“mi pregunta hermanos es sobre las primicias, diezmo, fiestas solemnes, pascua.”

Pues, son diferentes en naturaleza. El diezmo es un símbolo eterno que significa que todo pertenece al Señor, y no está atado a la Ley de Moisés. Leemos del diezmo cuando Abram dio el diezmo de todo a Melquisedec, el sacerdote del Dios Altísimo (véase Génesis 14:20). Así, el Señor Jesucristo confirmó la necesidad cuando dijo, “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.” (Mateo 23:23) Aquí confirmó la necesidad de pagar los diezmos (era necesario hacer), pero, también explicó que el centro de nuestra fe cristiana no es el diezmo, sino una detalle, después de “la justicia, la misericordia y la fe.”

Las primicias, la pascua, y las fiestas solemnes fueron atadas a la ley de Moisés, y servían para proclamar la venida de Cristo Jesús. Las primicias. Leemos del mismo por la primera vez en Éxodo 23:19, “Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios.” Las primicias simbolizaron la venida de Cristo Jesús, como el primer hijo de Dios. Así dieron el primogénito de sus hijos, como leemos en Éxodo 22:29, “No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar. Me darás el primogénito de tus hijos.” Por eso, leemos en el Nuevo Testamento de las Santas Escrituras, en 1 Corintios 15:20, “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.” Y leemos sobre el primogénito, “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” (Romanos 8:29)

Cada uno de las fiestas solemnes tenía su propia meta, pero, cada uno tenía como su propósito de proclamar la venida de Cristo Jesús. Pero, de todas las fiestas, es la pascua que fue lo más importante. Simbolizó el sacrificio del Cordero de Dios para salvar a su pueblo. Fue establecido durante la salvación de su pueblo de la esclavitud en Egipcia, cuando Dios mató los primogénitos de la tierra, y salvaron a los que fueron cubiertos por la sangre. Y por eso, cuando vino Cristo Jesús, Juan dijo sobre él, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29) Y así, Cristo Jesús celebró la pascua con sus discípulos, antes de ser el sacrificio mismo para los pecados por sus hijos. Y entonces, leemos en las Escrituras, “. . . nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.” (1 Corintios 5:7)

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