á tí
de Judéa, ni ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado ó hablado
algun mal de tí.

22 Mas queriamos oir de tí lo que sientes; porque de esta secta notorio nos
es que en todos lugares es contradicha.

23 Y habiéndole señalado un dia, vinieron á él muchos á la posada, á los
cuales declaraba y testificaba el reino de Dios, persuadiéndoles lo
concerniente á Jesus por la ley de Moisés, y por los profetas, desde la
mañana hasta la tarde.

24 Y algunos asentian á lo que se decia, mas algunos no creian.

25 Y como fueron entre sí discordes, se fueron, diciendo Pablo esta palabra:
Bien ha hablado el Espíritu Santo por el profeta Isaías á nuestros padres,

26 Diciendo: Vé á este pueblo, y dí[les:] De oido oiréis, y no entenderéis;
y viendo veréis, y no percibiréis:

27 Porque el corazon de este pueblo se ha engrosado, y de los oidos oyeron
pesadamente, y sus ojos taparon; porque no vean con los ojos, y oigan con los
oidos, y entiendan de corazon, y se conviertan, y yo los sane.

28 Séaos pues notorio que á los Gentiles es enviada esta salud de Dios; y
ellos oirán:

29 Y habiendo dicho esto, los Judíos se salieron teniendo entre sí gran
contienda.

30 Pablo empero quedó dos años enteros en su casa de alquiler; y recibia á
todos los que á él venian,

31 Predicando el reino de Dios, y enseñando lo que es del Señor Jesu-Cristo,
con toda libertad, sin impedimento.


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La Santa Biblia
Reina-Valera de 1862
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